Algunas historias parecen arrancadas de un guion de cine barato, de esos que se emiten a horas intempestivas que no ve ni su propio director. Y luego está la historia de «Moro«, el perro de Fernán Núñez, que sin diploma ni bata blanca parecía adelantarse a Cuarto Milenio, a Stephen King y a cualquier vidente con conexión directa al más allá. Un can callejero, sin pedigrí ni collar, con un supuesto don sobrenatural: presentarse allí donde la muerte estaba a punto de llamar.
Lejos del folclore medieval o de las novelas góticas del XIX, esta historia sucedió en la Córdoba profunda de los años setenta, cuando los pantalones de campana dominaban las calles y la Transición española todavía coqueteaba con su destino. Fernán Núñez, entre olivos, sol, cal y santos, fue el escenario de uno de los episodios más insólitos de la historia canina nacional.
Un forastero de cuatro patas y mirada inquietante
Como suele ocurrir en las leyendas, el “según cuentan” es imprescindible. «Moro» apareció un buen día en el pueblo. Algunos afirman que lo dejaron unos camioneros en un bar de carretera, quizá cansados de su mirada triste. Otros sostienen que lo encontraron bajo un olivo, junto al cadáver de un vagabundo, como si acabara de velar al difunto. Ambas versiones son suficientemente truculentas para encender la chispa de una historia que ya olía a mito.
La llegada del perro no pasó inadvertida. No ladraba, no molestaba, no se colaba en las piernas de los clientes del bar. Simplemente estaba. Observaba. Y, lo más inquietante, parecía intuir cuándo alguien iba a morir. No es exageración: «Moro» tenía un ritual insólito entre los cánidos. Se apostaba frente a la casa del moribundo horas o días antes del desenlace. Allí permanecía, quieto, inmóvil, como una esfinge de cuatro patas, hasta que el alma del vecino cruzaba al otro lado. Después, cual familiar silencioso, acompañaba al velatorio y seguía la comitiva hasta el cementerio.
Entre superstición y titulares amarillos
El pueblo no tardó en dividirse. Algunos lo veían como un ángel peludo enviado para consolar a los vivos. Otros, menos románticos y más dados al dramatismo andaluz, lo llamaban «el perro del demonio». Fuese como fuese, «Moro» ganó fama suficiente para atraer la atención de medios nacionales e internacionales.

La legendaria revista El Caso, Biblia de los sucesos escabrosos, le dedicó un espacio. El Diario de Córdoba, atento al folclore local, también se hizo eco. Pero lo realmente sorprendente fue un reportaje de la televisión alemana, que envió un equipo al pueblo intrigado por el “hund mit sechstem sinn” (perro con sexto sentido). Se dice que el periodista bávaro salió del cementerio con más preguntas que respuestas y una sensación que solo puede describirse como “unglaublich” (algo increíble).
Un perro selectivo con la muerte
Lo más curioso de «Moro» es que, pese a su sociabilidad, no aparecía en cualquier celebración. Ni bodas, ni bautizos, ni verbenas de la patrona. Solo funerales. Todo lo que oliera a alegría le resultaba indiferente. Su olfato parecía activarse exclusivamente con la muerte. No era mal carácter: era vocación. Era el San Pedro de los perros, el último en despedir las almas antes de pasar al otro barrio.

Los racionalistas intentaron explicarlo: que si iba por la comida, que si disfrutaba de las multitudes, que si era muy observador. Ninguna teoría lograba explicar por qué jamás acudía a una comunión o a la inauguración de un supermercado. Solo al luto. Siempre al luto.
Carmela, la amiga humana
Toda leyenda necesita su contraparte humana, y aquí entra Carmela, mujer del pueblo que lejos de temerle, lo acogió como a un hijo perdido. Fue ella quien lo bautizó —Moro, por su pelaje oscuro y mirada profunda— y quien permaneció a su lado hasta el último aliento.

Toda historia trágica tiene su clímax, y este no fue una excepción. En 1983, un grupo de individuos calificados por la prensa como “desalmados” lo golpeó brutalmente en el Llano de las Fuentes. Los aullidos alertaron a Carmela, que acudió a su lado. Lo encontró agonizante, le dio agua y lo abrazó. Tras una última mirada compartida, «Moro» expiró.
Un entierro sin esquelas pero con leyenda
Conmovidos, varios hombres del pueblo cavaron una tumba en las Huertas Perdidas, un lugar que ya de por sí parece arrancado de una novela de realismo mágico. Allí descansó el perro. Con el tiempo, los muros cercanos se derrumbaron sobre la tumba, como si la naturaleza misma quisiera sellar aquel espacio y convertirlo en mausoleo espontáneo. Desde entonces, pocos se atreven a pisar la zona.
Doce años después, el ayuntamiento decidió erigir un monumento. Juan Polo capturó en bronce a «Moro» con gesto sereno, mirada tierna y porte noble. La escultura en el Parque de las Fuentes recuerda que a veces la leyenda se pasea con patas y no necesita ladrar para ser escuchada.
¿Perro, mito o presagio?
La historia de «Moro» oscila entre el costumbrismo y lo sobrenatural, entre el realismo andaluz y un bestiario inexplicable. ¿Era un perro con don? ¿Un callejero con instinto afinado? ¿Un símbolo del duelo colectivo en la España de los años setenta, necesitada de rituales de consuelo?

Quizá poco importe. Hoy, en Fernán Núñez, si alguien dice “Moro”, nadie recuerda a los Reyes de Granada. Todos piensan en aquel perro que olfateaba la muerte con la misma precisión con la que otros husmean la comida.
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Vídeo sobre Moro
Fuentes consultadas
- Ayuntamiento de Fernán Núñez. (2014, 17 de noviembre). Moro — Perro de los entierros. https://fernannunez.es/moro-perro-de-los-entierros/
- El Día de Córdoba. (2024, 12 de agosto). Moro, el perro de Fernán Núñez que vaticinaba la muerte y que tiene su propio monumento. https://www.eldiadecordoba.es/vivir-cordoba/moro-perro-fernan-nunez-muerte-monumento_0_2002208476.html
- COPE Córdoba. (2021, 13 de marzo). La historia del misterioso Perro Moro de Fernán Núñez. https://www.cope.es/emisoras/andalucia/cordoba-provincia/cordoba/noticias/historia-del-misterioso-perro-moro-fernan-nunez-20210314_1186230
- CulturaAndalucía. (s. f.). Moro, el perro de los entierros. https://www.culturandalucia.com/Moro_el_perro_de_los_entierros.htm
- Pozo Lora, R. (1996). Estatua singular, una: la de “El Perro de los Entierros”. Boletín de la Real Academia de Córdoba, 1996, pp. 187–188. https://biblioteca.cordoba.es/Documentos/Indices_de_Boletines_BRAC.pdf
- Inventrip. (s. f.). Escultura Perro Moro de los Entierros. https://inventrip.com/montillamoriles/object/44394/es
Escritor, profesor, traductor, divulgador, conferenciante, corrector, periodista, editor.






