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La irónica historia de Hessy Levinsons Taft: el rostro «ario» que engañó a los nazis

Si repasamos el amplio catálogo de paradojas históricas, pocas resultan tan deliciosamente irónicas como la de la judía Hessy Levinsons Taft, una mujer cuyo rostro infantil fue, sin saberlo, convertido en la imagen del ideal ario por el mismísimo Tercer Reich. Sí, has leído bien: una niña judía fue el rostro del «bebé perfecto» nazi. El destino, a veces, tiene un sentido del humor particularmente retorcido.

Un casting peculiar en tiempos convulsos

Nos situamos en los años 30 y Alemania, bajo la férrea mirada nazi, no era precisamente un buen lugar si tus raíces eran judías; más bien, era como llevar encima una especie de maldición. Mientras tanto, por su lado, Joseph Goebbels, con su obsesión por controlar hasta el último detalle, se dedicaba a dar forma al mito del «ario perfecto», ya saben: rubio, de ojos claros, facciones angulosas, fuerte y, por supuesto, orgullosa e inconfundiblemente alemán. Cada gesto, cada sonrisa, debía encajar al milímetro en ese estereotipo que él consideraba inamovible, como si la humanidad se pudiera reducir a un catálogo de belleza racial.

Y en medio de este escenario absurdo y peligroso, la pequeña Hessy Levinsons Taft, nacida en 1934 en Riga, Letonia, pero criada en Berlín, posó ante la cámara del fotógrafo Hans Ballin por simple capricho de su madre. La intención no era otra que conseguir un retrato bonito de su hija.

Ni el fotógrafo, ni la madre, ni nadie imaginaba que esa inocente sesión terminaría convirtiéndose en uno de los capítulos más irónicos y surrealistas de la historia del nazismo.

El gran error de la propaganda nazi

Ballin, un fotógrafo reconocido, quedó tan impresionado con la imagen de la niña que, sin avisar a la familia, la presentó a un concurso promovido por el régimen nazi para encontrar el «bebé ario perfecto».

Y, oh, la dulce e impredecible Diosa Ironía: la fotografía de la pequeña Hessy ganó.

Sin que sus padres lo supieran, la foto de Hessy comenzó a aparecer por todas partes: postales, revistas e incluso portadas de folletos del régimen. La sonrisa inocente de aquella niña judía, curiosamente, se transformó en un símbolo de un régimen que, al mismo tiempo, se empeñaba en borrar de la faz de la tierra a su propio pueblo.

“Mamá, ¿por qué estoy en un cartel nazi?”

El desconcierto de los Levinsons al descubrir que su hija adornaba material de propaganda fue, como mínimo, escalofriante. ¿Cómo era posible que algo así ocurriera? ¿Qué pasaría si alguien se enteraba de la verdad?

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Al enterarse del “triunfo”, el fotógrafo decidió alertar a la familia. No había manera de borrar la imagen, pero sí podían asegurarse de que nadie supiera que la niña era judía. Así que los Levinsons hicieron lo más sensato: mantenerse en un segundo plano y evitar cualquier comentario que pudiera ponerlos en peligro.

Hessy Levinsons Taft

La madre de Hessy, según cuentan, no pudo evitar soltar una carcajada nerviosa ante semejante absurdo del destino. Porque, ¿qué mejor manera de burlarse del nazismo que haciendo que promocionara, sin saberlo, a alguien a quien quería eliminar?

La huida y la vida en el exilio

Los Levinsons sabían que su tiempo en Alemania estaba contado. La propaganda nazi había convertido a Hessy en un rostro conocido, pero eso no significaba que estuvieran a salvo. Conscientes del peligro inminente, la familia huyó de Alemania en 1938. Tras un breve paso por Letonia y París, finalmente se establecieron en Cuba, antes de emigrar a Estados Unidos en 1949.

Hessy Levinsons, que había sido el rostro de un ideal que pretendía exterminarla, terminó convirtiéndose en ciudadana estadounidense. Se graduó en la Universidad de Columbia y se convirtió en profesora de química, demostrando que la inteligencia y la resiliencia siempre son más poderosas que la propaganda.

Un testimonio burlón para la historia

Muchos años después, Hessy Levinsons Taft relató su historia en documentales y entrevistas, incluyendo su testimonio para el Museo del Holocausto en Estados Unidos. Lo sorprendente de su experiencia no era sólo que la vida la hubiera puesto en medio de semejante absurdo, sino que su historia terminó siendo un recordatorio vivo del ridículo que resulta cualquier ideología basada en la “superioridad racial”.

Cuando le preguntaban cómo se sentía al respecto, Hessy soltaba ese humor negro que solo alguien que ha vivido algo así puede permitirse: “Me alegro de haberle hecho esto a los nazis”.

La frase, simple y directa, tiene la fuerza de una pequeña venganza histórica. Con sonrisa incluida.


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La historia de Hessy Levinsons Taft en vídeo

Fuente: yadvashem

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