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El Mejor Partido de Islandia: cómo un chiste acabó gobernando Reikiavik

La política, ese terreno resbaladizo entre lo solemne y lo grotesco, a veces se toma vacaciones en Islandia. En 2009, en plena resaca de la crisis financiera, un cómico con nombre de personaje nórdico —Jón Gnarr— decidió que ya estaba bien de tomarse en serio a quienes no sabían ni fingir bien que sabían lo que hacían. Así nació Besti Flokkurinn, o lo que viene a ser El Mejor Partido. Con un nombre así, ¿quién podría sospechar que se trataba de una sátira?

Promesas de campaña: del jacuzzi al oso polar

Jón Gnarr no se anduvo con rodeos ni con programas tibios. En un despliegue de desvergüenza política absolutamente honesta, prometieron:

  • Toallas gratis en todas las piscinas públicas de Reikiavik. La dignidad nacional y la recuperación de la crisis empieza por secarse bien.
  • Un oso polar para el zoo.
  • Un Disneyland en pleno Atlántico Norte.
  • Un parlamento libre de drogas para 2020.
  • Y, en un gesto de austeridad navideña, la eliminación de todos los Papás Noeles menos uno: «Solo necesitamos un Santa Claus, economizar es clave«.

Eso sí, advirtieron que no cumplirían ni una de sus promesas. Literalmente. Un detalle menor, al parecer, para el electorado que ya estaba curado de espanto tras ver a su moneda, la corona islandesa, convertirse en chatarra de souvenir.

La sinceridad como arma política

Mientras los partidos tradicionales hablaban con el ceño fruncido y el corazón hipotecado, El Mejor Partido apeló al cinismo transparente: declararon que eran abiertamente corruptos, a diferencia de los demás, que lo eran en secreto. “Si vas a ser robado”, parecían decir, “que al menos sea con salero”.

mejor partido islandia

Y así, como quien no quiere la cosa, en las elecciones municipales de 2010 arrasaron. Obtuvieron el 34,7 % de los votos y se quedaron con seis de los quince asientos del ayuntamiento de Reikiavik. Jón Gnarr fue nombrado alcalde. Y así, el mismo caballero que se disfrazaba de drag queen y había protagonizado sketches en televisión parodiando a políticos… ahora estaba a cargo de la capital islandesa.

El alcalde punk y los trajes institucionales

Durante su mandato (2010–2014), Gnarr asistió a reuniones oficiales disfrazado de Darth Vader, se negó a formar coalición con partidos que no hubiesen visto The Wire —la serie—, y se negó a usar corbata. Gobernó con una mezcla de lógica absurda y sentido común inusitado: redujo el déficit, promovió la cultura, mantuvo el transporte público y, para asombro de todos, no metió la pata más que sus predecesores. Y eso, en Islandia post-crisis, ya era un logro olímpico.

El ocaso del Mejor Partido (que no del chiste)

El Mejor Partido no se presentó a las elecciones siguientes. Era parte del trato: una broma no debe repetirse hasta perder la gracia. Gnarr, fiel a su espíritu punk y antiestablishment, se retiró con dignidad antes de convertirse en una caricatura de su propia caricatura. Su paso por la alcaldía dejó un legado peculiar pero respetado, y una pregunta flotando en el aire glacial: ¿es peor un político que miente disfrazado de gestor, o un cómico que gestiona disfrazado de payaso?

Islandia, como siempre, fue por delante. El resto del mundo aún trata de decidir si el humor es un arma o una defensa, o ambas cosas a la vez.

Mientras tanto, la toalla gratis en la piscina pública sigue sin llegar, pero al menos todo el mundo sabe que era una broma.


Fuentes:

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