Una figura inverosímil y, sin embargo, histórica
Adrian Paul Ghislain Carton de Wiart (Bruselas, 5 de mayo de 1880 – Aghinagh House, County Cork, 5 de junio de 1963) es uno de esos personajes que la historia regala cuando se cansa de lo verosímil: oficial del ejército británico, nacido en familia aristocrática belga con ascendencia irlandesa, naturalizado británico y con una biografía tan punzante como sus heridas. Sirvió en las campañas de los bóeres, en la Primera Guerra Mundial y volvió a la acción en la Segunda Guerra Mundial.
Su vida se lee como una recopilación de titulares extremos: heridas en la cara, pérdida de un ojo, amputaciones, escapes de campos de prisioneros y la capacidad sorprendente de convertir el sufrimiento físico en anécdota irónica. La reputación que arrastró —la de “soldado inmortal” en relatos populares— no es tanto un mito folclórico como el resultado de una carrera militar jalonada por supervivencias repetidas y por una voluntad de hierro envuelta en un lenguaje grosero y encantador.
Orígenes, educación y el temprano gusto por la hazaña
Nacido en el seno de una familia con cierta posición social, Carton de Wiart llevó una infancia que osciló entre Bruselas y El Cairo: su padre, abogado y personaje bien conectado en los círculos coloniales, trabajó en Egipto y la familia residió allí durante un tiempo. La muerte prematura de su madre lo llevó a internados ingleses; estudió en The Oratory School y matriculó en Balliol College, Oxford, aunque no terminó su carrera universitaria.
La atracción por la aventura lo impulsaron a alistarse en 1899 para luchar en la Segunda Guerra Anglo-Bóer —procedimiento que realizó incluso fingiendo edad y alistándose con un nombre falso—, gesto indicativo de una personalidad que prefería la acción a la comodidad intelectual. Estas tempranas notas biográficas explican dos rasgos constantes: la familiaridad con ambientes cosmopolitas y el desprecio deliberado por las rutas previsibles.
De Somalilandia al frente occidental: heridas que cuentan historias
La Primera Guerra Mundial no encontró a Carton de Wiart en un despacho. En el momento del estallido del conflicto estaba destinado en la campaña somalí, integrado en el Somaliland Camel Corps, donde participó en la represión de la rebelión del líder conocido por los británicos como el “Mad Mullah”. En el ataque a la fortaleza de Shimber Berris recibió dos disparos en la cara, que le costaron un ojo y parte de una oreja; la brutalidad del episodio no hizo sino reforzar su leyenda.
Posteriormente fue enviado al frente occidental y su hoja de servicios parece redactada por un editor de sucesos extremos: heridas en el cráneo, estómago, cadera, tobillo y pierna; la mano izquierda tan destrozada que acabaría perdiéndola; accidentes aéreos; y múltiples evacuaciones y convalecencias. Carton de Wiart no solo acumuló heridas: las narró y las metabolizó hasta convertirlas en anécdotas que reproducían su talante —estoico, burlón y poco propenso a la autocompasión—.
El episodio de la mano amputada tiene un matiz grotesco —o circense, según el humor con que se lo quiera leer—: según su propio relato, cuando un cirujano se negó a amputar dos dedos destrozados, Carton de Wiart se los arrancó con los dientes. La imagen, tan literal como increíble, funciona como metáfora de su relación con el dolor: un sufrimiento domesticado por la voluntad propia, un desafío a la limitación corporal que, narrado en primera persona o por los cronistas, se convirtió en uno de los pasajes más recordados de su autobiografía y, por extensión, de su leyenda.
Ascensos, condecoraciones y la burocracia de la gloria
A pesar de —o gracias a— ese historial de lesiones, Carton de Wiart ascendió repetidamente. Llegó a mandar batallones y, provisionalmente, una brigada. Sus distinciones incluyen la Orden del Servicio Distinguido (DSO), la Orden del Imperio Británico (KBE) y la condecoración belga Croix de Guerre, entre otras. Estas insignias no son, por supuesto, meros aditivos ornamentales: certifican que su carrera, además de ser espectacular, tuvo reconocimiento oficial.
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No obstante, la fama popular suele preferir la anécdota a la medalla; quizá por eso la imagen que perdura es la de un oficial que gastaba un vocabulario descarnado y una sonrisa irónica mientras esquivaba la muerte como quien recoge un sello raro.
Prisionero, túneles y la inclinación por la insumisión
La Segunda Guerra Mundial le tenía reservado un papel singular: viejo, con heridas que aún dolían y, sin embargo, activo. Fue capturado en 1941 y recluido en prisiones especiales para oficiales de alta graduación en Italia. Allí, Carton de Wiart no se entregó a la melancolía; participó en múltiples intentos de fuga y, según las fuentes, llegó a cavar túneles durante meses.
No fue un Houdini refinado: escapó también disfrazándose de campesino italiano, lo que, en términos de plausibilidad, resulta tan literario como auténtico, sobre todo si se recuerda que quien huía tenía sesenta y dos años, un parche en el ojo y una manga vacía donde antes estuvo una mano. La capacidad para convertir la adversidad en operativa concreta —túneles, disfraces, pequeñas resistencias— describe no solo a un hombre hábil, sino a uno que no sabía resignarse a la condición pasiva.
El humor como armadura: citas y anécdotas que explican el carácter
La prosa biográfica suele destacarlo por su grosería encantadora y por una expresión que, más que un epitafio, suena a declaración de principios: «francamente, he disfrutado de la guerra». La frase, pronunciada con la sencillez de quien ha visto lo peor y aún así mantiene una inclinación casi lúdica hacia la prueba, resume la paradoja de su figura: un amor por la acción que no es estulticia bélica, sino una inclinación hacia la experiencia límite.

Era, según compañeros de armas y prisioneros, quien “tenía el récord mundial de malas palabras” y, sin embargo, resultaba entrañable; la ironía y el humor se presentaban como su manera de exorcizar el horror y, al mismo tiempo, de convertirlo en materia narrativa.
Fuera del combate: viajes, caídas y finales inesperados
La vida no terminó en una gran batalla ni en un hospital militar. Tras su retirada definitiva, Carton de Wiart mantuvo una existencia movida: viajó, se casó (incluso a los setenta y un años contrajo matrimonio con Joan Sutherland), y sufrió un accidente doméstico que le provocó fracturas vertebrales al caer por unas escaleras en Rangún. Ironías del destino: el ánimo aventurero le había procurado la gloria en el frente y, en la postguerra, una caída sobre una alfombra le entregó el último parte médico importante.
Murió en 1963 en su residencia de Irlanda; su legado no se conserva tanto en documentos oficiales o epistolarios (se dice que no dejó papeles), sino en la palabra impresa de su propia autobiografía y en la exuberancia anecdótica que los historiadores militares siguen rescatando.
La autobiografía como herramienta de mitificación: Happy Odyssey
Carton de Wiart dejó una memoria titulada Happy Odyssey, libro donde la narración personal y la auto-mitificación se entrelazan en proporciones que conviene leer con ojo crítico: el autor es, en el texto, un superviviente que no elude ninguna página sin teñirla de esa mezcla de sobreviviente orgulloso y bufón.
Autobiografías de este tipo no son registros neutrales; son construcción de identidad: la herida se convierte en marca de honor, el dolor en anécdota y el escapismo en prueba de temple. Por eso, al leerse Happy Odyssey, hay que distinguir entre la picaresca narrada y la verificación documental de los episodios: muchas de las narraciones más extravagantes aparecen también corroboradas por fuentes institucionales, aunque el tono y los detalles anecdóticos provengan de su propia pluma.
Legado cultural y memoria pública
La figura de Carton de Wiart ha trascendido los manuales militares para pasar a la cultura popular: desde homenajes en canciones de bandas que rescatan figuras bélicas hasta menciones en documentales y artículos que celebran su figura como ejemplo de resiliencia extrema.
Esa fijación contemporánea por el “soldado inmortal” tiene una lectura doble: por un lado, la fascinación por la rareza de su biografía; por otro, una incomodidad estética con la celebración de la violencia que se apacigua cuando el personaje es pintoresco y sucio de ironía.
En cualquier caso, su nombre sigue siendo una invitación al debate sobre la manera en que la sociedad mitifica a quienes convierten la guerra en un registro de proezas personales.
Claves para entender el carácter de un hombre que reía ante la fatalidad
- Voluntad como materia prima: la sucesión de heridas y recuperaciones no explica solo la pericia física; explica una disposición psicológica hacia el riesgo y la acción, una elección consciente de exponerse una y otra vez.
- Autonarración estratégica: su autobiografía y las anécdotas que la acompañan son construcción deliberada de una imagen pública, mezcla de humor, exageración y testimonio.
- La ironía como escudo: el uso de la ironía y el lenguaje procaz fue su manera de domesticar el horror y de hacerlo contable ante otros; la risa, en su caso, funcionó como táctica de supervivencia social.
Lecturas recomendadas y fuentes documentales
Para quien quiera profundizar sin confiar únicamente en el relato legendario, conviene consultar la entrada biográfica en archivos militares británicos, los fondos del Imperial War Museum y la propia autobiografía Happy Odyssey.
Las diferentes fuentes ofrecen capas de verificación: datos oficiales, percepciones contemporáneas y la voz del propio Carton de Wiart, esa voz que alterna la elegancia de la experiencia con la insolencia del que ha mirado repetidamente a la muerte y decidió, por sistema, devolverle un guiño.
Productos recomendados para profundizar y ampliar información sobre el artículo
Happy Odyssey
Biografía autobiográfica del general Adrian Carton de Wiart, narrada con humor agrio y detalle bélico. Relato directo de sus campañas, heridas, prisioneros y fugas; edición de tapa blanda pensada para lectores de historia militar que buscan la voz original del protagonista. Incluye pasajes memorables y anécdotas que explican su leyenda.
The Life and Times of Lieutenant General Adrian Carton de Wiart
Estudio biográfico moderno que contextualiza la vida del oficial dentro de la historia militar británica. Investigación académica que combina fuentes primarias y análisis crítico, ideal para quienes buscan una biografía documentada y anotada, con referencias que amplían la comprensión de sus campañas y la construcción de su mito.
Vídeo:
Fuentes consultadas
- Barnés, H. G. (2021, 12 de agosto). Adrian Carton de Wiart, el soldado que no podía morir. El Confidencial. https://www.elconfidencial.com/area-privada-ec-exclusivo/2021-08-12/adrian-carton-wiart-soldado-no-podia-morir_3224784/
- Wikipedia. (s. f.). Adrian Carton de Wiart — Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Adrian_Carton_de_Wiart
- Imperial War Museums. (s. f.). Lieutenant Colonel Adrian Carton de Wiart. Imperial War Museums. https://www.iwm.org.uk/collections/item/object/205022089
- Imperial War Museums (Lives of the First World War). (s. f.). Adrian Carton De Wiart — Life Story. Lives of the First World War. https://livesofthefirstworldwar.iwm.org.uk/lifestory/1074172
- Findmypast (National Archives blog). (2020, 19 de junio). Unique new records from The National Archives — ‘The unkillable soldier’ Sir Adrian Carton de Wiart features in these First World War medical records. https://www.findmypast.co.uk/blog/new/british-nicaraguan-records
- Carton de Wiart, A. (1950). Happy Odyssey: The Memoirs of Lieutenant-General Sir Adrian Carton de Wiart. Jonathan Cape.
Escritor, profesor, traductor, divulgador, conferenciante, corrector, periodista, editor.
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