El 13 de abril de 1942, en las ventosas llanuras de Salisbury, donde el aire ya olía a pólvora y a maniobras militares, se preparó una exhibición de fuego real que debía ser un ejercicio de precisión, no una masacre. Allí se congregaron mandos y oficiales para contemplar cómo una escuadrilla mixta —seis Hawker Hurricane del 175 Squadron y varios aparatos más— ensayaba ataques contra blancos simulados en Imber, un campo de tiro del ejército cuyas colinas y llanos servían de laboratorio bélico y, como se descubriría con horror, de trampa para la percepción humana entre la niebla. Una sola ráfaga mal dirigida convirtió la tribuna de observadores en objetivo real: 25 muertos y 71 heridos.
El parte oficial y la memoria coinciden en dos obviedades: el tiempo era pésimo —bruma, neblina baja— y hubo un error humano. El sexto aparato de la formación, pilotado por el sargento William McLachlan (Flight Sergeant), confundió la tribuna con los blancos de entrenamiento. Dicho sin rodeos: tomó personas por muñecos de práctica. El tribunal que examinó el desastre concluyó que se trató de una mezcla letal de mal juicio y malas condiciones meteorológicas. En el informe final, la matanza se catalogó como un “accidente por desgracia” (misadventure), y se emitió una censura formal contra el piloto.
El piloto: nombre, edad y final apresurado
William John Andrew McLachlan figura en los archivos de la Commonwealth y en los memoriales canadienses: joven, enrolado en la RAF pero con vínculos en el Cuerpo Aéreo Canadiense, según las fichas. Su nombre quedó inevitablemente ligado a la tragedia: fue señalado por la investigación como responsable del error de identificación. Sin embargo, su historia encierra una ironía amarga. Apenas un mes más tarde, el 28 de mayo de 1942, McLachlan murió en acción, abatido por la artillería antiaérea durante una misión sobre el Canal de la Mancha —Cherburgo, dicen los partes—. La vida del aviador, como la de tantos de su generación, fue una sucesión vertiginosa de decisiones al límite y destinos sellados en cuestión de segundos.
Contexto operativo: por qué se hacía aquello en Imber
Imber no se eligió por capricho ni por su encanto rural. Era terreno militar desde hacía décadas y, en 1942, su despoblación forzosa la convertía en el escenario perfecto para demostraciones ante ojos importantes. Según las fuentes, aquella exhibición era en realidad un ensayo general para una visita de alto nivel: la del primer ministro Winston Churchill y el general George C. Marshall, jefe del Estado Mayor estadounidense, prevista tres días después. En plena guerra, la imagen de una maquinaria militar precisa valía más que cualquier prudencia meteorológica o protocolo de seguridad. Que la visita siguiera adelante, pese a la tragedia, dice mucho de la inercia del aparato militar en tiempos de urgencia y jerarquía.
Anatomía de un fallo: visibilidad, formación y procedimientos
Para desentrañar la mecánica del accidente hay que distinguir entre la técnica y el factor humano. Un Hurricane Mk II, por muy fiable que sea, no piensa por sí mismo: su piloto se guía por referencias visuales y por la posición de sus compañeros. En condiciones de haze —esa neblina traicionera— la percepción lateral se distorsiona; los muñecos de práctica, las sombras de los vehículos y el relieve del terreno se confunden como si un pintor enfadado hubiera emborronado el paisaje. Si además el entrenamiento se apoya en seguir al avión precedente, perderlo de vista basta para que un ejercicio coordinado se transforme en fuego amigo. Fue, en esencia, un fallo de navegación visual, de esos que jalonan la historia militar y que recuerdan que la tecnología jamás sustituye la necesidad de sistemas redundantes capaces de distinguir blancos reales de simples observadores.
Consecuencias prácticas y memoria: placas, días de recuerdo y lecciones que no siempre se aprenden
La tragedia dejó listas de muertos, familias destrozadas y, con el tiempo, una placa conmemorativa que recordaría a las víctimas: un gesto institucional que no alivia la culpa, pero al menos fija los nombres en la piedra. En 2012 se inauguró una placa en honor a los 25 fallecidos en aquel ejercicio de abril. La prensa local y los archivos militares han mantenido una contabilidad minuciosa —nombres, rangos, unidades—, aunque el consuelo sea mínimo. Lo que permanece, más allá de las cifras, es la advertencia: en plena exhibición de poder, la seguridad debería pesar siempre más que la agenda política o la necesidad de propaganda.
Anécdota ilustrativa final
Años después, un oficial que había pasado por Imber contaba, con la amargura de quien conoce los pliegues más grises de la logística militar, que los “ensayos para el gran día” suelen estar marcados por la prisa: se recortan verificaciones, se confía en la pericia individual y se delega el riesgo al entorno. En Imber, esa delegación se volvió literal: un espectador transformado en blanco por culpa de la niebla y de las prisas. La historia, al fin y al cabo, resume una lección tan vieja como olvidada: en la guerra —como en la vida— los errores no siempre admiten ensayo general.
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Fuentes consultadas:
- Imperial War Museums. (n.d.). Imber Friendly Fire Incident 1942 – memorial. Imperial War Museums. https://www.iwm.org.uk/memorials/item/memorial/91789
- Salisbury Military History Society. (2021). Summary of the casualties of the Imber live firing tragedy, 13 April 1942 (PDF). https://salisburymilhist.com/wp-content/uploads/2021/07/imber-live-firing-tragedy-13-apr-42-1.pdf
- Government of Canada, Veterans Affairs. (n.d.). William John Andrew McLachlan – Canadian Virtual War Memorial. https://www.veterans.gc.ca/en/remembrance/memorials/canadian-virtual-war-memorial/detail/1079561
- Commonwealth War Graves Commission. (n.d.). McLachlan, William John Andrew – Casualty Details. https://www.cwgc.org/find-records/find-war-dead/casualty-details/1079561/william-john-andrew-mclachlan/
- Taylor, S. (Pilot’s Notes comp.). (n.d.). Hurricane Pilot’s Notes (1564B) [Manual/Pilot notes]. https://stephentaylorhistorian.com/wp-content/uploads/2020/04/hurricane-pilots-notes-1564b.pdf
- ITV News. (2012, April 13). First official recognition for wartime tragedy – Imber incident plaque unveiled. https://www.itv.com/news/westcountry/story/2012-04-13/imber-incident/
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