La Lotería de Navidad de 1812 no nació entre villancicos, luces doradas y anuncios que buscan la lágrima fácil, sino al compás de cañones, hambre y una política de guerra hecha a golpe de urgencia. Mucho antes de que los niños de San Ildefonso entonaran sus cantinelas y de que los décimos viajaran plastificados en carteras y monederos, hubo un instante inaugural: el 18 de diciembre de 1812, en Cádiz, en plena Guerra de la Independencia. Aquella fecha marca el primer sorteo que hoy se reconoce como origen del actual Sorteo Extraordinario de Navidad.
No se hablaba aún de “Sorteo de Navidad”, ni “El Gordo” tenía la aura de mito económico que posee hoy. Pero el armazón ya estaba construido: números, billetes, premios y una idea que, para su tiempo, resultaba sorprendentemente moderna. Convertir la ilusión colectiva en una herramienta de recaudación.
Cádiz 1812: una ciudad sitiada que se juega la suerte
Para comprender aquel primer sorteo hay que asomarse a su escenario. Cádiz en 1812 era una suerte de isla política y emocional. Mientras buena parte del país estaba ocupada por las tropas de Napoleón y el rey legítimo languidecía lejos de su trono, la ciudad resistía el cerco francés con una terquedad casi heroica.
En Cádiz se reunieron las célebres Cortes, empeñadas en redactar una Constitución liberal mientras el estruendo de la artillería acompañaba cada debate. La famosa Pepa, promulgada el 19 de marzo de ese mismo año, nació en un ambiente en el que los discursos idealistas convivían con el olor a pólvora y la incertidumbre crónica.
Por las calles de la ciudad sitiada se mezclaban militares, comerciantes, diputados, funcionarios, clérigos, periodistas, marineros y buscavidas de mil procedencias. Había bullicio, sí, pero también una sensación de provisionalidad permanente. Y entre rumores, panfletos y tertulias, surgió un proyecto de carácter práctico, casi austero: una lotería capaz de aliviar las arcas públicas sin apretar todavía más a los ciudadanos.
La “Lotería Moderna”: cómo convertir la guerra en billetes numerados
El origen de la actual Lotería Nacional no tuvo nada que ver con el espíritu festivo. Surgió de una necesidad acuciante: financiar un país en guerra. La idea se le ocurrió a Ciriaco González Carvajal, jurista y político que, lejos de los campos de batalla, buscó un mecanismo ingenioso para aumentar los ingresos del Estado sin recurrir a nuevos impuestos. Sobre el papel, una proeza administrativa.
En noviembre de 1811 las Cortes aprobaron su propuesta. La llamaron “Lotería Moderna” para distinguirla de la “Primitiva”, un sistema ya existente desde el reinado de Carlos III. La nueva modalidad se estrenó el 4 de marzo de 1812. Fue una especie de ensayo general, discreto pero eficaz: los ciudadanos compraban un número, soñaban con el premio y, sin saberlo, contribuían al sostenimiento del esfuerzo bélico.
La fórmula funcionó. Y cuando algo ingresa dinero sin protestas masivas, la administración desarrolla un afecto inmediato.
Del invento fiscal al primer sorteo “navideño”
En ese contexto de penuria y resistencia se celebró el sorteo del 18 de diciembre de 1812. No se le llamó todavía “Sorteo de Navidad”, pero es considerado el primero de la cadena que desembocaría, con el tiempo, en la tradición actual. El propósito seguía siendo el mismo: recaudar fondos para la Hacienda pública y, de paso, insuflar algo de ánimo a una población agotada por la guerra.
Entonces, la venta de billetes estaba restringida a Cádiz y San Fernando, los últimos bastiones libres de la presencia francesa. Solo más tarde, cuando los ejércitos napoleónicos comenzaron a retroceder, la lotería se expandió por el resto de Andalucía y, gradualmente, por toda España.
Para los compradores, aquel billete era una mezcla de escapatoria simbólica y gesto patriótico. Un número podía convertirse en un pequeño salvavidas económico. Para las arcas públicas, era un instrumento ideal: dinero voluntario que, curiosamente, no provocaba rechazo.
18 de diciembre de 1812: crónica de un sorteo en tiempo de guerra
El amanecer de aquel 18 de diciembre debió de parecerse a tantos otros en la ciudad sitiada. A lo lejos, el retumbar de la artillería francesa. A ras de suelo, la vida que intentaba continuar: el puerto, las tiendas, los pregones, los rumores. En medio de esa normalidad en tensión, la lotería introducía un paréntesis insólito: la posibilidad de que unas cifras cambiaran la vida de alguien.
Los billetes tenían un precio de 40 reales. No era una cantidad insignificante, pero resultaba asumible para comerciantes, artesanos, funcionarios o cualquier ciudadano capaz de reunirla. El primer premio ascendía a 8.000 pesos fuertes (aproximadamente 4.000 pesetas), equivalentes a 64.000 reales. En términos contemporáneos, podría parecer poco. En la España devastada de 1812, aquella suma representaba un salto vital enorme: comprar bienes, invertir en un pequeño negocio o, sencillamente, dejar atrás la miseria.
No se conservan testimonios detallados que retraten la atmósfera exacta del sorteo. Pero se sabe que ya existía una liturgia: números, bombos, extracción pública y proclamación de premios. El espectáculo era austero, sin cámaras ni locutores, aunque la expectación popular era palpable. En plena guerra, cualquier motivo para reunirse y soñar un rato resultaba valioso.
El número 03604: el primer “Gordo” de la historia
Aquel día, la suerte eligió al número 03604. Ese fue el primer gran premio, el antepasado directo de lo que hoy se conoce como “El Gordo”. El billete premiado costaba los mencionados 40 reales y otorgaba una recompensa equivalente a años de salario medio.
Hoy circulan cálculos erróneos que traducen esas 4.000 pesetas a euros actuales como si se tratara de un simple cambio monetario. Esa comparación, además de injusta, resulta absurda: el valor real del premio en 1812 era enorme. Con ello se podía adquirir propiedad, abrir un negocio o garantizar estabilidad económica en un tiempo turbulento.

Y sin embargo, el ganador permanece en el anonimato histórico. No ha sobrevivido ningún documento que lo identifique. Ese vacío ha permitido que el 03604 se convierta en una cifra legendaria. Cada cual puede imaginar qué hizo su dueño: invertirlo sabiamente, proteger a su familia o dilapidarlo entre jarras de vino y tertulias gaditanas.
Una lotería en plena Guerra de la Independencia
Lo más revelador de aquel primer sorteo navideño no es el número premiado, sino su función. La Lotería Moderna nació como herramienta de financiación del conflicto. Frente a la alternativa de imponer nuevos tributos, se ofrecía un juego atractivo cuya recaudación era aceptada por la ciudadanía.
El sistema cumplía también un objetivo emocional y político. En un país exhausto, sometido a la incertidumbre y a la violencia, la lotería proporcionaba una ilusión reglada. El ciudadano compraba un número, lo comentaba con amigos, fantaseaba con lo que haría si la suerte le sonreía y contribuía, de paso, a la causa nacional. Un impuesto voluntario con premio potencial. Difícil encontrar una ingeniería fiscal más astuta.
De Cádiz al resto de España: expansión de la Lotería Nacional
Tras el éxito inicial, la Lotería Moderna —convertida con el tiempo en Real Lotería Nacional— comenzó a expandirse lentamente. Primero, por los territorios liberados de Andalucía. Más tarde, por el resto del país. La fórmula sobrevivió a cambios de régimen, pronunciamientos, repúblicas, restauraciones y dictaduras. Demasiado eficaz para prescindir de ella.

Ya entrado el siglo XIX, los sorteos celebrados en diciembre empezaron a adquirir un carácter especial. A medida que la costumbre se consolidaba y que la fecha evocaba simbologías propias de la época, el sorteo decembrino fue diferenciándose del resto del calendario.
Cuándo empezó a llamarse “Sorteo de Navidad” de verdad
Hubo que esperar décadas para que el nombre actual arraigara. En 1892, el sorteo de diciembre empezó a aparecer oficialmente como “Sorteo de Navidad” en los programas de premios. En 1897, la denominación quedó impresa por primera vez en los décimos.
Entre el sorteo fundacional de 1812 y ese reconocimiento oficial pasaron ochenta años. La genealogía es clara: Cádiz puso el germen; el nombre, el tono sentimental y el ritual tardaron en consolidarse. Pero cuando lo hicieron, lo hicieron para quedarse.
Con el siglo XX el sorteo se convirtió en un fenómeno de masas. Desde 1940 los décimos se imprimen en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. En 1957 se retransmitió por televisión por primera vez. Y, año tras año, ha ido generando una expectación colectiva que combina tradición, superstición y economía en proporciones casi inamovibles.
De la bahía sitiada al sorteo mediático: tradición, dinero y costumbres
Comparar el Cádiz sitiado de 1812 con la liturgia mediática del sorteo actual es un ejercicio casi humorístico. Hoy la Lotería de Navidad se comenta en tertulias, se analiza en estadísticas interminables y se sigue en directo desde cualquier rincón. Hay provincias especialmente afortunadas, números “gafes”, terminaciones veneradas y teorías que harían sonrojar a más de un matemático.
El primer premio por décimo ha crecido hasta cifras que rozan lo desorbitado. La venta de décimos, participaciones y rifas internas se ha convertido en un fenómeno social. No hay bar de barrio donde no circule algún número “de la casa”, ni empresa donde no se reparta el tradicional talonario como quien entrega una reliquia anual.
Y, pese a todo, persiste una conexión directa entre aquel sorteo de 1812 y el de cada 22 de diciembre actual. Entonces se jugaba para mantener la guerra y soñar con un respiro. Hoy se juega por tradición, por inercia o por ese “por si acaso” que nadie quiere ignorar. Con los años han proliferado rituales: repetir un número cada temporada, escoger fechas personales, recurrir a supersticiones de lo más variopintas o seguir consejos de personajes pintorescos.
Lo que en 1812 fue un recurso para financiar la resistencia se ha transformado en un fenómeno cultural con vida propia. Pero su origen sigue siendo sorprendentemente humilde: una ciudad exhausta, bajo asedio, que encontró en un bombo de madera una forma inesperada de sostenerse… y de regalarse, aunque fuese por un instante, un poco de esperanza.
Vídeo: “Los orígenes de la lotería nacional en el Cádiz de 1812”
Fuentes consultadas
- Sorteo Extraordinario de Navidad. (s. f.). Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Sorteo_Extraordinario_de_Navidad
- Lotería Nacional de España. (s. f.). Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Loter%C3%ADa_Nacional_de_Espa%C3%B1a
- Aparicio, J. A. (2020, 21 de diciembre). Cádiz, el origen de la leyenda de la Lotería de Navidad. RTVE. https://www.rtve.es/rtve/20201221/cadiz-origen-leyenda-loteria-navidad/2060176.shtml
- El Café de la Historia. (2025). El Tocomocho, un timo de largo recorrido. El Café de la Historia. https://www.elcafedelahistoria.com/el-timo-del-tocomocho-una-estafa-antigua-pero-eficaz/
- Golderos Vicario, J. M. (2022). La creación de la Lotería Nacional en España. Real Asociación Española de Cronistas Oficiales. https://www.cronistasoficiales.com/la-creacion-de-la-loteria-nacional-en-espana/
- Sociedad Estatal Loterías y Apuestas del Estado. (s. f.). Historia. SELAE. https://www.selae.es/es/web-corporativa/quienes-somos/la-empresa/historia
Escritor, profesor, traductor, divulgador, conferenciante, corrector, periodista, editor.






