Saltar al contenido
INICIO » La banda sonora de Flash Gordon de Queen: historia y legado

La banda sonora de Flash Gordon de Queen: historia y legado

1980 fue un año peculiar incluso para los parámetros, ya de por sí imprevisibles, de Queen. El grupo acababa de arrasar con The Game, un disco repleto de temas tan descarados como Another One Bites the Dust, y aun así decidió meterse de lleno en un proyecto que, sobre el papel, parecía un antojo tomado a las tantas de la madrugada: crear la banda sonora completa de una aventura espacial extravagante llamada Flash Gordon. De aquel impulso nació Flash Gordon, noveno álbum de estudio de Queen y, al mismo tiempo, su primera banda sonora concebida de principio a fin, lanzada el 8 de diciembre de 1980 en Reino Unido.

A primera vista podría confundirse con un trabajo menor, una especie de divertimento para coleccionistas con abundancia de sintetizadores y un despliegue de efectos que rozan lo cósmico. Sin embargo, bajo esa apariencia de serie B glamurosa se esconde un experimento serio, un campo de pruebas donde el grupo llevó al extremo sus flirteos con la electrónica, el uso de diálogos cinematográficos incrustados en piezas de rock y la idea de que un disco puede comportarse como una película incluso sin imágenes.

Queen en 1980: entre el éxito rotundo y un salto al vacío espacial

Cuando Flash Gordon irrumpe en la agenda del grupo, Queen no está precisamente en horas bajas. The Game ve la luz también en 1980, con un sonido cercano al funk, al disco y a un pop rock más callejero, y supone la ruptura definitiva con aquel antiguo lema orgulloso de “no sintetizadores”.

La banda vive un momento dulce pero con matices. Atrás queda la etapa más estrictamente hard rock, y la sombra grandilocuente de A Night at the Opera continúa planeando sobre cada decisión. A esas alturas, Queen ya se ha ganado fama de hacer exactamente lo que quiere y cuando quiere. En ese contexto, aceptar el encargo de una banda sonora para una producción de ciencia ficción no es un capricho aislado, sino casi la evolución natural de su tendencia al exceso, la teatralidad y la exploración de nuevos territorios estéticos.

banda sonora Flash Gordon

Además, existía un componente afectivo. Roger Taylor era aficionado a la ciencia ficción desde crío; Brian May, con su vertiente de astrofísico, no necesitaba demasiadas razones para apuntarse a un relato de planetas distantes y villanos desmesurados. Freddie Mercury y John Deacon aportaban el toque glam y melódico perfecto para una película que abrazaba el exceso visual sin vergüenza alguna, un festival de colores y gestos exagerados que encajaba de maravilla con la sensibilidad del grupo.

Dino De Laurentiis, “las reinas” y un encargo tan marciano como tentador

El modo en que Queen llegó al proyecto tiene su gracia. Durante el proceso preliminar de The Game, el productor Dino De Laurentiis buscaba un grupo de rock que se encargara de la música de su adaptación cinematográfica del mítico héroe de los años treinta. Cuando alguien sugirió a Queen, cuentan que respondió con un asombro sincero: “¿Pero quiénes son esas reinas?”.

Ese malentendido inicial no impidió que el contacto se formalizara a finales de 1979. El director Mike Hodges mostró a la banda una selección de escenas para que se empaparan del tono: colores estridentes, personajes exagerados, diálogos cargados y un humor que se movía con desparpajo entre lo paródico y lo ingenuamente heroico. Queen vio ahí un terreno fértil para experimentar y aceptó el reto, pero con una condición: libertad creativa total, siempre dentro de la coherencia narrativa de la película.

banda sonora Flash Gordon

La intención no era colocar unas cuantas canciones sueltas en los créditos o acompañar un par de escenas. La propuesta consistía en crear el esqueleto musical completo del filme, desde los leitmotivs de los personajes hasta las secuencias de tensión o combate. Esa ambición explica por qué Flash Gordon no se parece a ningún otro disco de Queen y por qué buena parte del público quedó desconcertada cuando llegó a las tiendas.

Grabaciones frenéticas: entre Múnich y un Londres de estudios industriales

El proceso de grabación fue tan intenso como poco convencional. Queen compaginaba el trabajo en The Game con el desarrollo de la banda sonora, bajo la supervisión del productor Reinhold Mack en Múnich. Paralelamente, en Londres, el grupo afinaba arreglos y efectos en diversos estudios con Brian May como coproductor directo.

El método era casi quirúrgico: se componían piezas cortas en función del metraje que iban recibiendo, se afinaban los pasajes según avanzaba el montaje y se construía un entramado musical que debía acompañar la acción de forma milimétrica. The Hero, uno de los escasos cortes cantados, se grabó prácticamente al límite de la fecha de entrega, ya en la recta final del proceso.

La llegada de los sintetizadores supuso un giro sonoro. Abundaban los teclados estilizados, las percusiones tratadas con efectos, las guitarras convertidas en estallidos futuristas y una sensación adulta de juguete recién estrenado. Todo ello generaba una atmósfera que mezclaba rock, comicidad involuntaria y épica cósmica con una naturalidad sorprendente.

Un disco de estudio que respira como una película

Flash Gordon ocupa un lugar peculiar en la discografía del grupo. Es, al mismo tiempo, una banda sonora cinematográfica y un álbum de estudio oficial. Esa dualidad explica por qué muchos seguidores lo ven como un elemento atípico, casi una rareza incrustada entre dos etapas muy diferentes de Queen.

Solo dos pistas del álbum siguen una estructura tradicional de canción con voz: Flash’s Theme y The Hero. El resto son fragmentos instrumentales que incorporan diálogos de la película, como si se tratara de bocadillos arrancados de un cómic sonoro. Para quien esperaba otro A Night at the Opera, la sorpresa era notable. Pero quienes lo escuchan como lo que pretende ser encuentran una obra cohesionada, con motivos musicales recurrentes, cambios de ritmo ajustados a la acción y un empleo consciente del silencio y el ruido como herramientas narrativas.

“Flash”: un éxito extraño, pero rotundo

El tema más recordado del álbum es, sin discusión, Flash. Brian May lo concibió como columna vertebral del proyecto, y su versión en el disco enlaza diálogos de la primera escena para conformar una especie de tráiler musical. La versión publicada como sencillo reutiliza otras líneas de la película, incluida la célebre frase “¡¿Gordon está vivo?!”, convertida con los años en guiño recurrente entre seguidores.

El tema alcanzó posiciones destacadas en las listas británicas y encontró un hueco en la radio de madrugada y en los recopilatorios posteriores. Su inclusión en el primer Grandes Éxitos del grupo confirma que, por extraño que resultara, había nacido un clásico.

Instrumentales, voces intercaladas y la sensación de ver la película sin verla

La esencia del álbum se despliega especialmente en sus piezas instrumentales. Composiciones como In the Space Capsule, Ming’s Theme, Football Fight, Vultan’s Theme o Battle Theme acompañan momentos concretos del metraje, construyendo una narrativa sonora precisa y muy alejada de la idea tradicional de “relleno”.

La inclusión de diálogos dota al disco de un aire de radionovela, permitiendo al oyente seguir el hilo argumental sin necesidad de imágenes. Esta estructura conecta de forma natural con el origen del propio personaje de Flash Gordon, nacido como serial de aventuras destinado al público general.

Recepción fría y un renacer gracias al culto

En su estreno, el álbum cosechó una acogida moderada. Funcionó bien en ventas, pero no alcanzó la dimensión masiva de otros trabajos de la banda. Con el tiempo, algunos lo interpretaron como una extravagancia, mientras que otros lo vieron como un ejercicio experimental demasiado adelantado para la época.

El giro llegó años después, cuando la película adquirió estatus de obra de culto. Su estética exagerada, su villano monumental y su narrativa descaradamente teatral encontraron un público fiel que redescubrió la banda sonora como un elemento fundamental de su encanto. Esa revisión ha permitido valorar mejor el riesgo tomado por Queen y la audacia del proyecto.

Un laboratorio sonoro entre The Game y Greatest Hits

Enmarcado entre dos pilares de la trayectoria del grupo, Flash Gordon se presenta como un punto intermedio único: comparte texturas electrónicas con The Game, pero las lleva a un terreno mucho más cinematográfico, y anticipa la consolidación definitiva de Queen como grupo icónico a través del Grandes Éxitos de 1981.

El resultado es un trabajo que, pese a su brevedad y su condición fragmentaria, luce con orgullo su propio carácter. Su portada amarilla con rayo rojo evoca el espíritu de la película y reafirma la identidad del proyecto como algo distinto, valiente y, sobre todo, plenamente coherente con la capacidad del grupo para reinventarse sin perder su esencia. Quien se acerque hoy al disco descubrirá un experimento vibrante, exagerado y plenamente consciente de su teatralidad, una obra que demuestra que Queen siempre fue mucho más que una fábrica de himnos.

Vídeo: “Flash Gordon (álbum completo) – Queen”

Fuentes consultadas

Nuevas curiosidades cada semana →

¿Te gusta la historia rara, absurda y sorprendente?

Únete a El Café de la Historia y disfruta una selección semanal de historias curiosas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *