La historia de Reinhold Boyer lleva tiempo circulando por internet como un chicle pegado a la suela de la curiosidad: un ingeniero austriaco, que vivió sus últimos años en Madrid, al que atribuyen la proeza —o la desgracia, según se mire— de haber sobrevivido a media docena de catástrofes colectivas. Descarrilamientos, incendios, terremotos, un transatlántico fatídico y huracanes forman el inventario de episodios que conforman esta pieza viral. El relato tiene sabor a fábula moderna: llamativo, fácil de contar y, por desgracia, difícil de atar a documentos concretos.
La lista de los supuestos golpes del destino
Las versiones más repetidas construyen un guion sencillo y efectivo: un niño que sale ileso de un descarrilamiento con cientos de muertos; un teatro vienés que arde con víctimas; un incendio en una mina; el terremoto de Messina; una cancelación del viaje en el Titanic por enfermedad; un huracán en Miami y, entre medias, crecidas de ríos y otros percances menores que, sumados, dibujan una vida en permanente fuga hacia la supervivencia. Cada suceso tiene su carga dramática. Cada cifra tiñe el relato de épica o de absurdo, según el talante.
Las piezas que relatan estos episodios vienen, en su mayoría, de compilaciones de curiosidades, blogs y reseñas ligeras. Funcionan como un “hit parade” de infortunios que, contados en cadena, convierten a Boyer en un protagonista demasiado atractivo para que los verificadores se tomen la molestia de desmontar la historia —o demasiado impreciso para que los archivistas lo encuentren en los registros. Así nacen las leyendas en la era digital: por repetición y por el gusto que tenemos a las historias que parecen desafiar la estadística.
La ausencia que habla más alto que cualquier testigo
Lo que realmente distingue a este relato de otros sobre supervivientes famosos es la falta de huellas sólidas. No hay, al menos de forma accesible y consistente, partidas de nacimiento, listados fiables de pasajeros, actas profesionales o biografías académicas que acerquen a Boyer al lector con la misma seguridad con la que se cita a otros protagonistas históricos. La anécdota flota sobre un manto de referencias de segunda mano: blogs que se citan entre sí, compendios que reciclan textos anteriores y titulares que prefieren la gracia a la comprobación.
Esto no implica necesariamente que el personaje sea una invención total. Puede existir, y puede incluso haber vivido episodios adversos. Lo que sucede es que la narración tal como se comparte pierde el rastro documental. Y cuando la documentación falla, la historia deja de ser una crónica y se convierte en una fábula que satisface la curiosidad antes que la verdad.
Por qué estas historias prenden tan rápido
La fascinación por el “hombre-azar” no es nueva. Hay al menos tres razones por las que relatos como el de Boyer prenden con facilidad. Primero, funcionan con atajos cognitivos: los sucesos espectaculares tienen mayor peso en la memoria y se recuerdan con más facilidad que los detalles aburridos. Después, existe la tentación de ver patrones donde quizá solo hay coincidencias. Y, por último, las narrativas que privilegian al individuo —al hombre que estuvo en todas partes— son más atractivas que los análisis fríos y estadísticos.
La prensa y las redes sociales hacen el resto. Un titular potente se comparte, que es la moneda que rige el ecosistema informativo actual. El lector recibe la anécdota completa: emoción, números gruesos y la sensación de estar ante un fenómeno inexplicable. Así funciona la memética anecdótica: una historia repetida adquiere autoridad por simple acumulación.
La estadística pone los pies en la tierra
Desde el punto de vista matemático, la existencia de casos extremos no es inverosímil. En poblaciones grandes, con muchos eventos extraordinarios a lo largo del tiempo, aparecen ejemplos que parecen desafiar la probabilidad. La “varianza” genera outliers. Ver un individuo que ha atravesado varios desastres no implica milagro: implica que en una muestra suficientemente amplia eso puede pasar.
Pero hay una diferencia importante entre aceptar la posibilidad estadística y atribuir a un nombre concreto una trayectoria enteramente documentada. La estadística explica la posibilidad; la historia exige pruebas. Es ahí donde la anécdota de Boyer tropieza: porque pide que el lector confíe más en la narración que en el archivo.
Archivo versus atracción narrativa
El contraste entre contar y verificar es una tensión permanente del periodismo popular. Los compiladores de curiosidades tienen una función legítima: entretener, sorprender, alimentar la imaginación. El problema surge cuando ese material se pretende convertir en historia con mayúsculas sin aportar las fuentes que permitan rastrear cada afirmación.

En el caso que ocupa, la ausencia de referencias primarias convierte la anécdota en un espejo deformado de la realidad. Por un lado, ofrece una lectura fascinante sobre el azar y la supervivencia. Por otro, abona la confusión: números inflados, fechas mal ajustadas y conexiones que, colocadas bajo el foco del archivo, se deshacen como un decorado mal montado.
Lecciones prácticas para el lector curioso
Si alguien desea investigar más allá de la anécdota, hay procedimientos sencillos y útiles. Buscar actas y listados contemporáneos. Contrastarlo todo con hemerotecas de la época. Comprobar si los pasajeros de un transatlántico aparecen en un registro oficial. Comparar cifras en trabajos académicos sobre los desastres citados. Es la rutina básica de la verificación: tediosa, pero necesaria.
La humildad documental no empobrece la anécdota; la sitúa en su lugar. Si Boyer fue realmente el superviviente múltiple que cuentan, los archivos acabarán restituyéndolo. Si no lo fue, la historia servirá, al menos, para ilustrar cómo se construyen y se perpetúan las leyendas modernas.
Algunas notas para no perderse en la anécdota
Las cifras cambian con el tiempo. En muchos de los desastres invocados —terremotos, huracanes— las estimaciones de víctimas han variado según revisiones demográficas y nuevas investigaciones. Eso facilita que una anécdota vaya ajustando números a su conveniencia sin que nadie lo cuestione.

Además, la preferencia por la figura singular —la persona que estuvo en todos los sitios— obvia procesos colectivos y contextos. Es más sencillo narrar vidas excepcionales que explicar dinámicas sociales. Y, finalmente, la repetición convierte el error en autoridad: un dato mal citado en un primer texto se replica hasta que parece cierto.
Un relato que merece ser leído, pero con cuidado
La peripecia atribuida a Reinhold Boyer es, en su forma actual, un buen material narrativo: tiene ritmo, contraste y la dosis justa de misterio para enganchar. Requiere, sin embargo, que quien la consuma lo haga con un gesto crítico: disfrutarla como anécdota y, al mismo tiempo, mantener la distancia que exige la historia cuando reclama pruebas.
Si el lector decide hurgar en archivos y hemerotecas, quizá encuentre las huellas que faltan. Si no, la fábula seguirá su curso, útil para recordar que las verdades más redondas no siempre nacen en los archivos: a veces se forjan en el rumor, la repetición y el deseo de creer en relatos que parecen desafiar el azar.
Vídeo:
Fuentes consultadas
- Maldita.es. (2025). Metodología de Maldita.es. Maldita.es. https://maldita.es/metodologia-maldita/
- Federación de Clubes de Modelismo Ferroviario (FCMAF). (2025). Accidentes ferroviarios en España. https://fcmaf.es/Publicaciones/Accidentes_Ferroviarios_Espa%C3%B1a.pdf
- Incendio del Ringtheater. (s. f.). Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Incendio_del_Ringtheater
- Istituto Nazionale di Geofisica e Vulcanologia (INGV). (2019). El terremoto y tsunami de Messina-Calabria de 1908. https://www.ingv.it/es/Bolet%C3%ADn-INGV-n%C3%BAm.-7-de-noviembre-de-2019–a%C3%B1o-XIII/Descubriendo-eventos-s%C3%ADsmicos-pasados%3A-el-terremoto-y-tsunami-de-Messina-Calabria-de-1908
- La Casa de la Arquitectura. (s. f.). Hundimiento del RMS Titanic. https://lacasadelaarquitectura.es/recurso/hundimiento-del-rms-titanic/f19c30cf-9c07-463a-a8cb-0afe2b28bddd
- City of Miami Beach. (2024). This Month in Miami Beach History: The Great Miami Hurricane of 1926. https://www.miamibeachfl.gov/es/this-month-in-miami-beach-history-the-great-miami-hurricane-of-1926/
Escritor, profesor, traductor, divulgador, conferenciante, corrector, periodista, editor.






