Hay rincones del planeta que parecen fruto de la inspiración de un ebanista con resaca y una fijación enfermiza por las líneas torcidas. El Bosque Torcido —Krzywy Las, para los polacos que lo sufren y lo presumen— es uno de esos caprichos naturales que desafían la lógica y el nivel del espíritu. Situado en las afueras de Nowe Czarnowo, cerca de Gryfino, en la Pomerania Occidental, este modesto conjunto de pinos escoceses decidió que crecer hacia arriba era demasiado previsible. Unos cuatrocientos ejemplares, ni más ni menos, optaron por doblarse con una elegancia insólita: a escasos centímetros del suelo se arquean formando una perfecta “J”, se deslizan de lado entre uno y tres metros, y luego, como si nada, retoman el rumbo vertical hacia el cielo. El resultado, tan uniforme y desconcertante, parece una conspiración vegetal contra el concepto mismo de la línea recta.
Plantados, curvados y envueltos en misterio
Las guías y los informes coinciden: estos pinos fueron plantados hacia 1930, cuando la zona aún era territorio alemán dentro de la provincia de Pomerania. Desde entonces —o quizá desde que empezaron a torcerse con descaro— el pequeño bosque ha alimentado la curiosidad de botánicos aficionados, carpinteros románticos, cazadores de teorías absurdas y fotógrafos con inclinación por lo insólito. Se calcula que son unos cuatrocientos ejemplares, con alturas que rozan los quince metros y curvas que comienzan apenas a unos cuantos centímetros del suelo. El contraste entre la corteza rojiza, el verde del musgo y la textura arenosa del terreno da lugar a una imagen tan fotogénica que parece ideada para un catálogo de viajes, aunque en realidad se trata de un monumento natural que no necesita filtros ni etiquetas para fascinar.

Entre la leyenda artesanal y la lógica vegetal
La versión más romántica —y sin duda la más cinematográfica— cuenta que alguien, en los años treinta, decidió domesticar los pinos para conseguir madera curvada destinada a barcos, muebles o quién sabe si instrumentos musicales. Según esa teoría, los árboles fueron “educados” desde jóvenes, doblados con mimo y paciencia para que crecieran con esa forma enrevesada que hoy los hace famosos. El argumento resulta tentador: las curvas son tan uniformes, tan milimétricamente similares, que cuesta no imaginar a un artesano meticuloso diseñando cada tronco como si fuera una pata de silla o la quilla de un navío. De ahí que la historia se haya repetido durante décadas en guías turísticas y artículos divulgativos como si fuera un dogma con aroma a serrín.
Pero la ciencia, siempre menos poética y más terca, apunta en otra dirección. Los investigadores que han analizado el fenómeno hablan de una reacción puramente fisiológica, sin intervención humana: el llamado graviotropismo. Cuando un tallo queda inclinado o tumbado —ya sea por el peso de la nieve, una tormenta caprichosa o el tronco caído de un árbol vecino— el vegetal activa su brújula interna y trata de corregir la postura. Primero aparece la curva horizontal, esa inconfundible “J” a ras del suelo, y después el árbol se reincorpora en busca de la luz. No hace falta un carpintero con vocación artística, sólo una circunstancia que obligue al brote a torcerse en su infancia. Como explicó el profesor Gary Coleman, de la Universidad de Maryland, “la curvatura podría ser una respuesta clásica a la gravedad”.
Tormenta, nieve o troncos olvidados: historias del bosque
Existe otra teoría… ¿Y si los pinos pudieron crecer bajo troncos de árboles mayores que habían sido talados y abandonados?. Aquellos restos, como vigas caídas, obligaron a las jóvenes plántulas a buscar huecos por donde colarse para alcanzar la luz. Con el tiempo, cuando esos obstáculos se pudrieron o fueron retirados, los árboles retomaron su verticalidad, dejando grabado en sus cuerpos ese extraño quiebro que hoy desconcierta a todo visitante. La escena se imagina fácil: leñadores apurados, montones de troncos alineados y, bajo ellos, una generación de pinos empeñados en sobrevivir aunque fuera a base de curvas. Es una explicación sencilla, casi doméstica, pero encaja con la disposición uniforme de las deformaciones y con esa curiosa orientación al norte que comparten la mayoría de ejemplares.

Los archivos locales son parcos y la memoria colectiva, difusa. Lo demás —las teorías de carpinteros creativos y los cuentos de madera para barcos— pertenece al reino de las leyendas bien contadas, esas que todo folleto turístico necesita para vender un poco de misterio con cada foto.
Un mapa de mitos y turistas
En pocas décadas, el Bosque Torcido ha pasado de rareza local a fenómeno internacional. Hoy desfilan por sus senderos visitantes armados con móviles, trípodes y la irresistible necesidad de posar junto a un árbol que desafía la geometría. Hay selfies con sonrisa perpleja, vídeos timelapse que muestran cómo la luz acaricia las curvas y reseñas en TripAdvisor que van desde el “mágico” hasta el “esperaba algo más grande”. A diferencia de otros lugares que deben inventarse una catástrofe geológica para resultar atractivos, el Krzywy Las no necesita excusas: su encanto radica precisamente en su extravagancia serena.
Desde un punto de vista narrativo, el Krzywy Las tiene todos los ingredientes del éxito: misterio, estética y facilidad de acceso. Es el típico lugar que se comparte con el comentario de “no hace falta filtro” y que despierta en los creadores de contenido la pulsión de conseguir “la foto distinta”. Sin embargo, esa popularidad conlleva consecuencias menos fotogénicas: la erosión del suelo por el pisoteo constante, la compactación de la tierra que asfixia las raíces superficiales y la manía humana de tocar, subirse o dejar su huella allí donde la naturaleza ofrece un espectáculo demasiado perfecto para ser creído.
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Lecciones para jardineros y domadores de paisajes
Para quienes viven entre raíces y planos de jardín —paisajistas, técnicos forestales o carpinteros con alma de botánico— el Bosque Torcido es casi un manual abierto de cómo la naturaleza puede doblarse sin romperse. La madera curvada de forma natural es un tesoro: no se astilla, conserva su resistencia y ofrece un acabado que ningún torno podría imitar con tanta elegancia. Observar la dirección uniforme de las curvas y su regularidad permite incluso deducir que los árboles crecieron bajo condiciones muy similares, lo que delata una plantación bien planificada, aunque los resultados parezcan obra del azar o del capricho.
El lugar deja también una lección de humildad: a veces basta un gesto mínimo —apilar troncos, tapar brotes, alterar la pendiente del terreno— para transformar un bosque corriente en un espectáculo de formas irrepetibles. En el lenguaje de los diseñadores de jardines, esto recuerda a las técnicas de “entrenamiento” vegetal que buscan guiar ramas o troncos hacia un patrón estético concreto, como las espalderas o los jardines escultóricos. La diferencia es que, en el Krzywy Las, no hay constancia de ninguna mano humana detrás del experimento. Si hubo un artista, fue la casualidad; si hubo intención, fue una que se perdió en el tiempo y que hoy sigue riéndose, discretamente, desde cada curva.
Lo que aún queda por desentrañar
La ciencia, con toda su precisión, puede iluminar muchas incógnitas, pero el Bosque Torcido sigue guardando algunos secretos con obstinación vegetal. Aún quedan preguntas que ningún estudio ha despejado del todo: analizar los anillos de crecimiento podría revelar si las deformaciones se produjeron al mismo tiempo o en distintos periodos; estudiar la orientación de cada curva permitiría averiguar si hubo un patrón ambiental común; y rebuscar en los archivos forestales de la Pomerania de 1930 tal vez sacaría a la luz algún informe olvidado sobre una plantación experimental o un proyecto maderero peculiar.
Mientras esas respuestas llegan —si llegan— el Krzywy Las continúa siendo una mezcla deliciosa de patrimonio natural, curiosidad popular y laboratorio improvisado donde la gravedad y la biología conversan con la historia humana.
Cómo mirar el Bosque Torcido sin convertirlo en un accesorio de selfie
Quien se acerque al Bosque Torcido con la cámara en la mano haría bien en recordar que no todo lo hermoso necesita un posado encima. Fotografiar el Krzywy Las requiere el mismo respeto que se le debe a una catedral o a un animal salvaje: observar, encuadrar y no tocar. Nada de subirse a las curvas ni de pisotear las raíces buscando el ángulo perfecto. Cada zapato que deja su marca en la base de un pino resta un poco de futuro al conjunto, y ningún hashtag compensa eso.
La verdadera foto, la que merece guardarse, es la que captura la quietud del lugar sin intervenir en ella. La que muestra cómo esos árboles, torcidos pero orgullosos, continúan apuntando al cielo pese a todo, como si se rieran de la obsesión humana por enderezarlo todo. El Bosque Torcido no necesita filtros, marcos ni retoques: basta con mirarlo sin prisas para comprender que su belleza no está en lo extraño de sus formas, sino en la naturalidad con la que el caos se convierte en arte. Y, por una vez, dejar el móvil a un lado quizá sea la mejor forma de recordarlo.
Productos recomendados para profundizar y ampliar información sobre el artículo
Polonia (Guías de País Lonely Planet) : Polonia es una guía en español que recorre las regiones esenciales del país, desde Gdansk y la Pomerania hasta Cracovia y los Cárpatos. Incluye mapas, recomendaciones prácticas, rutas y datos históricos que ayudan a localizar el Bosque Torcido dentro del contexto regional. Es una herramienta de consulta para planificar visitas y entender la geografía y el patrimonio local.
GUÍA DE VIAJE POLONIA 2025 (Guía práctica en español, ed. 2025): Guía contemporánea en español que recoge itinerarios, consejos de transporte y lugares recomendados por regiones, actualizada para 2025. Incluye secciones sobre Pomerania y entornos naturales, información para llegar a Nowe Czarnowo y recomendaciones logísticas para visitar el Bosque Torcido sin pérdida de tiempo ni sorpresas.
Vídeo
Fuentes consultadas:
Wikipedia. (2025, 6 de junio). Bosque Torcido. Wikipedia. https://es.wikipedia.org/wiki/Bosque_Torcido
Benaamari, O. (2023, 6 de agosto). ‘Krzywy Las’, el misterioso bosque con los árboles encorvados: tienen forma de J y todos apuntan hacia el norte. El Español. https://www.elespanol.com/enclave-ods/historias/20230806/krzywy-misterioso-bosque-arboles-encorvados-forma-apuntan-norte/784671541_0.html
Masson, P. H., Tasaka, M., Morita, M. T., Guan, C., Chen, R., Boonsirichai, K., … (2002). Arabidopsis thaliana: A Model for the Study of Root and Shoot Gravitropism. Arabidopsis Book, 1, e0043. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3243349/
Ryu, J.-Y., Kim, J.-Y., & Park, C.-M. (2015). Adaptive thermal control of stem gravitropism through alternative RNA splicing in Arabidopsis. Plant Signaling & Behavior, 10(11), e1093715. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4883874/
Almeciga Avellaneda, L. (2023). Bosque Torcido: uno de los lugares más extraños en el mundo. El Tiempo. https://www.eltiempo.com/mundo/europa/bosque-torcido-uno-de-los-lugares-mas-extranos-en-el-mundo-730827
Sierra-de-Grado, R., Pando, V., Voltas, J., Zas, R., Majada, J., & Climent, J. (2022). A veces lo torcido se destuerce: implicaciones adaptativas del control postural del tronco (Acta 8CFE-701). 8º Congreso Forestal Español. https://8cfe.congresoforestal.es/sites/default/files/actas/8CFE-701.pdf
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