A primera vista, la llamada pirámide de los italianos parece una excentricidad monumental plantada a destiempo en el límite entre Burgos y Cantabria. Una estructura de hormigón forrada de piedra caliza que rompe la serenidad del puerto del Escudo, como si algún ingeniero nostálgico hubiera querido trasladar una versión sobria y provinciana de la pirámide de Cayo Cestio al corazón de la montaña española.
Inaugurada en 1939, el mausoleo nació para albergar los restos de los soldados italianos del Corpo Truppe Volontarie caídos en la campaña del norte de 1937, pero con el paso de las décadas ha acumulado más historias que huesos: polémicas políticas, exhumaciones, homenajes y una buena dosis de abandono y pintadas. Un monumento concebido para la gloria y acabado, irónicamente, como testigo de la desmemoria.
Un proyecto con firma italiana y espíritu propagandístico
El proyecto llevó sello italiano y un inconfundible aroma propagandístico. Detrás de la pirámide estaban nombres que combinaban la ingeniería militar con la escenografía ideológica del fascismo: el teniente y arquitecto Attilio Radic, dálmata afincado en Milán, fue quien propuso reunir los restos de los soldados del Corpo Truppe Volontarie en un único monumento con vocación de eternidad.
Su idea recibió la aprobación entusiasta de Roma y el beneplácito del régimen franquista, siempre dispuesto a inmortalizar la camaradería entre dictaduras. El capellán militar Pietro Bergamini di Varza colaboró en la empresa, aportando el toque espiritual al hormigón armado. Más que un mausoleo, el resultado pretendía ser una declaración de fraternidad ideológica en piedra: sobria, geométrica y sin adornos superfluos, siguiendo la moda del racionalismo y del brutalismo que tanto gustaban a los arquitectos del totalitarismo.
Arquitectura: entre Cayo Cestio y un mausoleo racionalista
En lo puramente arquitectónico, la pirámide de los italianos oscila entre la sobriedad de un mausoleo racionalista y la evocación romántica de los monumentos romanos. Se levanta unos diez metros sobre el terreno —aunque algunos entusiastas la elevan a veinte—, construida en hormigón recubierto de piedra caliza, como si quisiera disimular su modernidad bajo un disfraz de antigüedad. En lugar de culminar en un vértice, la estructura remata en una pequeña plataforma donde, según el proyecto original, debía erguirse una Victoria alada que jamás llegó a ver la luz.
Dentro, un columbario circular con 360 hornacinas albergaba las cenizas de los soldados, mientras una cripta inferior estaba reservada para los oficiales caídos. El resultado es un híbrido curioso, a medio camino entre un templo laico y un monumento castrense, entre el fervor imperial de Cayo Cestio y la austeridad funcional del racionalismo fascista. Ni del todo religioso ni enteramente político, el edificio encarna esa ambigüedad tan propia de los monumentos que aspiran a durar más que las ideologías que los inspiran.
La curva que cambió todo: accidente y exhumaciones
El 19 de mayo de 1971 la historia de la pirámide dio un giro tan literal como trágico. Aquel día, un autocar militar italiano que transportaba excombatientes y familiares de los caídos se precipitó por una curva de la N-623, en pleno puerto del Escudo. Desde entonces, el lugar lleva un nombre tan elocuente como macabro: la “curva de los italianos”. El accidente dejó doce muertos y veintitrés heridos, y su eco resonó con fuerza tanto en España como en Italia. La tragedia, además de teñir de luto las conmemoraciones, aceleró un proceso inevitable: en 1975, el gobierno italiano ordenó la exhumación de los restos.
Unos 268 cuerpos fueron repatriados en cajas de zinc, y los que quedaron se trasladaron a la iglesia de San Antonio de Padua, en Zaragoza. Desde entonces, la pirámide perdió su función funeraria y quedó reducida a una carcasa monumental, víctima del abandono y del grafiti ocasional. Aquella curva fatídica transformó un monumento de exaltación en un recordatorio involuntario del absurdo y la fragilidad de la memoria.
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Del abandono al estatus legal: el choque de las memorias
Durante años, la pirámide de los italianos quedó suspendida entre el olvido y la curiosidad, convertida en una ruina de hormigón que servía lo mismo para excursiones de domingo que para grafitis reivindicativos. Algunos la visitaban por morbo, otros por devoción, y no faltaban los intrépidos que se colaban dentro con linternas en busca de fotos o leyendas. Con el tiempo, la dejadez y el deterioro la transformaron en un símbolo involuntario de las cicatrices mal cerradas de la historia. Sin embargo, el 29 de febrero de 2024 la Junta de Castilla y León decidió intervenir: declaró el monumento Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de monumento, blindando legalmente su conservación y, de paso, desatando una tormenta política.
La medida, publicada en el BOE, dividió opiniones con la precisión de un bisturí ideológico: para unos, se trataba de preservar un pedazo del pasado —con todas sus sombras— como testimonio histórico; para otros, de una operación de blanqueo monumental que convertía un símbolo del fascismo en patrimonio respetable. En cualquier caso, la pirámide volvió a los titulares, demostrando que, aunque vacía de restos, sigue llena de significados.
La actualidad: gestión discutida y riesgo de apropiaciones
En los últimos años, la pirámide de los italianos no solo ha envejecido en su piel de piedra; también ha visto cómo su custodia se convertía en un campo de batalla ideológica. La cuestión de quién debe gestionar el monumento —y con qué propósito— ha despertado recelos y pasiones a partes iguales. Algunas propuestas de cesión a asociaciones privadas o grupos con simpatías por la extrema derecha han encendido las alarmas de quienes temen una apropiación simbólica del lugar.
Otros, más pragmáticos, reclaman una restauración seria y una musealización que explique su contexto histórico sin caer ni en la exaltación ni en el borrado. Porque, al final, decidir quién limpia la hierba o repone las losas rotas equivale a decidir qué relato se cuenta. La disputa sobre la pirámide no es una anécdota arquitectónica, sino una metáfora viva de cómo un país sigue discutiendo con sus fantasmas, incluso cuando estos ya no tienen ni tumba.
Ejemplos comparativos y una anécdota para el camino
La pirámide del Escudo es un monumento sin parientes cercanos en España, una rareza arquitectónica que mezcla hormigón, propaganda y melancolía. Solo puede compararse, con muchas cautelas, a ciertos memoriales franceses o alemanes dedicados a caídos en tierras ajenas, donde la piedra sirve tanto para honrar a los muertos como para justificar su presencia. Aquí, sin embargo, el resultado tiene algo de paradoja castiza: un mausoleo fascista en mitad del paisaje castellano, abandonado, vandalizado y al mismo tiempo protegido por ley. Quizá por eso sigue fascinando, como un error histórico que se resiste a desaparecer.
Y aún queda la anécdota que los lugareños cuentan con media sonrisa: los conductores veteranos de la N-623 siguen señalando la “curva de los italianos” con el mismo respeto supersticioso con que se menciona una tragedia antigua. Nadie necesita recordarles por qué se llama así; la memoria popular tiene más resistencia que el hormigón. Al final, la pirámide no es solo un monumento: es una nota a pie de página en piedra, un recordatorio de que los muertos, incluso los exiliados, siempre encuentran la forma de quedarse.
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Italia en la Guerra Civil española (1936-1939) — Editorial Alianza: Ensayo documentado sobre la intervención italiana en España, que analiza desde decisiones políticas hasta operaciones militares del CTV. Útil para entender los motivos, las unidades enviadas y el impacto en los frentes del norte y este, complementando la historia material de monumentos como la pirámide del Escudo.
- Rodrigo, Javier(Autor)
Italianos en España 1936–1937 — Aymeric López: Investigación específica sobre la presencia italiana en los primeros años del conflicto, con datos sobre unidades, testimonios y desplazamientos. Aporta contexto para quien busque detalles sobre voluntarios, bajadas al frente y memoria de los caídos, una lectura que enlaza con los memoriales y las prácticas funerarias del periodo.
- López, Aymeric(Autor)
Morir lejos de casa: Las cartas de los soldados italianos en la guerra civil: Compilación de correspondencia y testimonios que recupera la voz de soldados italianos en España. Lectura íntima y directa que humaniza el dato numérico: bajas, exilios, duelo y procesos de enterramiento que luego dieron lugar a memoriales como la pirámide del Escudo.
- Muñoz Soro, Javier(Autor)
Vídeo:
Fuentes consultadas
- Muñoz Jiménez, J. M. (2016). La Pirámide de los Italianos en el puerto de El Escudo (1938-1939): documentación de su proceso constructivo. Sautuola, Revista del Instituto de Prehistoria y Arqueología Sautuola, XXI, 239–252. https://www.academia.edu/40431754/_La_Pir%C3%A1mide_de_los_Italianos_en_el_puerto_de_El_Escudo_1938_1939_documentaci%C3%B3n_de_su_proceso_constructivo_Sautuola_Revista_del_Instituto_de_Prehistoria_y_Arqueolog%C3%ADa_Sautuola_XXI_2016_pp_239_252
- Jiménez, J. M. (2018). Aspectos paisajísticos de un sacrario español: la Pirámide de los Italianos (1938-1939) en el puerto del Escudo (Valdebezana, Burgos). Átrio, Universidad Pablo de Olavide. https://www.upo.es/revistas/index.php/atrio/article/view/4247/3515
- Pérez Barredo, R. (2021, 26 de mayo). Tragedia en la pirámide. Diario de Burgos. https://www.diariodeburgos.es/noticia/z8bad8a18-aeb6-ec3f-ca5dd74ceb3c7b09/202105/tragedia-en-la-piramide
- Boletín Oficial del Estado. (2024). Acuerdo 16/2024, de 29 de febrero, por el que se declara la Pirámide de los Italianos, en Valle de Valdebezana (Burgos), Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento (BOE-A-2024-4961). https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2024-4961
- Junta de Castilla y León. (2024, 29 de febrero). Cultura, Turismo y Deporte protege con su declaración BIC la Pirámide de los Italianos. https://comunicacion.jcyl.es/web/jcyl/Comunicacion/es/Plantilla100Detalle/1284877983892/NotaPrensa/1285371086756/Comunicacion
- El País. (2025, 18 de marzo). Una asociación contra la memoria histórica gestionará la pirámide fascista de Burgos por 500 euros anuales durante 30 años. https://elpais.com/cultura/2025-03-18/una-asociacion-contra-la-memoria-historica-gestionara-la-piramide-fascista-de-burgos-por-500-euros-anuales-durante-30-anos.html
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