Cada 3 de diciembre aparece en algunos calendarios una efeméride tecnológica que, comparada con las conversaciones interminables de WhatsApp, parece casi arqueología reciente: el Día del Mensaje SMS. No es una celebración oficial ni un gran acontecimiento institucional, pero se ha convertido en una fecha simbólica para recordar el primer mensaje de texto enviado en la historia, aquel “Merry Christmas” que en 1992 inauguró una forma de comunicarse que transformó hábitos, relaciones y, de paso, disparó un negocio colosal.
Hoy, visto con cierta distancia, aquel saludo navideño puede sonar más bien simplón. Lo curioso es que, sin alarde alguno, aquel mensaje abrió el camino a toda la mensajería que vendría después, moldeó el lenguaje cotidiano y marcó el principio de un fenómeno cultural y económico. No está mal para un mensaje de apenas 15 caracteres.
¿Qué se celebra exactamente el Día del Mensaje SMS?
El 3 de diciembre se toma como referencia porque fue ese día, en 1992, cuando se envió el primer SMS funcional a través de una red comercial móvil en el Reino Unido. Se transmitió mediante la red de Vodafone y supuso el arranque práctico del Servicio de Mensajes Cortos, que pronto pasaría a formar parte del día a día de millones de personas.
En los calendarios especializados en efemérides curiosas, este día aparece ya junto a celebraciones más asentadas, lo que demuestra que el invento ha ganado un hueco entre las conmemoraciones populares.
No es una jornada de grandes fastos. Más bien es una oportunidad para:
Revisar la evolución técnica del SMS.
Valorar su impacto social y económico.
Recordar, con cierta nostalgia, cuando cada carácter consumido dolía en el bolsillo.
Y también para que quienes enviaron sus primeras declaraciones de amor por SMS puedan presumir ante quienes hoy solo mandan notas de voz.
El primer SMS de la historia: un “Merry Christmas” imposible de contestar
La escena inaugural tiene poco de épica y mucho de ternura tecnológica.
El artífice fue Neil Papworth, un joven ingeniero británico que trabajaba para una empresa encargada de desarrollar para Vodafone el centro de gestión de mensajes cortos. El 3 de diciembre de 1992, sentado frente a un ordenador, envió aquel mensaje pionero a un móvil Orbitel 901, un aparato tan voluminoso que hoy sería la estrella de cualquier exposición retro.
El destinatario, Richard Jarvis, directivo de Vodafone, lo recibió mientras asistía a la fiesta navideña de la empresa. El texto no podía ser más sencillo:
“Merry Christmas”
El detalle más jugoso es que Jarvis no podía responderlo. Los teléfonos de la época no estaban preparados para enviar mensajes, solo para recibir ciertas notificaciones básicas. Para mandar un SMS, hacía falta un ordenador conectado al sistema.
Así que el primer SMS del mundo fue, literalmente, un saludo sin posibilidad de réplica.
Décadas después, la anécdota adquirió tintes surrealistas: en 2021, aquel mensaje se subastó convertido en un objeto digital de coleccionista, y su venta —por más de cien mil euros— se destinó a fines humanitarios. Un viaje inesperado para un simple “feliz Navidad”.
Antes del primer mensaje: de la idea al famoso límite de 160 caracteres
Aunque el primer SMS se envió en 1992, su origen hay que buscarlo en los debates técnicos de los años ochenta, cuando se definía el estándar europeo de telefonía móvil. Ingenieros de distintos países intentaban aprovechar los huecos de señalización en las redes digitales, y de ahí surgió la idea de utilizar ese espacio sobrante para enviar mensajes breves de forma sencilla y barata.
El diseño formal del servicio lo lideraron varios especialistas europeos que, ya en 1984, elaboraron la base teórica del sistema que más adelante se integraría en la red móvil.
Y entonces aparece la pregunta clave:
¿Por qué 160 caracteres?
El archiconocido límite de 160 caracteres no surgió de ninguna norma mágica. Uno de los responsables técnicos, Friedhelm Hillebrand, comenzó a escribir ejemplos de mensajes en una máquina de escribir para comprobar cuánta información cabía en un espacio razonable. Entre frases aleatorias, ideas breves y simulacros de postales, observó que la mayoría quedaban por debajo de ese umbral.
También se inspiró en la postal tradicional, cuya cara reservada al texto rara vez supera esa extensión. Si bastaba para despedirse desde Torremolinos, pensó, debería bastar para un mensaje móvil.
Por motivos técnicos y de eficiencia, esos 160 caracteres resultaron ser la medida ideal. Así nació el formato que marcaría a toda una generación.
El servicio quedó definido por tres pilares:
Textos de hasta 160 caracteres.
Transmisión mediante canales de señalización de la red móvil.
Gestión a través de un centro de mensajes que actuaba como intermediario.
Lo que empezó como una solución ingeniosa, casi marginal, acabó convirtiéndose en el estándar de comunicación móvil de una época.
De rareza técnica a fenómeno global: el auge del mensaje de texto
En su primera etapa, el SMS generaba más curiosidad técnica que interés real entre los usuarios. A mediados de los noventa, el volumen de mensajes era irrisorio y, además, muchas operadoras no permitían enviar mensajes a clientes de otras compañías.
Todo cambió a finales de esa década, cuando se implantó la interoperabilidad entre redes. Desde ese momento, cualquiera podía escribir a cualquiera, y el SMS despegó con una fuerza inesperada.
Entre los hitos de su expansión destacan:
A principios de los 2000, el SMS se convirtió en el medio de comunicación estrella entre jóvenes de numerosos países europeos.
En 2007 ya era el servicio de datos más utilizado del planeta, con miles de millones de usuarios activos.
Entre 2007 y 2010, la cifra global de mensajes enviados pasó de poco más de un billón y medio a más de seis billones anuales.
En 2012, alcanzó su máximo histórico, rozando los ocho billones de mensajes enviados en un solo año.
En lo económico, se convirtió en la gallina de los huevos de oro de las operadoras. La relación entre lo poco que costaba transmitir un SMS y lo mucho que se cobraba por cada uno configuró un negocio tan rentable que hoy parecería exagerado.
Cada «¿qué haces?» que se enviaba llevaba detrás un margen de beneficio envidiable.
Cultura, lenguaje y política a golpe de SMS
La influencia del SMS va más allá de los números. Marcó la forma de escribir, de relacionarse y hasta de organizarse políticamente.
El nacimiento del “lenguaje SMS”
El límite de caracteres, los teclados numéricos y las tarifas por mensaje obligaron a reducir todo al mínimo. De esa necesidad surgieron abreviaturas, el uso creativo de signos de puntuación y la simplificación del lenguaje. Muchos lo vieron como una amenaza al idioma, pero también fomentó un estilo conciso que hoy se reconoce en redes sociales y chats.
La “capital mundial del texto”
En Filipinas, el SMS se convirtió en institución nacional. A finales de los 2000, se enviaban allí cientos de millones de mensajes diarios y su uso era tan extendido que llegó a influir en movimientos sociales y protestas ciudadanas.
SMS, política y campañas
A lo largo de la década de 2000, el SMS se consolidó como una herramienta política. Movilizaciones espontáneas, cadenas informativas, campañas de donación o avisos gubernamentales se apoyaron en este sistema rápido, directo y universal, mucho antes de que las redes sociales gobernaran el panorama.
Del SMS a WhatsApp: declive relativo, supervivencia tenaz
La llegada de nuevas aplicaciones de mensajería en la segunda década del siglo XXI redujo progresivamente el protagonismo del SMS, que no podía competir con un modelo basado en el uso de datos en lugar del cobro por mensaje.
Sin embargo, su desaparición está lejos de producirse. Al contrario, el SMS ha encontrado nuevos nichos de utilidad:
Es vital para los avisos bancarios y confirmaciones de operaciones.
Sigue siendo la base de la verificación en dos pasos, imprescindible en infinidad de servicios.
Muchas administraciones públicas lo utilizan para notificaciones urgentes.
Las empresas lo emplean en campañas directas por su extraordinaria tasa de lectura.
Además, ha surgido un sucesor más ambicioso, el sistema de comunicaciones enriquecidas, que pretende combinar la sencillez del SMS con funciones más modernas. Aun así, su adopción es irregular y el viejo mensaje de texto continúa resistiendo con sorprendente dignidad.
Aunque no sea glamuroso, pocas tecnologías han demostrado tanta fiabilidad durante tanto tiempo.
Curiosidades y anécdotas del universo SMS
El Día del Mensaje SMS siempre da pie a un repaso de historias llamativas y detalles curiosos asociados a este servicio.
El ladrillo Orbitel 901
El móvil que recibió el primer SMS distaba mucho del concepto actual de teléfono. Era un aparato voluminoso, con antena rígida y un peso cercano a los dos kilos. Imaginar a un ejecutivo recibiendo un mensaje en semejante armatoste tiene un encanto especial.
El SMS convertido en objeto de coleccionista
Tres décadas después del envío original, ese “Merry Christmas” volvió a la palestra al ser subastado en forma digital. El importe recaudado, más de cien mil euros, se destinó a ayuda humanitaria. Un giro inesperado para un breve saludo navideño.
De servicio menor a negocio monumental
Los creadores del SMS nunca imaginaron el éxito económico que alcanzaría. Lo concibieron como un complemento práctico, pero el mercado y el tiempo lo elevaron a herramienta central de comunicación. En poco más de dos décadas pasó de ser un experimento modesto a un negocio de cifras mareantes.
El SMS como ancestro persistente
Aunque las aplicaciones de mensajería modernas lo superen con creces en funciones, el concepto básico del SMS sigue presente: mensajes breves, asociados a un número de teléfono y entregados casi al instante. La mensajería actual no existiría como la conocemos sin aquel primer paso.
Cada 3 de diciembre, al celebrarse el Día del Mensaje SMS, no solo se recuerda el mensaje original que abrió la puerta a todo. También se reconoce la huella silenciosa de esa tecnología humilde que, con apenas 160 caracteres, ayudó a moldear la comunicación contemporánea.
