La historia del Santo Prepucio ocupa un rincón muy particular de la memoria religiosa, ese en el que lo sagrado convive con lo casi costumbrista. En teoría, sería el fragmento anatómico perdido de Jesús tras su circuncisión; en la práctica, un pequeño trozo de piel que se pasó siglos viajando por Europa con más movilidad que un músico callejero en temporada alta. Varias iglesias lo reclamaron a la vez, encendiendo una curiosa competición devocional en la que cada templo defendía su pieza como si fuera la Copa del Mundo de las reliquias.
Origen y fundamento teológico (o la eterna pregunta: ¿y esto dónde acaba?)
El punto de partida es sobrio: Lucas menciona la circuncisión de Jesús y deja al lector con la incógnita del destino del prepucio. Los evangelios apócrifos, siempre más teatrales, rellenaron el silencio con historias de matronas solícitas, tarros de alabastro perfumados y perfumistas que, según parece, tenían la misión de custodiar el fragmento como si fuese un secreto de familia. Un relato con tintes domésticos que la tradición convirtió en un mito con categoría de objeto santo.
El debate teológico llegó cuando alguien preguntó qué pasa con las partes separadas del cuerpo durante la resurrección: ¿se reabsorbe todo? ¿Se asciende con o sin recortes? La discusión derivó en piruetas intelectuales que rozaban lo surrealista. Finalmente, la Iglesia prefirió la vía práctica: aquello era tan prescindible como el pelo cortado o las gotas de sangre vertidas. Pese a ello, el deseo popular de tocar algo “que hubiera estado allí” mantuvo viva la fiebre por la reliquia.
Peregrinaciones, indulgencias y el teatro de las autenticidades
En la Edad Media, época de peregrinaciones y credenciales espirituales, no faltaron monasterios deseosos de presumir de su propio Santo Prepucio. Charroux, Coulombs, Le Puy, Amberes, Besançon, Hildesheim e incluso San Juan de Letrán defendieron con entusiasmo su ejemplar. Algunas instituciones argumentaban que lo habían recibido como un regalo regio; otras hablaban de hallazgos milagrosos en muros y sótanos polvorientos. La falta de pruebas no era un problema mientras sobraban fieles.
Tras las Cruzadas, el asunto se volvió casi cómico. Hasta doce prepucios distintos circularon por Europa, cada uno con su cartel introductorio y sus defensores acérrimos. Cuando pidieron a Inocencio III que identificase uno como el auténtico, el Papa decidió no mojarse. Quizá intuía que la ciencia forense del siglo XIII no estaba para ese nivel de detalle.
Calcata: la última procesión antes del apagón
En tiempos más recientes, el caso más llamativo fue el de Calcata, un pequeño pueblo italiano que sacaba la reliquia en procesión cada uno de enero, día de la Circuncisión. Turistas, curiosos y vecinos seguían el relicario —decorado con joyas— por calles estrechas y empedradas, en un desfile que mezclaba solemnidad y cierto asombro generalizado.

La tradición se truncó cuando el relicario fue robado. Nadie lo vio salir y nadie lo volvió a ver. Desde entonces, el Santo Prepucio de Calcata ha alimentado teorías, reportajes y más de un café de sobremesa entre historiadores aficionados. Con su desaparición se esfumó el último candidato visible y el pueblo pasó a ser el punto final, al menos conocido, de su larguísimo itinerario.
Iconografía, mística y la broma cósmica de Saturno
Mucho antes del robo, la reliquia había protagonizado episodios de misticismo. Santa Catalina de Siena afirmaba haber recibido un anillo nupcial formado por el propio prepucio, símbolo de un matrimonio espiritual con Cristo. Otra mística aseguró haberlo sentido en la lengua durante una visión. Si algo demuestra esto es que la imaginación religiosa medieval no tenía complejos anatómicos.
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Con la llegada de la modernidad ilustrada, las interpretaciones se volvieron más irónicas. Algún erudito, probablemente con un sentido del humor muy refinado, sugirió que el fragmento podría haberse unido a los anillos de Saturno al ascender al cielo. Una teoría que nadie tomó en serio, pero que contribuyó a dar al Santo Prepucio una segunda vida literaria.
Decretos, silencio y un asombro cada vez más laico
En el siglo XX, la Iglesia puso orden en la jungla de reliquias dudosas. El culto al Santo Prepucio quedó oficialmente limitado a principios de siglo y, con las reformas posteriores, prácticamente desapareció de la vida litúrgica. Aun así, algunos lugares mantuvieron la tradición de manera discreta hasta su extinción definitiva.
Hoy, el interés por el Santo Prepucio navega más entre el folclore, la historia cultural y la curiosidad que entre la devoción. La Iglesia prefiere recalcar el valor espiritual de la circuncisión frente al detalle físico, mientras que la reliquia se ha convertido en un recordatorio de una época en la que la fe, la imaginación y las historias increíbles formaban un triángulo inseparable.
Vídeo:
Fuentes consultadas
- Aleteia España. (2018, 27 marzo). La historia de la «reliquia» más singular de la Cristiandad. https://es.aleteia.org/2018/03/27/la-historia-de-la-reliquia-mas-singular-de-la-cristiandad/
- “El Santo Prepucio – RELICS”. (2023, 6 mayo). La veneración del prepucio de Jesús. https://relics.es/es/blogs/relics/el-santo-prepucio
- Jot Down. (2015, 10 octubre). En busca del Santo Prepucio. https://www.jotdown.es/2015/10/en-busca-del-santo-prepucio/
- The Guardian. (2007, 28 febrero). Beyond belief | Religion. https://www.theguardian.com/world/2007/feb/28/religion.uk1
Escritor, profesor, traductor, divulgador, conferenciante, corrector, periodista, editor.
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