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Ahogamientos de Nantes: los «matrimonios republicanos»

Qué se afirma y cómo se narró la atrocidad

Se dice —y la historia temprana de la posrevolución no se cansa de repetirlo— que, durante la ola de ahogamientos masivos ordenada en Nantes entre noviembre de 1793 y enero de 1794, las autoridades jacobinas llevaron a cabo una forma particular de ejecución: atar a un hombre y a una mujer, desnudos, espalda contra espalda, exhibirlos ante la multitud y arrojarlos al río Loira hasta su muerte. A este procedimiento lo bautizaron con un nombre que suena a blasfemia cívica: mariage républicain, matrimonio republicano.

En algunas versiones más truculentas, la pareja era atravesada con una espada antes de la inmersión; en otras, se emparejaba a ancianos para añadir una nota de grotesco. Esta descripción alimentó durante décadas los relatos contrarrevolucionarios y la imaginería de los que vieron en la Revolución francesa la fuente misma del desvarío homicida.

El epicentro: Carrier y las noyades de Nantes

La figura asociada a estas prácticas es Jean-Baptiste Carrier, representante de la Convención Nacional enviado a la región para sofocar la insurrección contrarrevolucionaria vinculada a la Guerra de la Vendée. Bajo su mando, se organizó en Nantes un circuito de detenciones, fusilamientos y ahogamientos masivos —las llamadas noyades— que dejaron miles de muertos, según las estimaciones más aceptadas.

Que Carrier ordenara ejecuciones sumarísimas y sangrientas no es hoy objeto serio de disputa académica; que las noyades existieron y que fueron un punto oscuro de su misión, tampoco. El problema surge cuando se pretende fijar la imagen concreta: ¿se emparejaban deliberadamente hombres y mujeres desnudos y se los hundía como si se celebrara un macabro rito conyugal?

De la acusación al tribunal: el origen documental del «matrimonio republicano»

La primera aparición explícita del término y de la acusación en forma legal o semilegal data de 1794, durante el proceso contra los miembros del Comité Revolucionario de Nantes y, en última instancia, contra el propio Carrier. En los documentos del juicio, en informes como el de Charles-Gilbert Romme y en testimonios que circularon en la época, se menciona el concepto de mariages républicains.

No obstante, al repasar las actas y las declaraciones, los investigadores han observado una curiosa debilidad probatoria: mientras que varios testigos aseguran haber oído hablar del fenómeno, casi ninguno afirma haber sido testigo directo de un emparejamiento intencional por sexo. Los relatos suenan muchas veces a rumores amplificados, a voces que reciclan horror sin aportar pruebas oculares.

En el sumario se registra, además, que una de las referencias más pintorescas procedió de un barquero borracho: su lenguaje —habló de “mariage civil”— fue interpretado, retorcido o magnificado por terceros. En consecuencia, ese cargo concreto fue retirado del pliego acusatorio por falta de pruebas suficientes.

Testigos, periodistas y contrarrevolucionarios: cómo se difundió la historia

La circulación del relato no obedeció sólo a archivos judiciales; cobró vida mediante periodistas, viajeros y, sobre todo, autores contrarrevolucionarios como Louis-Marie Prudhomme o el conde de Bonald, que tenían en el escarnio de la Revolución una materia prima excelente para su literatura moral y política.

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En inglés y en francés, testigos como Helen Maria Williams contribuyeron a describir escenas de jóvenes desnudos atados y arrojados al río, imágenes que prendieron fácilmente en la imaginación europea. El efecto fue inmediato: la prensa y los panfletos antirrevolucionarios convirtieron la anécdota en emblema del Terror, aun cuando el hilo probatorio era frágil.

La anécdota gustó porque resumía en una sola estampa —desnudez, unión forzada y muerte en el agua— el imaginario del delirio revolucionario.

¿Leyenda o realidad? El debate historiográfico

En la historiografía contemporánea el asunto se explora con matices: nadie niega la existencia masiva de ahogamientos; sí se discute la especificidad ritualizada del “matrimonio”.

Algunos historiadores sostienen que la forma concreta del emparejamiento íntimo —hombre y mujer desnudos unidos deliberadamente para ser ahogados en público como espectáculo sexualizado— pertenece más al terreno de la fabricación retórica que al del dato comprobable.

Varios trabajos académicos advierten que los testimonios sobre matrimonios republicanos proceden, en su mayoría, de relatos de ocasión, de memorias contrarrevolucionarias o de declaraciones indirectas en las que las palabras fueron interpretadas por oídos predispuestos a buscar lo más escabroso.

Por su parte, la bibliografía que ha intentado contabilizar víctimas o reconstruir patrones de violencia local —y el enorme debate que acompaña a la tesis de un “genocidio” en la Vendée— tiende a separar el hecho probado (miles de muertos en acciones de represión) de la anécdota más espectacular y menos verificable.

Las fuentes principales: quién dijo qué y con qué interés

Para acercarse al problema hay que distinguir entre varias clases de fuentes:

  • Actas judiciales y sumarios: ahí aparece la acusación, pero también la vacilación probatoria. Los folios recogen testimonios, pero muchos son indirectos o basados en rumores. El propio tribunal terminó por retirar la acusación específica por falta de pruebas.
  • Memorias contrarrevolucionarias: Prudhomme, Bonald y otros no son fuentes neutrales; su interés político y moral alimentaba una literatura que convertía cualquier monstruosidad real o imaginada en símbolo.
  • Relatos de viajeros y observadores extranjeros: las descripciones de Williams y otros sirvieron para exportar la imagen mítica. Pese a su valor testimonial, a menudo se basan en lo oído y en la sensibilidad moral de quien escribe.
  • Estudios modernos y trabajos académicos: ofrecen una lectura crítica que distingue el núcleo probatorio (las noyades) de la elaborada iconografía del “matrimonio”. Los historiadores contemporáneos subrayan la necesidad de no confundir propaganda con evidencia directa.

Por qué importa la distinción: política de la memoria y uso retórico del horror

La disputa sobre los matrimonios republicanos no es un simple ejercicio de erudición. Se trata de cómo las sociedades construyen la memoria del trauma y de qué manera las atrocidades se convierten en símbolos que sirven a fines políticos.

Exagerar un horror no lo convierte en menos real —las noyades existieron y fueron atroces—, pero sí modifica la arquitectura de la culpa: transforma prácticas específicas en actos rituales que parecen diseñados para humillar sexualmente a la nación o a la religión.

Esa mitología funcionó bien para los restauracionistas y para los sectores contrarrevolucionarios porque ofrecía una narrativa simple y moral: la Revolución como desatamiento sexual y sacrílego del mal. La historia, cuando se politiza, empieza a necesitar entrecomillados para todo.

La arqueología documental: lo que sí puede decirse con seguridad

Se puede afirmar con relativa claridad lo siguiente:

Primero, que bajo la supervisión de Carrier en Nantes se perpetraron ejecuciones en masa por ahogamiento y otras formas de muerte sumaria entre finales de 1793 y principios de 1794.

Segundo, que en el proceso judicial posterior emergieron testimonios y acusaciones que mencionaban “matrimonios” o imágenes equivalentes.

Y tercero, que el elemento concretamente sexualizado y ritualizado del emparejamiento hombre-mujer desnudo no cuenta con el mismo peso documental que los asesinatos masivos.

Por tanto, reside en una zona gris entre el rumor, la denuncia popular y la posible práctica aislada que nunca pudo ser documentada con la contundencia probatoria que la acusación exigía.

En suma: el horror mayor está probado; el «matrimonio republicano» como rito generalizado y organizado es más probablemente una narración que una práctica documentada al mismo nivel.

Curiosidades y apéndices de horror (lo que gustó a los impresores)

Algunas anécdotas que han perdurado y que incrementaron la violencia simbólica del relato:

  • Se habla de sacerdotes y monjas emparejados, lo que amplificaba la sensación de sacrilegio: la humillación era doble porque tocaba lo religioso y lo sexual. Esa variante circuló con fuerza porque escandalizaba a ambas audiencias.
  • Un barquero ebrio figura en los relatos jurídicos como una fuente verbal de apelativos como “matrimonio civil”; su testimonio, confuso, se volvió metáfora y no prueba sólida.
  • La iconografía anglófona y literaria del Terror contribuyó a fijar la imagen: desde las páginas de periódicos hasta los grabados, la estampa del hombre y la mujer encadenados fue reproducida hasta el agotamiento.

El eco moderno: de la polémica del “genocidio” de la Vendée al uso político de la memoria

Las discusiones más recientes sobre las muertes en la Vendée y la represión republicana han incorporado el episodio de Nantes como una pieza más del puzle. Autores como Reynald Secher impulsaron la idea de una violencia estatal de exterminio que algunos calificaron incluso de genocidio; una tesis contestada por buena parte de la comunidad académica, que señala problemas metodológicos y de interpretación.

Los defensores de una lectura más prudente recuerdan que convertir las acciones de guerra civil y represión en un patrón unitario de exterminio deliberado exige más pruebas documentales de las que actualmente se poseen. En este sentido, la sospecha de leyenda sobre los “matrimonios” sirve también a quienes piden cautela: no todo icono de horror equivale a un acto ritual masivo demostrado.

Sutilezas finales

Lo que queda, al final, es una doble lección: por un lado, la historia del Terror incluye episodios auténticamente atroces —las noyades son uno de ellos— que deben ser recordados y estudiados sin anestesia; por otro, las historias llamativas que rodean esos episodios conviene someterlas a escrutinio documental antes de convertirlas en emblemas.

La capacidad de la imaginación social para convertir un rumor en símbolo es fascinante y peligrosa a partes iguales: otorga sentido, pero también lo distorsiona.

La figura del «matrimonio republicano» pesa hoy en la memoria como una imagen poderosa. Que esa imagen sea, en buena medida, producto de una maquinaria de rumor y propaganda no le resta horror, pero sí altera el terreno del juicio histórico: diferencia entre lo constatado y lo fabulado, entre la carnicería probada y la leyenda que la acompaña.


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Un estudio en castellano que reconstruye el levantamiento de la Vendée y su represión durante la Revolución Francesa, combinando referencias documentales y síntesis histórica accesible. Ofrece contexto sobre las causas, actores y consecuencias del conflicto, útil para quienes buscan entender el trasfondo de las noyades y la violencia contrarrevolucionaria.


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Fuentes consultadas

  • Roy Rosenzweig Center for History and New Media. (s. f.). Drowning in the Loire by Order of the Fierce Carrier. LIBERTY, EQUALITY, FRATERNITY: EXPLORING THE FRENCH REVOLUTION. https://revolution.chnm.org/d/112
  • Gomez-Le Chevanton, C. (2006). Le procès Carrier : enjeux politiques, pédagogie collective et construction mémorielle. Annales historiques de la Révolution française. https://doi.org/10.4000/ahrf.9842
  • Carrier, J.-B. (1794). Procès de Jean-Baptiste Carrier, député par le département du Cantal, à la Convention nationale, & des membres du Comité révolutionnaire de Nantes. Imprimerie d’Augustin Donnier et Ramelet. https://archive.org/details/procsdecarrierre00carr
  • Martin, J.-C. (1989). La Vendée de la mémoire (1800–1980). Seuil.
  • Andress, D. (2011). El terror: los años de la guillotina (D. León, Trad.). Edhasa.
  • Forcadell, C. (2019). El pasado en construcción. Revisionismos históricos en la historiografía contemporánea. Institución Fernando el Católico (Diputación de Zaragoza). https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/34/51/_ebook.pdf

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