El café de la historia - Los Premios Darwin

Los Premios Darwin

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Autor: El café de la Historia


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Quien le iba a decir a Charles Darwin cuando publicó a mediados del siglo XIX «La evolución de las especies» que más de cien años después iba a dar nombre a unos insólitos premios basándose en su teoría de que los genes se van transmitiendo de generación en generación, primando la supervivencia de los individuos más fuertes y adaptables al medio y sus cambiantes circunstancias por encima de sus congéneres más débiles.

Los Darwin Awards

Los Premios Darwin distinguen sarcásticamente a todos aquellos seres humanos que por medio de su propia estupidez se han quitado de en medio de una manera altruista para, precisamente, no perpetuar sus genes, mejorando -teóricamente- así la especie humana.

De esta manera, los galardonados, en su inmensa mayoría, son premiados in absentia forzosa con la excepción de los que a consecuencia de su estupidez se auto-castran y que el jurado justifica con la conocida como «pregunta de la isla desierta»:

La paradoja de la isla desierta

¿Este individuo sería capaz de reproducirse con otro individuo del sexo contrario en una isla desierta?

Pues si ha sobrevivido a los actos propiciados por su propio cretinismo pero ha perdido la capacidad reproductora es un candidato firme ya que no podrá engendrar bobos como él. Ni tampoco perpetuar su Adn beneficiando así a la raza humana.

Las cinco normas de los Darwin

Para que una persona reciba un Darwin ha de cumplir unas normas muy claras.

Por ejemplo, el candidato tiene que estar en plenas capacidades mentales en el momento del «accidente» y los datos de la muerte han de ser perfectamente comprobables y fiables.

He aquí las cinco normas sagradas que se han de dar para que alguien sea merecedor de un Darwin:

1. Veracidad

El hecho no sólo ha de ser cierto sino que verificable.

2. Autoselección

El individuo ha de auto-eliminarse por su propia voluntad.

3. Imposibilidad de reproducción

La persona, tras el «suceso», queda incapacitado para tener descendencia. Por muerte o auto-castración.

4. Madurez

El sujeto ha de estar en plenas capacidades mentales.

5. Excelencia

El resultado y la manera de llevar a cabo el «suceso» debe ser original, genial y divertidamente imbécil.

Breve historia de los Premios Darwin

Teniendo claro que los Premios Darwin distinguen las muertes más absurdas y estúpidas del año, vamos con un poco de contexto e historia…

Los Premios Darwin realmente no son un certamen, carecen de ceremonia, de sede oficial y de galardones; se trata de un registro en el que se van incluyendo todas aquellas muertes absurdas e idiotas llevadas a cabo por personas haciendo un estúpido alarde de autoconfianza combinado con un absoluto desprecio por el peligro y por su propia vida.

Ya en el año 1985 se discutía en foros de internet qué acciones y accidentes terminaban en muertes tan estúpidamente absurdas que podrían ser merecedores de estos sarcásticos galardones, y a partir de 1998 se otorga este premio de forma anual al que más votos recibe de entre todos los participantes.

Los Darwin antes de los Darwin

La gente ha muerto de manera idiota desde los inicios de los tiempos y existe una categoría especial dentro de los Darwin que premia a las muertes más imbéciles de la historia que han ocurrido antes de instaurarse el galardón, siempre que cumplan las cinco reglas sagradas que acabamos de exponer unas líneas más arriba.

Vamos con dos casos excepcionales de Darwin antes de los Darwin.

Franz Reichelt, año 1912

Reichtel reúne todos y cada uno de los cinco requisitos que un siglo después serán imprescindibles para ser un Premio Darwin.

Verán…

Franz Reichelt con el traje de su invención
Franz Reichelt con el traje de su invención

Inspirado por los diseños de Leonardo Da Vinci, Franz Reichelt, un sastre de enorme prestigio en el Paris de la Belle Époque, confeccionó una especie de traje volador-paracaídas.

Embutió a un maniquí en el traje de su invención y lo lanzó desde la Torre Eiffel.

El muñeco cayó a plomo al vacío y Reichelt argumentó que el fracaso se había debido a que al tratarse de un muñeco no había podido accionar los brazos para sustentarse en el aire.

Ni corto ni perezoso, se puso él mismo el traje y repitió la operación.

Todo este asunto fue grabado por la productora Pathé el día 4 de febrero de 1912, así que mejor que ustedes mismos vean en el siguiente vídeo el dramático resultado del salto al vacío desde una altura de 57 metros de este pionero.

Como habrán podido comprobar, Reichelt hubiera sido un ganador indiscutible de un Darwin si nos atenemos a las cinco reglas:

El hecho es verificable y el sujeto se ha auto-eliminado por su propia voluntad.

Reichelt estaba en sus cabales cuando se lanzó al vacío y no pudo tener descendencia tras la hazaña.

Y el procedimiento y la manera de ejecutar su auto eliminación es ciertamente sublime.

Por muertes tan deslumbrantes como la del sastre volador, se planteó otorgar cada año un Darwin histórico a hechos que encajan perfectamente en las normas del certamen pero que han ocurrido a lo largo de la historia previamente a la instauración de los Darwin Awards.

Luis III de Francia, siglo IX

O como la del rey Luis III de Francia, que en el año 882 vislumbrando una mujer que le gustaba salió tras de ella en su caballo en enloquecido galope con la intención de seducirla.

A la altura de la asustada mujer en cuestión llegó el caballo.

Y a lomos del caballo el cuerpo decapitado del jinete; el rey, cegado por su lujuria, no calculó correctamente la altura y su cabeza quedó en el dintel de una puerta.

Luis III a la izquierda. A la derecha, Carlomán, su hermano y sucesor tras el «accidente»

Tras estos dos ejemplos de Premios Darwin históricos, volvamos a nuestros días.

Categorías de los Premios Darwin

Más que categorías, los Darwin se adaptan cada año a las diferentes variantes de los casos que van surgiendo, aunque desde 2007 en cada edición existe el Premio Darwin del año que distingue a la más gloriosamente estúpida de entre todas las candidatas.

Se podría decir que hay varios casos que -antes de la creación oficial de los Darwin- crean tanta controversia en los foros que se les puede considerar los casos fundacionales. Casos que suponen el germen, génesis y punto de partida de los premios.

El más claro de estos casos es el llamado «caso del coche cohete«.

Por su importancia en esos momentos iniciales de los Premios Darwin merece la pena que nos detengamos en este caso del «coche cohete», a la postre primer premio Darwin histórico.

El caso del «coche cohete«

En Estados Unidos existe cierta tradición de carreras de coches a velocidades impensables que se suelen realizar en las zonas desérticas del Oeste ubicadas en estados como Nevada y Utah en las que se dan carreteras tan rectas como largas.

Los participantes suelen añadir al vehículo un depósito de óxido nitroso para provocar híper aceleraciones que les lancen a velocidades estratosféricas, habiéndose registrado casos en que un coche ha llegado a romper la barrera del sonido.

Récord mundial: Thrust SSC 1227,98 Km/h, año 1997

Arizona, 1990

Este curioso caso sucedió en 1990 en una carretera de Arizona y el protagonista decidió ir un paso más allá montando en la parte trasera de un coche cuyo peso no llegaba a las dos toneladas el motor a reacción de un avión que superaba las doscientas.

Todo esto lo hizo en el cobertizo de su casa, sin tener conocimientos de ingeniería.

¿Qué podía salir mal?

Nuestro protagonista literalmente se esfumó; cuando llegó la policía no encontró ni rastro del coche. Ni del piloto.

De 0 a 100 (y de 100 a la nada) en segundos

Al haber desaparecido de una manera tan fulminante, el caso se llegó a tratar como un incidente de abducción extraterrestre causando mucho revuelo en los foros en unos momentos en que internet empezaba a tener ya cierta importancia.

Los agentes, tras examinar exhaustivamente la zona, solo descubrieron unas marcadas huellas de neumático fruto de una aceleración extrema en el punto en que arrancó su carrera que interpretaron como una desesperada huida de algo o alguien que le perseguía.

Y luego, la más absoluta nada así que la misteriosa desaparición no podía tener otra explicación que un encuentro ovni.

El sheriff del condado, incapaz de dar solución al caso, pasó el asunto a la policía estatal que estuvo investigando durante casi cinco años sin encontrar una sola pista que descifrara aquel misterio, al tiempo que a la zona llegaban ufólogos e investigadores de lo paranormal de todo el mundo para estudiar lo que parecía uno de los casos más extraños de abducción extraterrestre, de paso a otra dimensión, viaje en el tiempo y otras muchas locas teorías que se iban tejiendo alrededor del caso.

Una década después se resuelve el misterio

Años más tarde, unos montañeros que estaban de excursión en unas colinas del condado observaron en unas paredes de la montaña algo extraño; era como si en una zona de la ladera hubiera una capa de un material que les llamó poderosamente la atención pero que no fueron capaces de identificar.

A la vuelta al pueblo dieron aviso a la policía, la cual envió una patrulla que tampoco fue capaz de identificar esa extraña sustancia, así que mandaron muestras a la universidad estatal que, tras una larga investigación, determinó que la dichosa sustancia era una amalgama de caucho, goma y metal entre otros materiales.

En ese momento, alguien recordó aquella misteriosa desaparición de años atrás ocurrida a un kilómetro de distancia y, atando cabos, se llegó a la conclusión que se trataba de aquél coche desaparecido que había acabado estrellado en la ladera de una montaña convertido en una mezcla imposible de materiales debido a las altísimas temperaturas en el momento de la explosión.

Tras una década de misterio, caso resuelto.

Este paradigmático caso del «coche cohete» mereció un Darwin en la categoría histórica y otro por tratarse del coche que más distancia había volado del que había constancia.

No se pierdan el siguiente vídeo con la recreación de lo sucedido.

El caso del coche cohete en la película Muertes de risa

Los Premios Darwin más significativos

Las discusiones alrededor del caso del coche volador acabaron de sentar las bases y las reglas de los Darwin que siguen rigiendo el certamen año tras año.

Sin más preámbulos, vamos con los más sonados premios Darwin de todos los tiempos.

Enema mortal (2007)

Michael regentaba un taller mecánico en Texas. Y era alcohólico.

Debido a una reciente operación de garganta no podía ingerirlo vía oral así que decidió probar un plan b.

Y no se le ocurrió mejor idea que ingerir tres litros de Jerez a través de un conducto «alternativo».

El resultado pueden verlo en esta recreación del mítico programa «Mil maneras de morir».

Un vuelo celestial

El sacerdote Adelir Antonio de 51 años un buen día de 2008 decide que es una gran idea atar multitud de globos inflados con helio a una silla para volar sentado en ella y así establecer un récord con el que llamar la atención sobre su proyecto para instalar en las carreteras paradas espirituales de descanso para los camioneros en su Brasil natal.

Y el padre Antonio se preparó concienzudamente: se embutió en un traje isotérmico, un paracaídas y se llevó un teléfono móvil y un sistema GPS para ser localizado en caso de emergencia.

Una vez en las alturas, se desataron unos vientos enfurecidos que llevaron al cura y toda su parafernalia voladora océano adentro sin remisión.

Cuando se percató de que estaba perdido en algún lugar del Atlántico, decidió usar el teléfono para pedir ayuda. Los servicios de emergencia le pidieron que activase el GPS para localizarlo y fue en ese momento cuando el padre Antonio cayó en la cuenta de que no sabía cómo activarlo.

No fue hasta semanas después que empezaron a aparecer restos de globos y, finalmente, el cadáver del religioso.

Pueden ver su desventura en este video.

Ken Charles Barger (1992)

Este ciudadano de Newton, Carolina del Norte, una noche de 1992 dormía plácidamente en su cama cuando le despertó el teléfono.

A tientas y por equivocación cogió su revólver y al acercárselo a la oreja se le disparó dejando sus sesos esparcidos por toda la habitación.

No hay mucho más qué explicar.

John Allen Chau (2018)

Chau es el protagonista de un hecho que dio la vuelta al mundo en noviembre de 2018.

A pesar de los avisos, advertencias, incluso prohibiciones gubernamentales de acercarse a menos de doce millas náuticas de la isla de North Sentinel, este misionero fue asesinado y devorado por los nativos.

La isla pertenece administrativamente a la India pero está protegida por la Unesco como lugar aislado del resto de la humanidad desde hace 40.000 años; sus entre 50 y 400 habitantes viven en la Edad de Piedra, desconocen el fuego y han desarrollado una hostilidad y agresividad hacia cualquier extraño que se atreva a acercarse a su territorio que son multitud los casos reportados de pescadores y náufragos asesinados y comidos a lo largo del tiempo.

Ya Marco Polo en el siglo XIII los definía como «gente cruel y violenta».

Todos estas señales y avisos parece ser que no fueron suficientes para Chau que decidió que era una estupenda idea irse hasta la isla con balones de fútbol y una Biblia y evangelizarlos, demostrando una determinación tal que le valió el Premio Darwin especial de 2018.

Premios Darwin, la película

Bajo el título Darwin Awards (en España, Muertes de risa) se estrenó en 1996 esta película que nos presenta a un joven abogado obsesionado por investigar accidentes extraños.

Con la excusa de la investigación por parte de una empresa de seguros sobre estos bizarros incidentes, la película es un hilarante festival de recreaciones de reconocidos Premios Darwin de los últimos años que cuenta con la participación de actores como Winona Ryder, David Arquette o Ty Burrell entre otros.

Aquí tienen el tráiler en el que aparecen casos Darwin tan famosos como el del ejecutivo que probó los cristales «irrompibles» de su oficina, el asunto de la «máquina expendedora aplastadora» o el ya mencionado del «coche cohete».

Segundo 46, Ty Burrell posteriormente conocido por su papel en Modern Family

Y aquí un extra: el caso de la pareja que tiene una idea confusa de lo que es poner su flamante autocaravana en modo «piloto automático».

Mil maneras de morir

Mil maneras de morir es un mítico programa que recrea muertes excepcionales a base de humor negro en píldoras de tres minutos chorreantes de sarcasmo e irreverencia.

El programa consta de cuatro temporadas y un total de setenta y cuatro episodios producidos entre 2008 y 2012.

Aunque algunos capítulos sí que son muertes reales galardonadas con algún Darwin (como «Enema mortal» mencionada anteriormente), muchos otros recrean leyendas urbanas así que hay que tener en cuenta que el hecho de aparecer en esta serie no significa en absoluto haber sido laureado con un Darwin ni, en ocasiones, que el suceso se base en hechos reales.

Episodio 1 completo de Mil maneras de morir

Reflexiones finales sobre los Premios Darwin

Si les interesa/divierte/intriga todo este tema relacionado con los premios Darwin no pueden dejar de visitar la página web darwinawards.com.

La gestión y mantenimiento de la web está a cargo de Wendy Northcutt, también encargada del diseño, y que ha escrito numerosos libros sobre los Darwin.

Wendy Northcutt

Conservando esa estética de primitivo blog de los años 90 y presentado con funcional sobriedad, en esta página pueden investigar sobre curiosidades del galardón, ver todos los premiados a lo largo de los años, los finalistas y las respectivas votaciones.

También se pueden proponer candidatos para el edición en curso, votar y, muy recomendable, echar un vistazo a los foros; los comentarios sobre las diferentes muertes propuestas a lo largo de los años es puro oro socarrón.

Como dato importante no podemos pasar por alto que el 88 % de los casi cuatrocientos galardonados hasta nuestros días son hombres, lo cual dice mucho y no precisamente bueno sobre el género masculino.

Los listados con propuestas de Premios Darwin siguen creciendo sin parar, y aquí no podemos finalizar el artículo sin dejar de proponer una reflexión:

Y es que basándonos en «El origen de las especies» y la teoría de la evolución de Charles Darwin, y tras zambullirse en el mundo de los Darwin Awards, es imposible que no revolotee una inquietante duda:

¿Deberíamos hablar de evolución o involución?

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