Saltar al contenido
INICIO » Arthur Paul Pedrick: el inventor que quiso regar el desierto con nieve y otras ocurrencias

Arthur Paul Pedrick: el inventor que quiso regar el desierto con nieve y otras ocurrencias

Hay inventores que pasan a la historia por revolucionar el mundo con un motor, una bombilla o un dispositivo con forma de manzana. Y luego está Arthur Paul Pedrick, una figura tan inclasificable como encantadoramente absurda, que dedicó su jubilación a llenar las oficinas de patentes británicas con ideas que oscilaban entre el delirio megalómano y el surrealismo cotidiano.

Este artículo es una oda a un hombre que patentó más de 160 inventos sin que ninguno llegara jamás a fabricarse. Y lo hizo con la convicción inquebrantable de estar cambiando el mundo.

El principio de una mente liberada: de funcionario gris a gurú de lo impracticable

Arthur Paul Pedrick nació en 1918, en el Reino Unido. Trabajó como inspector en la Oficina de Patentes Británica durante varias décadas, donde su tarea consistía, irónicamente, en filtrar las ideas absurdas que la gente presentaba a diario.

Pero como en una tragicomedia shakespeariana, cuando se jubiló en 1962, Pedrick decidió convertirse en el mismo tipo de inventor que había pasado toda su vida rechazando. Eso sí, con un matiz: sus propuestas eran tan meticulosamente redactadas y fundamentadas que ninguna podía ser rechazada sin antes generar un buen dolor de cabeza entre los examinadores.

Así que empezó a enviar patentes. Muchas. A lo loco. Como si la creatividad fuera un grifo mal cerrado.

El gato Ginger como coautor espiritual

Es difícil entender la obra de Arthur Paul Pedrick sin mencionar a Ginger, su gato pelirrojo, cuya presencia aparece en muchas de sus patentes como fuente de inspiración, como interlocutor e incluso como beneficiario de sistemas de comunicación interplanetaria.

Para Pedrick, Ginger no era solo un felino, sino un confidente intelectual. El señor Paul afirmaba que Ginger estaba preocupado por los efectos de la Guerra Fría, los residuos nucleares y la escasez de nieve en regiones desérticas.

Dato que, por supuesto, solo hace más interesante y delirante esta historia.

NO TE PIERDAS NADA

¿Quién dijo que la historia era aburrida?
Si has llegado hasta aquí, mereces más.

Apúntate al boletín y te seguiremos mandando joyas históricas como esta.
Gratis, sin spam, sin compromisos ni torturas medievales.

Riego intercontinental con nieve derretida: la joya de la corona

Entre sus muchas patentes, destaca por derecho propio la número GB1047735A, registrada en 1966, titulada sin atisbo de modestia:

«Un sistema para la irrigación de los desiertos del mundo con nieve derretida transportada desde la Antártida mediante tubos gigantes de propulsión nuclear».

La idea, que haría fruncir el ceño a cualquier ingeniero en su sano juicio, consistía en construir un sistema de tuberías intercontinentales que conectaran la Antártida con zonas desérticas del planeta. La nieve se fundiría y, a través de un sistema de bombeo asistido por reactores nucleares, se transportaría por el hemisferio sur hasta Oriente Medio, el norte de África o cualquier desierto que se dejara regar.

Pedrick incluía además una clausula poética y preocupada por la humanidad: los tubos también servirían como símbolo de cooperación internacional, para que las potencias nucleares canalizaran su energía hacia fines benéficos y no hacia el aniquilamiento mutuo asegurado.

Otras joyas de la inventiva sin freno

El del riego global no fue, ni de lejos, su única contribución al museo imaginario del disparate técnico. Estas son algunas de sus propuestas más inolvidables:

– Cohetes dirigidos por gatos

En una patente de 1973, Pedrick propuso un sistema de defensa con misiles que podrían ser controlados telepáticamente por gatos entrenados. Según él, los felinos, dotados de una sensibilidad especial, podrían detectar el peligro inminente con más rapidez que los sensores electrónicos. El sistema se activaría con el parpadeo de los gatos. No, no es una broma. Está en papel oficial.

– El artilugio para lanzar bolas de nieve desde aviones

Como si la Guerra Fría no fuera ya bastante tensa, Pedrick imaginó un método para lanzar bolas de nieve gigantes desde aviones a zonas cálidas, ya fuera para enfriar la temperatura o como advertencia diplomática “blanca” en lugar de bombas. Un concepto que mezcla meteorología, psicología geopolítica y una pizca de espíritu navideño.

– Transporte de frutas por tubo a alta velocidad

Otra patente describe un sistema para transportar frutas —concretamente, manzanas— desde Nueva Zelanda hasta el Reino Unido mediante tubos al vacío. Todo ello para que el desayuno inglés pudiera incluir fruta fresca sin que pasara por un mísero barco. Un sistema logístico digno de Willy Wonka pero con el presupuesto de un ministerio de defensa.

Arthur Paul Pedrick… más madera

Otros delirios patentados de Arthur Paul Pedrick incluyen una máquina para disparar bolas de golf a través del Canal de la Mancha como forma de fomentar el entendimiento entre Inglaterra y Francia; un sistema para ajustar la inclinación del eje terrestre mediante explosiones nucleares cuidadosamente colocadas, con el fin de estabilizar el clima global (nada excesivo, claro); y una escobilla de váter que, mediante sensores y brazos robóticos, garantizaba una limpieza impoluta y automática del retrete sin intervención humana, lo que para él suponía un avance civilizatorio tan importante como la rueda o el antibiótico. También diseñó un dispositivo para evitar que los gatos se mojaran al usar una bandeja de arena durante la lluvia, lo cual demuestra, una vez más, quién llevaba realmente los pantalones (o al menos las decisiones prácticas) en casa del señor Pedrick.

La densidad narrativa de sus patentes: entre la ingeniería y la novela de ciencia ficción

Una de las particularidades más notables de Pedrick era su estilo narrativo. Sus solicitudes de patente no eran meras descripciones técnicas. Eran auténticos ensayos de entre 50 y 100 páginas en los que desgranaba no solo los detalles de sus inventos, sino el contexto político mundial, sus propios pensamientos sobre la humanidad, la vida, y el universo. Y, cómo no, las emociones de Ginger.

El tono de sus escritos oscilaba entre el manifiesto filosófico y la novela de anticipación distópica, con ilustraciones técnicas acompañadas de reflexiones sobre el bien común, la paz mundial y la necesidad de escuchar más a los gatos.

El inventor como performance: ¿genio incomprendido o jubilado con demasiado tiempo?

Arthur Paul Pedrick es una figura ambigua. Por un lado, su obra resulta claramente absurda desde el punto de vista técnico. Por otro, su perseverancia, su tono humanista, su obsesiva atención al detalle y su imaginación desbordante despiertan una mezcla de ternura, admiración y carcajada.

No buscaba dinero ni fama. Sus invenciones eran gratuitas, como lo es un poema mal rimado en la servilleta de un bar. No tenía laboratorio, ni ayudantes, ni financiación. Solo su escritorio, su máquina de escribir, un gato naranja y una paciencia infinita para escribir peticiones de patente que desafiaban la lógica, la economía y la física. Pero nunca el aburrimiento.

En el fondo, lo de Pedrick no era ingeniería. Era literatura burocrática aplicada a la sátira cósmica. Y como tal, merece su lugar en los anales de la historia de la invención, aunque solo sea para recordarnos que la creatividad humana no siempre necesita una utilidad. A veces basta con el gozo de imaginar lo imposible.


Productos relacionados

Fuentes: Anfrix Queviral

Para estar al tanto de las últimas novedades

Enlaces de afiliados / Imágenes de la API para Afiliados/Los precios y la disponibilidad pueden ser distintos a los publicados. En calidad de afiliado a Amazon, obtenemos ingresos por las compras adscritas que cumplen con los requisitos aplicables.

NO TE PIERDAS NADA

¿Quién dijo que la historia era aburrida?
Si has llegado hasta aquí, mereces más.

Apúntate al boletín y te seguiremos mandando joyas históricas como esta.
Gratis, sin spam, sin compromisos ni torturas medievales.

error: Contenido protegido, esta página está bajo una licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional