Si creía que la historia no podía ser más absurda, prepárense para conocer cómo un pez, el arenque, y su peculiar «arte» de liberar gases, logró desencadenar tensiones diplomáticas entre Suecia y Rusia.
Agárrense bien, porque esto no es un chiste: es un episodio real que combina biología marina, paranoia de la Guerra Fría y millones de euros desperdiciados en busca de… ¡flatulencias acuáticas!