Saltar al contenido
INICIO » 1370: la Venida de la Virgen de Elche y el arca del Tamarit

1370: la Venida de la Virgen de Elche y el arca del Tamarit

Elche sostiene, con razonable orgullo, dos prodigios que han pasado de boca en boca durante siglos: el Misteri d’Elx y una Virgen que, según la tradición más arraigada, llegó por mar sin necesidad de capitán, tripulación ni embarcación.
La fecha marcada en la memoria colectiva es el 29 de diciembre de 1370, cuando aún no había despuntado el sol y el frío de la costa se metía en los huesos. En la playa del Tamarit, hoy dentro del término de Santa Pola, un soldado ilicitano llamado Francesc Cantó cumplía con su guardia cuando un bulto desconocido, empujado por las olas, llamó su atención.

No era un animal desorientado ni un tronco arrastrado por la corriente. Era un arca de madera, cerrada a conciencia, de aspecto discreto pero firme, con una inscripción directa y sin rodeos: “Soc per a Elx”, “Soy para Elche”.
A partir de ese instante, la monotonía militar se transformó en el inicio de un relato que aún hoy articula parte de la identidad local. La tradición afirma que, al abrir la caja, Cantó halló una imagen de la Virgen de la Asunción y un libro singular, el consueta, donde se recogían textos, músicas e indicaciones de una representación religiosa que siglos después se conocería en todo el país: el Misteri d’Elx.

Todo lo demás es una mezcla singular de devoción, memoria, teatro popular e imaginación muy bien dirigida.

La guardia en la playa del Tamarit: del tedio al prodigio

El guardacostas de 1370 no disfrutaba de amaneceres idílicos. Su labor consistía en vigilar una costa vulnerable a incursiones de corsarios, traficantes y demás visitantes poco deseables. Aquel tramo del litoral valenciano, en pleno siglo XIV, no invitaba precisamente a pasar el día en la arena.

La leyenda sitúa la escena en una “mañana fría” de diciembre, con Cantó divisando un objeto que el mar empuja suavemente hasta la orilla. Desciende por la playa y descubre el arca cerrada. No hay restos de naufragio, ni señales de embarcación, ni rastro humano alguno en muchos kilómetros.
Al examinarla más de cerca, lee la inscripción tallada en la tapa. Algunas versiones antiguas del relato hablan incluso de una luz que emanaba del interior cuando la abrió, recurso más propio de la imaginación piadosa que de una descripción literal, pero eficaz para subrayar la trascendencia del momento.

Sea como fuere, el mensaje era inequívoco: aquello no era un objeto extraviado, sino un envío con destinatario específico. Y ese destinatario era Elche.

El arca y su contenido: una Virgen y un libreto

Dentro del arca la tradición coincide sin fisuras: una imagen de la Virgen de la Asunción, futura patrona de la ciudad, y un consueta, un cuaderno litúrgico que funcionaba como guía técnica del Misteri.
El consueta era un documento de trabajo, nada de obras de lujo: incluía diálogos, cantos, indicaciones escénicas y el orden de la ceremonia. Era, en esencia, el guion necesario para representar cada año la misma historia sin que a ningún clérigo se le ocurriera improvisar.

La consueta que, según la leyenda, llegó en esa caja, sería la matriz de la obra medieval que recrea la Dormición, Asunción y Coronación de la Virgen María en dos jornadas: la Vespra (14 de agosto) y la Festa (15 de agosto), que se siguen representando en la Basílica de Santa María.

Es decir, aquel arca trajo nada menos que la protagonista y el libreto. Todo muy ordenado, casi como si lo hubiese embalado una logística divina.
No han faltado autores que han descrito la imagen con rasgos “orientales” o un aire refinado, insinuando que aquella talla no era una más, sino una viajera llegada desde tierras remotas para instalarse en Elche con vocación de quedarse.

Aviso al Concejo: cuando la noticia corre como un caballo desbocado

Tras el hallazgo, Cantó actuó como actuaría cualquiera que encuentra un paquete con destinatario claro: avisó.
Informó al Concejo de Elche, que mandó pregonar la noticia. La ciudadanía, siempre dispuesta a combinar devoción y curiosidad, se movilizó hacia la playa para recoger la imagen y el consueta.

A partir de ese momento, Cantó dejó de ser un soldado anónimo para convertirse en un personaje histórico. En la memoria de la ciudad ya no es un guardacostas con mala suerte en los turnos, sino el hombre que supo interpretar un signo, abrir el arca y llevar la noticia a quien correspondía.
Siglos después, su figura se teatralizó: cada 28 de diciembre, un jinete lo representa cabalgando por la arena del Tamarit, escudriñando el horizonte en busca del arca. Miles de personas esperan el instante en que la caja emerge entre las olas. Es la misma escena, pero acompañada de móviles, cámaras y una madrugá organizada con precisión suiza.

La disputa por la Virgen: bueyes y decisiones inapelables

Ninguna leyenda mediterránea estaría completa sin un pequeño conflicto vecinal. La tradición sostiene que Elche no fue la única interesada en la imagen llegada del mar. Localidades próximas, como Alicante o Santa Pola, también mostraron aspiraciones. Al fin y al cabo, si la Virgen había recorrido medio Mediterráneo, no iba a ser indiferente su destino final.

El relato ofrece una solución tan poética como resolutiva. Se carga el arca en una carreta tirada por bueyes, se les tapan los ojos y se coloca el carro en un cruce de caminos: uno hacia Elche, otro hacia Santa Pola. Se les deja avanzar sin guía y que decida, si no la Providencia, al menos el instinto animal.

Los bueyes, que desconocen las discusiones teológicas pero conocen bien los senderos, avanzan hacia Elche y no se detienen hasta alcanzar la antigua ermita de San Sebastián. Fin de la disputa. Si los bueyes han decidido, ¿quién va a llevarles la contraria?

Hoy este episodio sigue vivo en la romería que acompaña a la imagen desde el Tamarit hasta la ciudad, con una paraeta tradicional a mitad de trayecto, donde se mezcla el descanso con el ritual, reforzando ese vínculo simbólico entre la costa y el interior.

El Misteri d’Elx: un legado nacido de una caja

El hallazgo del arca es el punto de partida de uno de los patrimonios más singulares del Mediterráneo: el Misteri d’Elx.
Este drama sacro-lírico, de raíces medievales, narra los últimos días de la Virgen y se representa dentro de la Basílica de Santa María, con cantores exclusivamente hombres y un valenciano arcaico que convive con fragmentos en latín. La tramoya aérea, que desciende ángeles y eleva almas, haría dudar a más de un técnico moderno de efectos especiales.

La representación ha sobrevivido a prohibiciones, reformas eclesiásticas y avatares políticos. Cuando el Concilio de Trento prohibió el teatro en los templos, el Misteri obtuvo una dispensa especial, lo que permitió que se mantuviera intacto mientras otras obras similares desaparecían o se transformaban.

En 2001 la UNESCO lo declaró Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad y, años después, pasó a formar parte de la lista oficial de manifestaciones protegidas. Desde entonces, Elche presenta este drama como un tesoro único, ligado estrechamente al relato del arca: sin aquella caja con inscripción, quizá no existiría hoy la representación que llena la basílica cada agosto.

De la leyenda a la fiesta: así se celebra hoy la Venida de la Virgen

Lo que se cuenta que ocurrió en 1370 no vive solo en libros o museos. La ciudad lo actualiza cada diciembre.
Las Fiestas de la Venida de la Virgen, que se celebran del 26 al 29, están reconocidas como Bien de Interés Cultural Inmaterial.
El acto más esperado tiene lugar al amanecer del 28 de diciembre. En la playa del Tamarit, con el aire aún frío y la gente abrigada con más ilusión que calor, aparece el jinete que encarna a Cantó. De las aguas emerge el arca. Se abre ante el público, se muestra la imagen y se celebra una misa al aire libre.

Después comienza la romería hacia Elche. La imagen viaja en carreta, arropada por devotos, vecinas, turistas, agrupaciones festivas y autoridades. El camino se vive como un tránsito entre dos mundos: el litoral y la ciudad. La paraeta, a mitad del recorrido, sirve para reencontrarse con la tradición y recuperar fuerzas.

La organización corre a cargo de la Sociedad Venida de la Virgen, fundada en 1865. Custodia símbolos, arma actividades, elige cada año a quien representará a Francesc Cantó y cultiva ese puente entre la espiritualidad popular y la programación cultural contemporánea.
Un ejemplo de su labor es la rehabilitación de la Casa de la Virgen, en el huerto de Puertas Coloradas, que aspira a funcionar como sede y espacio interpretativo donde se explique esta tradición a nuevas generaciones.

Historia, mito y mirada crítica: lo que apuntan los estudiosos

La leyenda es bella, compacta y eficaz, pero la historiografía tiende a ser más cautelosa.
Muchos especialistas sitúan el origen del Misteri no en 1370, sino en los siglos XV o incluso XVI. La copia más antigua del texto que ha llegado hasta hoy no es el manuscrito original, perdido hace siglos. Esto dificulta datar su nacimiento con precisión.

Hay dos grandes teorías sobre el origen del Misteri: una lo vincula a la conquista cristiana de Elche en 1265; la otra, más popular, lo relaciona con la Venida de la Virgen en 1370.
Además, la llegada milagrosa por mar no es exclusiva de Elche. En distintas localidades mediterráneas se narran historias semejantes: imágenes transportadas por las olas en arcas, barcas sin tripulación o maderos convertidos en altares improvisados. La escasez de documentos y la fortaleza de la tradición oral hacen que estas narraciones se alimenten unas a otras.

Esto no resta valor al relato, pero ayuda a entenderlo mejor. La Venida de la Virgen funciona como un mito identitario que explica por qué Elche se relaciona con esa imagen, con ese drama litúrgico y con el mar, aunque la ciudad esté físicamente tierra adentro.

“Soc per a Elx”: cuatro palabras que definen una ciudad

La frase inscrita en la tapa del arca, “Soc per a Elx”, ha acabado convertida en emblema. Se reproduce en murales, paneles informativos, publicaciones y piezas artesanales. Es, en cierto modo, un logotipo sentimental de la ciudad.

En solo cuatro palabras se condensa una declaración poderosa: la Virgen no viene simplemente “a” Elche, sino “para” Elche, con todo lo que implica de destino, elección y protección. Al mismo tiempo, funciona como un guiño irónico: por si hubiese dudas, la caja venía con instrucciones claras de entrega.

La expresión se ha colado en el lenguaje cotidiano y aparece en campañas culturales o titulares que utilizan ese “soy para Elche” como declaración de amor y pertenencia.
Y cada diciembre, cuando el jinete avanza por la arena, las olas devuelven el arca y se escucha el grito de “Visca la Mare de Déu!”, la ciudad revive, una vez más, aquella mañana de 1370, que parece no terminar nunca.

Vídeo: “Leyendas de Elche: la historia de la Venida de la Virgen”

Fuentes consultadas

Nuevas curiosidades cada semana →

Únete a El Café de la Historia y disfruta una selección semanal de historias curiosas.

Únete a El Café de la Historia y disfruta una selección semanal de historias curiosas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *