En vísperas de la boda real entre la reina Fabiola de Bélgica y el rey Balduino, Carmen Polo, la esposa de Francisco Franco, hizo entrega a la futura reina de un regalo consistente en una tiara conocida como la «Tiara Ducal» o «Corona Ducal».
Este gesto, aparentemente solemne, llevaba escondida una historia de intrigas, monjas y engaños.
La Tiara Ducal: de la Casa de Medinaceli al convento
La tiara en cuestión es, en apariencia, la clásica diadema señorial: una banda de brillantes rematada por siete florones cuyo centro admite rubíes, esmeraldas —o, a voluntad, otras piedras intercambiables— que le dan esa versatilidad tan apreciada por los joyeros de la corte.
Varios repertorios sobre joyas reales atribuyen la pieza, con cierto aire de leyenda, a la histórica Casa de Medinaceli, familia ducal que arrastra siglos de colecciones y lazos con conventos y capillas privadas.
Antes de acabar en manos de la reina Fabiola, la diadema aparece en las crónicas como «depositada» en un convento, utilizada como adorno de una imagen mariana; una práctica no rara: las órdenes religiosas conservaban y exhibían a menudo alhajas por tradición, devoción y, de paso, para engalanar el culto.
Las fuentes que relatan este tránsito —más bien en tono de rumor que de inventario— insisten en que no existe, al menos públicamente, una identificación fehaciente y aceptada del convento concreto ni de la comunidad religiosa exacta que la custodiaba.
El asunto del convento
El episodio más humano y trágico nace de ahí: en la España de posguerra muchas comunidades femeninas vivieron apuros reales —escasez de donativos, caída de rentas y la pérdida de vocaciones— y, como muestran estudios sobre patrimonio eclesiástico y la memoria femenina del franquismo, no eran raras las ventas discretas de alhajas y bienes muebles para cubrir lo elemental.
En ese contexto, las versiones periodísticas cuentan que las monjas encargadas de la custodia fueron sustituyendo gemas por cristales y aprovechando la venta de las piedras originales para pagar comida, calefacción o el sustento diario; un gesto de supervivencia más que de lucro, según la narrativa repetida por la prensa sobre el caso.
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Estas explicaciones se manejan como hipótesis plausibles apoyadas en la tozuda realidad económica de conventos y monasterios de la época, pero conviene subrayar que las crónicas que cuentan la venta hablan en términos de rumor y reconstrucción histórica, no de acta notarial encontrada en un archivo que nombre a las religiosas.
La entrega del obsequio: un acto solemne
El 5 de diciembre de 1960, Carmen Polo, acompañada por su hija —la marquesa de Villaverde— y por la esposa del ministro de Asuntos Exteriores, se personó en el palacete familiar de Fabiola en la calle Zurbano de Madrid para hacer la entrega oficial de la tiara.
La escena, cuidada hasta el último detalle, tuvo el aire de ceremonia calculada: fotógrafos y crónicas gráficos aguardaban en la acera, el séquito acomodó la pieza como si fuera un emblema y la joya fue presentada formalmente en nombre del pueblo español.
Lejos de ser un simple presente privado, el gesto aspiraba a proyectar solemnidad diplomática y a afianzar, mediante un objeto de notable valor histórico y artístico, los lazos entre España y Bélgica.
La revelación y el ridículo: piedras falsas en la tiara
Tras la ceremonia nupcial, los joyeros de la Casa Real belga sometieron la tiara a una inspección minuciosa y, para sorpresa y cierto bochorno protocolario, comprobaron que las «piedras» que ornaban la pieza no eran más que cristales de imitación.
El descubrimiento, que corrió como la pólvora entre los pasillos del palacio, complicó un regalo pensado para estrechar lazos diplomáticos: el Gobierno español tuvo que reconocer el problema y hacerse cargo de la solución.
La tarea de reconstruir la dignidad de la diadema recayó en la reputada joyería madrileña Carrera, encargada de tallar y montar nuevas gemas auténticas; su intervención devolvió a la tiara no solo su brillo físico, sino también el aura de legitimidad y representación que se esperaba de una pieza entregada en nombre del Estado.
Versatilidad y elegancia: usos de la tiara
Una de las características más destacadas de la Tiara Ducal es su versatilidad. Además de su función principal como corona, la pieza permite diversas configuraciones:
- Diadema: Los florones pueden desmontarse y montarse sobre una base diferente, transformando la corona en una elegante diadema adecuada para eventos menos formales.
- Collar: Los mismos elementos pueden ensamblarse en una gargantilla, permitiendo a la reina lucir la joya como un sofisticado collar.

Esta adaptabilidad convirtió a la tiara en una de las piezas favoritas de la reina Fabiola, quien la lució (una vez restauradas los cristales de las monjas por piezas auténticas) en múltiples ocasiones y en diversas modalidades.
Un toque personal: las aguamarinas de Balduino
El rey Balduino, consciente del aprecio de su esposa por la tiara, decidió añadir un toque personal al regalo original. Encargó un juego de siete aguamarinas para que pudieran ser utilizadas como piedras centrales en los florones de la tiara. Esta incorporación no solo aumentó la versatilidad de la joya, sino que también añadió un valor sentimental.
El paradero actual de la tiara
Tras el fallecimiento de la reina Fabiola en 2014, la Tiara Ducal no ha vuelto a ser vista en público. Este hecho ha suscitado diversas especulaciones sobre su paradero. Algunos expertos sugieren que podría haber sido heredada por el actual rey Felipe de los Belgas, sobrino de Balduino, dado que su esposa, la reina Matilde, ha lucido en varias ocasiones joyas que pertenecieron a Fabiola. Sin embargo, hasta la fecha, no hay confirmación oficial sobre el paradero de esta emblemática pieza.
Carmen Polo: una afición controvertida por las joyas
La figura de Carmen Polo, más allá de su papel en la entrega de la tiara, es objeto de numerosas anécdotas relacionadas con su afición desmedida por las joyas.
Conocida popularmente como «La Collares», se dice que su pasión por las alhajas llegaba al punto de espantar a los joyeros de las ciudades que visitaba.
Según relatos de la época, era común que Polo se apropiara de piezas sin intención de pagarlas, lo que llevó a muchos comerciantes a esconder sus mejores joyas o incluso a cerrar sus establecimientos durante sus visitas.
El gremio de joyeros, ante estos actos de rapiña, llegó a recolectar un fondo compensatorio entre todos sus afiliados para poder damnificar a los comerciantes víctimas de las visitas de la esposa del dictador.
Productos recomendados para profundizar y ampliar información sobre el artículo
- Enríquez, Carmen(Autor)
Carmen Polo, señora de El Pardo: Amor, lujo, poder e influencia: Biografía en español de Carmen Polo, que explora su papel como esposa de Franco, su gusto por las joyas y su presencia en la alta sociedad española de la época.
Tiaras: Past and Present: Monografía en inglés sobre la historia y el uso de las tiaras reales, sus diseños, estilos y piezas emblemáticas, que puede servir para entender técnica y contexto de la tiara citada en el artículo.
Vídeo:
Fuentes consultadas
- Mujerhoy. (2025, julio 6). El espectacular joyero de Fabiola de Bélgica que ha heredado la reina Matilde. Mujerhoy. https://www.mujerhoy.com/celebrities/realeza/fabiola-belgica-joyas-coleccion-tiara-corona-ducal-piedras-fasas-20250706234304-nt.html
- Revista Vanity Fair. (2024, enero 18). Cinco joyas de la reina Fabiola de los belgas, la española que se casó de Balenciaga. Revista Vanity Fair. https://www.revistavanityfair.es/galerias/cinco-joyas-de-la-reina-fabiola-de-los-belgas-la-espanola-que-se-caso-de-balenciaga
- La Razón. (2019, diciembre 1). El tesoro que no se despega de los Franco. La Razón. https://www.larazon.es/gente/20191201/xu4z6c6cpvfx7hf25h5qa4u3lu.html
- HOLA. (2021, febrero 6). Una tiara española para la princesa Elisabeth. HOLA. https://www.hola.com/realeza/casa_belga/20210206300988/elisabeth-de-belgica-tiara-espanyola/
- Mis Joyas Reales. (2012, abril 16). Tiara Ducal – Casa Real de Bélgica. Mis Joyas Reales. https://misjoyasreales.blogspot.com/2012/04/tiara-ducal-casa-real-de-belgica.html
- Munn, G. C. (2015). Tiaras: Past and Present. London: Thames & Hudson.
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