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El ciervo, el cazador y la justicia poética: cuando la sentencia incluye ver Bambi

En los anales de la justicia estadounidense —ese folletín judicial donde lo insólito a menudo se codea con lo tragicómico— hay sentencias que, por su extravagancia, merecen un altar. O al menos una mención especial en el salón de los castigos ejemplarizantes. En 2018, el estado de Missouri nos regaló uno de esos momentos jurídicos inolvidables: el caso de David Berry Jr., cazador furtivo reincidente, condenado no solo a un año de prisión, sino también a ver Bambi una vez al mes durante su estancia en la cárcel.

No es el principio de una película de los hermanos Coen. Esto pasó de verdad.

Crónica de una caza tan ilegal como reiterativa

Durante varios años, la familia Berry —una especie de clan especializado en abatir ciervos al margen de cualquier normativa, código ético o lógica ecológica— se dedicó con fervor casi místico a la caza furtiva en Missouri. Pero no cualquier caza. Lo suyo era matar ciervos por puro gusto, principalmente por las cabezas como trofeo. Los cuerpos eran abandonados, como si se tratase de envoltorios sin interés.

David Berry Jr., el protagonista de esta tragicomedia legal, no estaba solo en sus andanzas. Su padre, David Berry Sr., y su hermano Kyle Berry también participaron activamente en esta orgía de ilegalidades cinegéticas. El Departamento de Conservación de Missouri estimó que más de 100 ciervos fueron cazados de manera ilícita por los Berry. Una cifra que, por sí sola, ya da para un documental, y no precisamente uno de los que narran con voz pausada el equilibrio de los ecosistemas en La 2.

Justicia con moraleja: Bambi como castigo

Lo interesante del caso no es solo la magnitud de la caza ilegal, sino la creatividad judicial que se desplegó en la sentencia. El juez Robert George, del condado de Lawrence, decidió que un simple año en prisión no bastaba para resarcir simbólicamente el daño cometido. Así que añadió un ingrediente de justicia poética: Berry Jr. debía ver la película Bambi al menos una vez al mes mientras estuviera entre rejas.

cazador condenado a ver Bambi
Dave Berry

La orden especificaba que debía ver la versión de Disney de 1942, la misma en la que la madre de Bambi es asesinada por un cazador invisible que, paradójicamente, representa todo lo que los Berry simbolizaban en la vida real.

Resulta que la sentencia tenía tanto de ejemplarizante como de performance pedagógica. La idea de que un hombre que mataba ciervos por deporte tuviera que revivir en bucle la escena más lacrimógena del cine animado del siglo XX provocó reacciones de todo tipo. Sobre todo, aplausos.

Una familia, muchas armas, cero remordimientos

La investigación no fue rápida. Se extendió durante años y acabó siendo una de las mayores operaciones contra la caza furtiva en la historia de Missouri. Se incautaron armas, arcos, cabezas de ciervo y fotos que los Berry se hacían orgullosos con sus presas. También descubrieron que usaban cebos ilegales y cazaban de noche, en propiedades privadas y sin permisos. Vamos, que no faltaba de nada en este caso.

No eran precisamente amateurs despistados. Tenían un sistema casi profesional, y una pasmosa falta de respeto por cualquier norma medioambiental. Pero claro, los tiempos cambian, y en pleno siglo XXI, con redes sociales y ojos en todas partes, hasta los furtivos con ínfulas de trofeos acaban retratados.

¿Castigo ejemplar o anécdota judicial?

A nivel legal, la inclusión de Bambi en la sentencia fue, por supuesto, simbólica.

Pero no deja de ser fascinante que una corte estadounidense decidiera, entre todo el catálogo de herramientas jurídicas, incluir una película para niños como terapia correctiva.

Un ciervo digital contra el cazador analógico

Desde aquel juicio, no consta que los Berry hayan reincidido. Tampoco que haya salido del penal tarareando canciones de Disney ni abrazando cervatillos. Pero la historia quedó para el anecdotario judicial y para recordar que, a veces, la justicia tiene más imaginación que muchos escritores de ficción.


Fuentes:

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