La cortina de la ducha, ese panel de poliéster o plástico que cumple la humilde función de evitar que el baño se convierta en un lago doméstico, decide con frecuencia traicionar a quien la cuelga: se pliega hacia adentro, abraza al duchante y, en ocasiones, casi le besa la pierna. La escena es tan cotidiana que cabría pensar que la física del asunto estaría resuelta desde la invención de la alcachofa de baño; sin embargo, la cuestión ha acogido teorías, simulaciones, columnas en revistas divulgativas y hasta un Ig Nobel, lo que demuestra que la ciencia, incluso la más doméstica, disfruta de una buena polémica.
El fenómeno se conoce en la literatura como shower-curtain effect o efecto de la cortina de la ducha, y reúne varias explicaciones que conviven sin excluirse mutuamente: flotabilidad térmica, efecto Bernoulli, vórtices horizontales, el efecto Coandă, condensación y simples diferencias de presión inducidas por corrientes de aire. La mezcla de mecanismos es en sí misma una moraleja: los fenómenos reales rara vez obedecen a una única causa elegante; prefieren conspirar en grupo.
Hipótesis de la flotabilidad: la chimenea que empuja y arrastra
La versión romántica y cálida del problema propone que el vapor y el aire caliente generados por el agua de la ducha se elevan —como un amante contento— hacia el techo, y que el aire frío del exterior, más pesado, se colará por debajo de la cortina para sustituirlo. Ese flujo vertical generaría, en ciertos puntos, movimientos laterales que empujarían la cortina hacia dentro o favorecerían la formación de pequeños vórtices locales. La imagen funciona visualmente: aire caliente sube, aire frío baja… y la cortina se deja llevar. Sin embargo, el problema con esta hipótesis es práctico: la cortina también se pega con duchas frías, lo que indica que la diferencia de temperatura no es la única responsable. El fenómeno exige más ingredientes.
La explicación Bernoulli: velocidad y presión en disputa
La explicación favorita de muchos manuales de física recurre a Bernoulli: cuando un fluido (en este caso, el aire) aumenta su velocidad, su presión estática disminuye. Si el chorro de agua lleva aparejado un movimiento del aire en la misma dirección —empujando una corriente paralela a la cortina— la presión interior (la que queda en el lado de la ducha) decae y la presión exterior, mayor, empuja la cortina hacia adentro. Esta idea tiene la virtud de ser sencilla y elegante, además de conectar con una ley clásica que a los físicos les encanta esgrimir en las cenas para parecer sabios. Pero falla en detalles experimentales: no siempre se detecta la corriente de aire que predice el esquema simple de Bernoulli, y la geometría del baño —la distancia entre el cuerpo, la cortina y el cabezal— complica la aplicabilidad directa del principio.
Vórtices horizontales: la tormenta diminuta que lo explica todo
Aquí aparece la aportación computacional que transformó la discusión: simulaciones numéricas que revelan que el spray de la ducha puede inducir un vórtice prácticamente horizontal —imaginar una mini-tormenta girando en torno al eje longitudinal de la bañera— cuyo centro es una zona de baja presión. Es esa depresión la que “chupa” la cortina hacia dentro. A diferencia del argumento puramente térmico o del schema de Bernoulli aplicado de forma lineal, la explicación por vórtice conjuga el movimiento de las gotas, la geometría del cabezal y las paredes del baño, y explica por qué la cortina tiende a plegarse en un punto concreto.
El profesor David Schmidt, que trabajó con simulaciones de dinámica de fluidos y publicó resultados parciales, fue reconocido con el Ig Nobel de Física en 2001 por su contribución a esta pregunta aparentemente trivial pero físicamente rica. La moraleja: cuando el chorro no parece suficiente, deja que las ecuaciones y los ordenadores hablen.
El efecto Coandă y la adherencia del flujo
El efecto Coandă, aquel juguete físico por el cual un fluido en movimiento tiende a seguir una superficie curva y “pegársela”, entra en escena como coadyuvante: el agua que sale y las corrientes creadas pueden hacer que el aire se adhiera temporalmente a la superficie interior de la cortina o a las paredes de la bañera, desviando flujos y favoreciendo que la cortina se pliegue hacia el lado de menor presión. No es la explicación completa, pero actúa como un pegamento físico que magnifica otras causas. El fluido quiere compañía y la encuentra en la plancha plástica.
Condensación, fluctuaciones y momentos críticos
Otro aspecto menos romántico pero no menos real es la condensación del vapor sobre la propia cortina. Cuando la vaporación no es homogénea —la temperatura del grifo tiembla, la presión del agua fluctúa— la tasa de vapor que condensa sobre el plástico puede variar, lo que altera localmente la densidad y la presión del aire junto a la cortina. En esos momentos transitorios, la presión relativa puede descender en el lado interno y la cortina ser succionada. Es una explicación complementaria: no siempre se trata de un fenómeno estacionario y algunas de las sacudidas más tozudas tienen su origen en pequeñas variaciones temporales.
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Presión del aire y el papel de la puerta del baño
A veces, la física más prosaica basta: abrir o cerrar la puerta del baño cambia la ventilación y el reparto de presiones. Un baño con la puerta entreabierta permite la entrada de aire más frío y posición de presiones diferente que, combinada con los otros efectos, empuja la cortina hacia adentro. En baños muy cerrados el problema se acentúa; en los que reciben corrientes laterales constantes, la cortina puede incluso quedarse inmóvil en una configuración estable. La interacción entre el espacio cerrado y las corrientes internas es menos elegante que un vórtice, pero más aplicable en muchas casas.
Un panorama sin un solo ganador: síntesis de teorías
La conclusión práctica que emerge de la bibliografía y de las simulaciones es que no existe una única “culpa” culpable; el efecto es multifactorial. Bernoulli aporta la intuición de la relación velocidad-presión; la flotabilidad explica por qué el vapor caliente puede contribuir; el vórtice horizontal, demostrado con códigos de dinámica de fluidos, ofrece un mecanismo concreto que genera una zona de baja presión central; el efecto Coandă y la condensación matizan los detalles y la evolución temporal del fenómeno. En la vida real, las duchas conjugan varios de estos factores en proporciones variables según el cabezal, la cortina, la distancia al bañista y la geometría del cuarto de baño.
Armas domésticas contra la invasión: soluciones que funcionan (y las que son postureo)
La industria, observando la ficción cotidiana, ha inventado remedios de diversa eficacia: ventosas en los extremos de la cortina que se adhieren a la bañera, imanes cosidos en el dobladillo para unirse a bañeras metálicas, barras de cortina curvadas que tensan la tela hacia la pared interior y pesos cosidos en el borde inferior. Una barra telescópica o una simple argolla con un contrapeso central suelen reducir el plegamiento en una proporción notable. Los imanes no sirven si la bañera es de acrílico o fibra de vidrio; las ventosas son eficaces hasta que la humedad las reseca y se despegan; el peso cosido es a menudo la solución más humilde y duradera. Hay trucos caseros —desde clips hasta pesos colgados con una cuerda— que funcionan precisamente porque actúan sobre lo que la física más aprecia: estabilidad y masa.

El placer educativo del problema: ciencia que entra por la mampara
Que una cuestión aparentemente doméstica haya ocupado páginas de Scientific American, simulaciones numéricas y un Ig Nobel es una lección sobre cómo la curiosidad transforma lo cotidiano en ciencia. El interés por la cortina de la ducha no es mero frívolo: obliga a confrontar conceptos de mecánica de fluidos, transferencia de calor, dinámica no lineal y comportamiento transitorio de sistemas abiertos. Además, es un excelente vehículo pedagógico: explica Bernoulli, vórtices y Coandă con ejemplos que cualquier persona puede observar sin salir de su casa. David Schmidt, que empleó un simulador de sprays y modelos de dinámica de fluidos para obtener una explicación parcial, lo hizo “por diversión” y mostró que la investigación puede nacer del asombro y del absurdo cotidiano.
Anécdotas y curiosidades prácticas
En algunos foros y experimentos caseros, los duchantes han observado que pequeñas modificaciones en el ángulo del cabezal o en la distancia entre el cuerpo y la cortina cambian radicalmente el comportamiento del plástico: acercarse demasiado no solo genera mayor riesgo de contacto no deseado, sino que, en términos físicos, reduce la cavidad por donde puede formarse el vórtice, concentrando la baja presión. Asimismo, las cortinas con texturas o pesos distribuidos tienden a resistir mejor; las telas muy ligeras y largas son las favoritas del vórtice. Un detalle simpático: la explicación que menos quiero ver en la vida es la de quien atribuye la succión exclusivamente a fuerzas misteriosas del destino; la física, en su modestia, basta y sobra.
Experimentos sencillos que cualquiera puede probar
Para quien tenga espíritu experimental (o un baño y tiempo libre), se proponen pruebas simples: 1) variar la temperatura del agua para comprobar si el efecto persiste; 2) colocar un peso en el centro de la cortina y observar la diferencia; 3) cambiar el ángulo del cabezal para ver si el patrón de billowing se desplaza; 4) cerrar y abrir la puerta del baño para notar cómo varía la ventilación y la respuesta de la cortina. La repetición no hace el experimento más glamuroso, pero sí más convincente: la reproducibilidad doméstica confirma la mezcla de causas.
El valor pedagógico y la humildad científica
A fin de cuentas, la cortina de la ducha es un recordatorio cotidiano de que la naturaleza rara vez firma cheques en blanco a explicaciones simples: la física buena demuestra, combina y relativiza. El fenómeno invita a apreciar cómo conceptos teóricos, desde Bernoulli hasta los vórtices, se manifiestan en el entorno más prosaico. Y, si alguien necesita una última razón para leer artículos científicos: entender por qué la cortina le mira con tanto interés a uno es un lujo que combina ciencia, humor y una pizca de vergüenza doméstica.
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Fuentes consultadas:
- Scientific American. (2001, 11 julio). Why Does the Shower Curtain Move Toward the Water? https://www.scientificamerican.com/article/why-does-the-shower-curta/
- Divulgameteo. (2018). Meteorología en la ducha (pdf). https://www.divulgameteo.es/archivos/articulos/misarticulos/Meteorolog%C3%ADa-ducha.pdf
- Martín Domingo, A. (2011). Apuntes de Mecánica de Fluidos. Universidad Politécnica de Madrid. https://oa.upm.es/6934/1/amd-apuntes-fluidos.pdf
- Xataka Ciencia. (2010, 25 febrero). La cortina de la ducha y el sonido de un disparo. https://www.xatakaciencia.com/sabias-que/la-cortina-de-la-ducha-y-el-sonido-de-un-disparo
- Elsevier España. (s. f.). Henry Marie Coandă y el efecto Coandă. https://www.elsevier.es/es-revista-archivos-cardiologia-mexico-293-articulo-henry-marie-coanda-el-3939efecto-X1405994010493733
- Wired. (2001, 5 octubre). Shower Curtain Rises on Ig Nobels. https://www.wired.com/2001/10/shower-curtain-rises-on-ig-nobels
Escritor, profesor, traductor, divulgador, conferenciante, corrector, periodista, editor.
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