En el gran álbum de la historia humana, ese donde conviven desde las glorias de la ciencia hasta los más sonoros patinazos de la cordura, hay hueco para un capítulo protagonizado por un tal Larry Walters, camionero de profesión y soñador con ínfulas de Ícaro en plena era de Reagan. Corría el año 1982.
Larry Walters, nacido en 1949 en Los Ángeles, no quería pasar sus días esquivando semáforos y cargando mercancías. Quería volar. Así, sin metáforas. Como el pájaro que observa el atasco desde la rama más alta. Su intento de ingresar en la Fuerza Aérea fue frustrado por una vista defectuosa, pero él, con la terquedad de un burro romántico, decidió que no iba a permitir que unos ojos miopes le negaran la majestuosidad de los cielos.
Lo que vino a continuación fue una combinación letal de lógica de dibujos animados y entusiasmo artesanal. Walters ideó su propio sistema de vuelo: una silla de jardín (modelo estándar, respaldo cómodo y apta para la barbacoa del domingo), una ristra de globos meteorológicos del tamaño de una sandía, gas helio a granel y, por supuesto, víveres esenciales para cualquier travesía aérea: sándwiches y cerveza. Y una radio de 27 MHz, por lo que pudiera ser.
La aeronave
Y por si la travesía requería ajustes técnicos de altura, se llevó un rifle de aire comprimido. ¿Para defenderse de los pájaros? No. Para disparar a los globos y descender con elegancia; si uno se lanza a la estratósfera en una silla de terraza, es importante contar con un plan de descenso que implique disparar a lo que te sostiene en el aire. La lógica era sencilla.
Inspiración I: la nave que no debía haber despegado
El 2 de julio de 1982, en el patio trasero de una casa cualquiera de San Pedro (Los Ángeles), se gestaba un hito de la historia aeronáutica no oficial. Walters y sus colegas hincharon 45 globos meteorológicos, cada uno con una capacidad de 10 metros cúbicos. El conjunto, atado cuidadosamente a la silla y sujeto al parachoques de su camioneta, tenía cierto aire preocupante de barbacoa de extrarradio con toques de ciencia ficción low cost casera. Una vez listo, cortaron la cuerda.
Larry Walters, el hombre que voló con globos
Larry esperaba ascender, como mucho, a nueve o diez metros. Algo así como flotar un poquito, dar un par de sorbos a la cerveza y bajar antes de que la vecina preguntara a gritos desde la ventana de la cocina qué demonios estaba haciendo. Pero no. Aquello se disparó hacia el cielo como si lo persiguiera Hacienda. En cuestión de minutos, Larry estaba a 4.800 metros sobre el nivel del mar. Para poner en situación, eso es más alto que la cima del Mont Blanc, más arriba que los nimbostratos y peligrosamente cerca del tráfico aéreo.
La silla que invadió el cielo comercial
A esas alturas, la cerveza no sabe igual y el frío empieza a calar los huesos. Walters, que no había previsto el oxígeno (detalle menor), optó por no disparar a los globos. No por prudencia, sino por puro terror: ¿y si perdía el equilibrio y caía en picado como un pavo inflado? Así que se quedó allí, balanceándose como un espantapájaros zen, durante 14 largas horas. Mientras tanto, las torres de control de Los Ángeles detectaban en sus radares un objeto volador no identificado que parecía una silla flotante.
No era ciencia ficción, era América.
El tráfico aéreo del Aeropuerto Internacional de Los Ángeles —uno de los más transitados del mundo— tuvo que lidiar con un nuevo actor en su coreografía aérea. Pilotos de líneas comerciales informaban con estupefacción: «Hay un hombre flotando en una silla a 15.000 pies», que no es el tipo de frase que uno espera pronunciar durante una aproximación. La Guardia Nacional envió dos cazas F-4 Phantom II para interceptar al jardinero aéreo.
El descenso, ese gran desconocido
Los pilotos, que no le veían la gracia a todo este asunto, le dieron un ultimátum: o bajaba, o lo bajaban ellos con fuego artillado. Ante semejante dilema, Walters optó por el plan B. Disparó a algunos globos, y el descenso comenzó… de forma catastróficamente eficaz. La silla cayó a una velocidad poco compatible con el concepto de aterrizaje suave. La suerte —y unos cuantos globos rebeldes— hicieron que se enredara en unos cables de alta tensión en Long Beach.
Larry Walters, el hombre que voló con globos
El impacto cortó la electricidad a más de 20.000 hogares durante veinte minutos. Al tocar tierra, la policía lo arrestó en el acto. Cuando un periodista le preguntó por qué lo había hecho, su respuesta, que pasaría a la posteridad, fue:
“¿Qué quieren? ¿Que me pase toda la vida sentado en mi casa?”
Un héroe, una multa y un final agridulce
Lo que siguió fue una especie de canonización laica e irónica. Larry apareció en programas de televisión, en un anuncio de Timex (la marca, con gran intuición, decidió explotar aquello de “resistente hasta en las alturas”) y fue incluso considerado un símbolo de la inventiva yanqui… y de su peligrosa falta de filtros.
Larry Walters, el hombre que voló con globos
Eso sí, la FAA (Administración Federal de Aviación) no se lo tomó tan bien. Le encasquetaron una multa de 1.500 dólares por infringir unas cuantas leyes aéreas. En concreto: no planificar el vuelo, no coordinar con el control de tráfico, y pilotar un vehículo no certificado. Lo mínimo cuando tu nave es una silla de jardín.
Con el tiempo, la fama se evaporó. Larry trató de reconducir su vida, trabajó como guardabosques, como asistente de seguridad en aeropuertos (la ironía se sirve sola), pero jamás volvió a volar. En 1993, a los 44 años, se quitó la vida en el bosque de Angeles National Forest. Una despedida triste para un personaje tragicómico cuya gesta sigue siendo recordada como uno de los actos de locura más entrañables del siglo XX.
Lógicamente, el vuelo de Larry Walters no cambió la historia de la aviación, pero sí nos dejó una lección: nunca subestimes a un yanqui con tiempo libre, cervezas, una silla de jardín y acceso ilimitado a helio.
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Biografía escrita por George Plimpton en 1998, narra con detalle irónico y tono reflexivo la odisea de Walters desde su ascenso accidental hasta su descenso caótico.
Entrevista a Larry Walters, el hombre que voló con globos
Entrevista a Larry Walters, el hombre que voló con globos
Fuentes consultadas sobre Larry Walters, el hombre que voló con globos:
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