Saltar al contenido
INICIO » El linaje del sol naciente que echó raíces en el Guadalquivir: la insólita historia del apellido «Japón» en Sevilla

El linaje del sol naciente que echó raíces en el Guadalquivir: la insólita historia del apellido «Japón» en Sevilla

Un mote, un río y una costumbre de apodar al prójimo

Cuando se dice que los apellidos cuentan historias, rara vez se piensa que uno podrá relatar viajes transoceánicos, misiones diplomáticas, intercambios culturales y algún que otro cortocircuito identitario en menos de una línea. El apellido Japón, tal y como se conserva hoy en ciertas familias sevillanas —especialmente en Coria del Río—, es, en apariencia, una etiqueta tan directa como una postal: el lugar de origen convertido en apellido. Pero, como sucede con las mejores anécdotas, bajo la inmediatez hay capas, contradicciones documentales y la permanente tentación de transformar un mote en linaje. La llegada al Guadalquivir de emisarios del Japón del siglo XVII es un hecho histórico fuera de toda duda; la filiación genealógica entre aquellos viajeros y los actuales portadores del apellido es, en cambio, más un jardín de hipótesis que una senda pavimentada.

¿Cómo llegó un samurái hasta las riberas del Guadalquivir?

A principios del siglo XVII, en una Europa que aún olía a vela y pólvora, un samurái llamado Hasekura Tsunenaga fue el rostro visible de una embajada japonesa enviada por el daimyō Date Masamune con objetivos diplomáticos y, sin disimulo, también religiosos y comerciales. La comitiva, conocida como la Embajada Keichō, partió desde Sendai y atravesó el Pacífico y el Atlántico hasta desembarcar en España en 1614, arribando a puertos andaluces y ascendiendo, por el Guadalquivir, hasta Coria del Río y Sevilla. Fue un viaje con todas las letras: galeones, trámites con la corona, rituales de presentación ante autoridades eclesiásticas y civiles, y el estupor mutuo entre japoneses y andaluces, ambos extrañados y fascinados.

Coria del río, Japón

Que unos pocos miembros de aquella delegación quedaran temporalmente o para siempre en los lares andaluces no es una leyenda: las crónicas contemporáneas y los estudios posteriores documentan la estancia de la expedición en la comarca sevillana. Sin embargo, del testimonio veraz al parentesco directo hay un trecho: ¿conservaron apellido, costumbres o adn? Aquí comienza la parte jugosa —y discutida— de la narración.

Coria del Río: el pueblo con cientos que se apellidan «Japón»

Coria del Río, un municipio volcado hacia el Guadalquivir, aparece hoy en los mapas de curiosidades con una estadística digna de postal: alrededor de seiscientas setenta personas que portan Japón como primer apellido y un número casi igual como segundo. Los registros civiles eclesiásticos y, sobre todo, el registro moderno del Instituto Nacional de Estadística confirman la peculiar concentración. ¿Significa eso, ipso facto, que hay cientos de «sangres» niponas en el valle del Guadalquivir? No necesariamente. Lo que hay es una concentración de un apellido que, aunque suene exótico, se comporta como cualquier otro mote histórico que, por capricho o por costumbre, termina congelado en la documentación.

Coria del río, Japón

Un apunte: la presencia tan abultada del apellido en un área localizada favorece la memética —es decir, la capacidad del relato de sobrevivir y reproducirse—. Las leyendas locales, las fiestas, los reencuentros con delegaciones japonesas modernas y los artículos periodísticos han alimentado una identidad colectiva donde las fronteras entre mito y genealogía se vuelven permeables.

Dos caminos para una misma palabra: la hipótesis samurái y la del apodo mercantil

La versión romántica y cómoda para prensa y turistas declara: “esos apellidos vienen de los samuráis que se quedaron”. Tiene su carga poética —samuráis en las riberas sevillanas— y arrastra la pátina exótica que cualquier destino turístico saborea sin disimulo. Documentalmente, sí: algunos miembros de la comitiva japonesa pasaron temporadas en Sevilla y Coria. Pero la genealogía local y las investigaciones históricas han propuesto otra explicación menos pintoresca y más documental: el apellido Japón podría tener su raíz en un apellido personal o apodo originado en un vecino llamado Bartolomé Rodríguez, a quien se le añadió «Japón» como mote por su relación con el comercio de Indias y, eventualmente, por vínculos o viajes relacionados con japoneses o con mercancías procedentes de Asia a través del Pacífico y Nueva España. En otras palabras: el apodo mutó en apellido.

José de Contreras Rodríguez y su hijo compusieron una memoria genealógica que revisó miles de documentos locales y su conclusión apuntaba en esa dirección: el mote habría arraigado en una familia concreta y, con el tiempo, se habría perpetuado como apellido en los registros. El apoyo documental no desautoriza la presencia japonesa en la comarca, pero sí relativiza la idea de una transmisión genética directa y masiva desde aquellos viajeros del siglo XVII hasta hoy.

Lo que dice la genética… y lo que no puede decir

La curiosidad científica ha intervenido en este asunto con la delicadeza de quien quiere comprobar si la fábula tiene moléculas que la respalden. Estudios genéticos, algunos patrocinados y promovidos por grupos japoneses interesados en hallar parientes «occidentales», han analizado marcadores genéticos de habitantes de Coria del Río para intentar trazar líneas con la población nipona. Los resultados, cuando se han publicado, han sido ilustrativos y discretos: no hay una coincidencia genética masiva que permita afirmar que la comunidad se derive directamente de los delegados samurái de 1614. Es decir: culturalmente, la herencia está; biológicamente, la conexión masiva no se confirma con rotundidad. Esto no invalida el enlace simbólico ni la identidad construida alrededor de aquel pasado compartido, pero sí obliga a enfocar la historia con lentes menos audaces.

La máquina del tiempo está en marcha. Cuando el contador llegue a cero, un nuevo artículo verá la luz. O el caos se desatará, quién sabe. Cada segundo que pasa, un artículo se ríe de ti. Suscríbete.

No mires el contador, que parece que va más lento.

Ritual de memoria: cómo una comunidad transforma un hecho en identidad

El motor que convierte un episodio histórico en identidad colectiva no es solo la veracidad documental, sino la repetición, la celebración y la realidad social. En Coria del Río se celebran encuentros, visitas de delegaciones japonesas contemporáneas y se han rodado documentales que rescatan la narrativa. Un ejemplo reciente es el documental «Las huellas del samurái», promovido por instituciones andaluzas, que revela cómo esas huellas se mantienen en el imaginario local y en la economía cultural del municipio. El festejo de la singularidad puede incluso transformar apellidos en reclamo cultural: restaurantes, fiestas y alguna mercancía local aprovechan la sinergia entre exotismo y cercanía.

Cabe, además, un detalle antropológico: cuando un pueblo decide que algo le pertenece —sea una danza, una receta o un apellido— esa decisión equivale a la creación de patrimonio. El patrimonio, a su vez, es atractivo para el turismo y un pegamento social para las generaciones jóvenes que buscan raíces con brillo propio.

Entre el periodismo sensacionalista y la prudencia del archivo

Los periódicos (y las redes) han favorecido la versión vistosa: “700 sevillanos descendientes de samuráis”. Titulares así funcionan porque cuentan rápido una historia comprensible y emotiva. Sin embargo, al abrir los legajos y las actas de bautismo, aparece la arqueología documental: nombres que se transforman en apodos, matrimonios mixtos, traslaciones de sobrenombres de oficio, y la ambigüedad de cómo y cuándo un mote se cataloga como apellido para siempre.

Ejemplos concretos y anécdotas para ilustrar la mezcla

Imaginemos a un tal Marcelino Pérez que vuelve de un viaje con relatos, baratijas y, quizá, mercancías exóticas. La gente del pueblo, siempre generosa con las apodos, empieza a llamarle «Marcelino Japón»: por esa aura de lejanía comercial que su figura desprende. Sus hijos, cuando acuden al bautizo, llevan ya el mote; los libros parroquiales, con la parsimoniosa implacabilidad de la burocracia, lo transcriben. Un siglo después, visitantes japoneses recorren el Guadalquivir y, con sorpresa, encuentran a familias que reivindican un vínculo: el pueblo tiene ahora una historia que contar, la historia oficial tiene documentación parcial, y la ciencia aporta, con humildad, sus límites.

Paralelamente, la llegada de Hasekura y compañía dejó estampas —samuráis en ropa extraña, intérpretes, regalos diplomáticos— que se inmortalizaron en crónicas y pinturas.

Esas estampas son materia prima para el orgullo local y, al mismo tiempo, combustible para la leyenda.


Productos recomendados para profundizar y ampliar información sobre el artículo


La extraordinaria historia del samurai Hasekura
Este libro narra la historia de Hasekura Tsunenaga, el samurái japonés que lideró una embajada a Europa en el siglo XVII. La obra ofrece una visión detallada de su viaje y su encuentro con la cultura europea, incluyendo su paso por Sevilla y su relación con el franciscano Luis Sotelo.

No products found.


De Sendai a Coria del Río: Historias de japoneses y Japoneses

Este libro profundiza en la influencia de la embajada Keichō en la región de Coria del Río, destacando las historias de los descendientes de los japoneses que se establecieron en la zona y su legado cultural.

No products found.


Japón. El rastro del samurái

Una obra que examina las huellas dejadas por los japoneses en Coria del Río, centrándose en las familias que adoptaron el apellido «Japón» y su integración en la sociedad andaluza.

No products found.


Vídeo

Fuentes consultadas:

Tu dosis de novedades

Enlaces de afiliados / Imágenes de la API para Afiliados/Los precios y la disponibilidad pueden ser distintos a los publicados. En calidad de afiliado a Amazon, obtenemos ingresos por las compras adscritas que cumplen con los requisitos aplicables.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La máquina del tiempo está en marcha. Cuando el contador llegue a cero, un nuevo artículo verá la luz. O el caos se desatará, quién sabe. Cada segundo que pasa, un artículo se ríe de ti. Suscríbete.

No mires el contador, que parece que va más lento.

error: Contenido protegido, esta página está bajo una licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional