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Ovejas en caída libre: la epopeya lanuda de la Segunda Guerra Ítalo-Etíope

En la muy larga y desvergonzada tradición de las invasiones europeas al continente africano, hay momentos que desafían la lógica, la ética… y el sentido común. Entre ellos, brilla con luz propia la aventura ovina de Benito Mussolini durante la Segunda Guerra Ítalo-Etíope (1935-1936). Una campaña colonial envuelta en racismo, delirios imperiales, y, por si no fuera suficiente, paracaidismo para ganado.

Todo comenzó, como tantas catástrofes históricas, con una idea grandiosa y completamente idiota: Mussolini soñaba con resucitar el Imperio Romano. Pero no el de los toga y Senado, sino uno con camisas negras, petróleo barato y la pretensión de convertir África Oriental en el patio trasero del Duce. Para ello, puso el ojo en Etiopía, uno de los pocos estados africanos que todavía no lucía bandera europea clavada en su suelo. Ya lo habían intentado en 1895, y Menelik II les dio una soberana paliza en la batalla de Adua, que aún escocía en los círculos militares italianos como si fuese una úlcera nacionalista sin cicatrizar.

África Oriental: el tablero de un dictador acomplejado

Para 1935, Italia ya había echado el guante sobre Libia, Eritrea y Somalia. Le faltaba la pieza central del rompecabezas fascista: Etiopía. Benito Mussolini decidió vengar la afrenta de 1896 con una campaña relámpago. El problema, claro, es que Etiopía no era precisamente una pista de aterrizaje pavimentada con sueños coloniales. El ejército etíope, dirigido por el emperador Haile Selassie, era numeroso, sí, con más de 500.000 hombres… pero su equipamiento estaba más cerca del medievo que del siglo XX: fusiles oxidados, lanzas, arcos, y una fe que ni los cruzados.

Por otro lado, el ejército italiano llegaba con tanques, aviones, artillería química y una logística que, aunque algo improvisada, parecía suficiente para asegurar la victoria. O eso creían, porque se encontraron con un obstáculo más temido que los guerreros etíopes: el Desierto de Danakil.

El Danakil: horno, infierno y campo de pruebas para idioteces logísticas

Ubicado entre Eritrea y Etiopía, el Desierto de Danakil es uno de esos lugares que harían llorar de desesperación incluso al demonio. Las temperaturas alcanzan los 50°C a la sombra (cuando hay), el suelo escupe ácido sulfúrico por capricho volcánico, y la vida parece haberse tomado unas vacaciones permanentes. National Geographic no dudó en llamarlo “el lugar más cruel de la Tierra”, y no precisamente por romanticismo geográfico.

Aún así, los generales italianos, con la mente embotada por mapas, arengas patrióticas y discursos del Duce, decidieron cruzarlo como quien atraviesa un parque. Se diseñó una operación de suministro aéreo para no depender de caravanas ni mulas (que habrían muerto derretidas, como mantequilla en sartén), usando 25 aviones que lanzarían víveres, municiones y agua en paracaídas.

Y aquí entra en escena el detalle que convierte esta historia en oro puro para los amantes de la tragicomedia: la carne fresca.

El problema de la parrillada fascista

En condiciones normales, uno manda latas, embutidos, carne en conserva. Pero claro, estamos en 1935, en medio de un desierto donde la nevera más cercana queda a 2.000 kilómetros y refrigeración es un concepto tan teórico como la democracia en la Italia fascista. Algún ingeniero logístico, con más ambición que sensatez, tuvo una idea que haría sonrojar al propio Kafka: lanzar ovejas vivas en paracaídas.

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La lógica era… lógica: si no se puede conservar la carne, que llegue viva. Y si el terreno no permite transporte terrestre, que se tiren desde el aire. Así fue como 72 ovejas y 2 toros se convirtieron en pioneros involuntarios del paracaidismo animal. Aunque nadie preguntó a los animales su opinión sobre formar parte de esta grotesca versión fascista de “Aterriza como puedas”.

¿Cómo se lanza una oveja desde un avión?

No hay constancia de manuales oficiales para el lanzamiento de ganado desde aeroplanos, pero el experimento debió de tener más tropiezos que éxito. Según testimonios de soldados italianos —algunos recogidos en crónicas posteriores— algunas ovejas aterrizaron sanas, otras con huesos rotos y unas cuantas directamente no aterrizaron: se estrellaron. Al parecer, el problema no era solo la caída, sino el pánico animal, la mala sujeción de los paracaídas (diseñados, conviene recordar, para humanos o cargas inanimadas), y el hecho de que nadie en su sano juicio debería lanzar rumiantes desde el cielo.

Se cuenta también que uno de los toros, probablemente más robusto y testarudo que sus compañeras lanudas, rompió el paracaídas con sus movimientos, convirtiéndose en un proyectil cárnico que dejó una marca imborrable —y probablemente sangrienta— en algún rincón del desierto.

El resultado: carne fresca, pero a qué precio

Las ovejas que lograron aterrizar sin convertirse en puré lanudo fueron sacrificadas in situ por los cocineros militares. La carne, aunque algo estresada y polvorienta, sirvió para alimentar a tropas hambrientas. El resto acabó como anécdota, escarnio o almuerzo de los carroñeros del desierto.

La escena debió de ser digna del mejor esperpento: soldados fascistas recogiendo ovejas aturdidas entre sacos de arroz y cajas de munición, mientras sudaban a chorros bajo un sol asesino.

¿Y la guerra? ¿Ganaron los italianos?

Sí, Italia conquistó Etiopía en 1936. Pero fue una victoria tan turbia como corta. La ocupación duró hasta 1941, cuando los británicos y las fuerzas etíopes expulsaron al ejército italiano. Durante ese tiempo, se impuso un régimen de terror: ejecuciones sumarias, uso de armas químicas prohibidas (como gas mostaza), represión brutal de la resistencia… Todo en nombre de una civilización que se pretendía superior.

Pero esa es otra historia….


Productos recomendados para profundizar y ampliar información sobre el artículo

Etiopía: El Conflicto Italo-Abisinio: Estudio en español que recopila crónicas, documentos y análisis sobre la campaña italo-abisinia (1935–1936), con atención a las operaciones, la logística y el uso de armas químicas; edición en rústica pensada para lectores interesados en la historia colonial italiana y la resistencia etíope.


La Battaglia di Adua e il popolo italiano: Reimpresión en español/italiano que recoge crónicas contemporáneas y análisis sobre la batalla de Adua (1896) y su legado en la política colonial italiana; texto con ilustraciones y notas que contextualizan la derrota italiana y su influencia en el irredentismo que precedió a las campañas de los años 30.


Mussolini’s War: Fascist Italy from Triumph to Collapse, 1935–1943 — John Gooch: Monografía en inglés que analiza las campañas militares italianas —incluida la invasión de Etiopía— y la evolución estratégica del régimen fascista entre 1935 y 1943;


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Fuentes consultadas

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