La escena, por inaudita, sonaba a borrador olvidado de una distopia futurista tirando a inquietante, pero ocurrió con la placidez burocrática del día a día japonés.
Todo empezó con un tuit lanzado por un joven ilustrador de Tokio que decidió convertir una intervención quirúrgica de “anulación genital” en una especie de experimento social con tintes culinarios.
Su propuesta —poner a la venta sus propios genitales como plato principal por 100.000 yenes— prendió como pólvora en la red: hubo curiosos, hubo indignados y, por rocambolesco que parezca, también hubo comensales dispuestos a sacar la cartera.
La propuesta mezclaba activismo, provocación conceptual y una gastronomía para la que ningún recetario estaba preparado.
El gesto público: precio, redes sociales y un menú surrealista
Aquel 8 de abril de 2012, el artista anunció con la serenidad de quien vende una bicicleta usada algo que difícilmente podía clasificarse en una categoría conocida: ofrecía sus genitales —pene, testículos y escroto incluidos— como comida, dispuestos a ser cocinados al gusto del comprador, en el lugar que este eligiera.
El precio, cien mil yenes, convirtió la oferta en titular inmediato. Y no sólo por la naturaleza del producto, sino por la mezcla tan japonesa, tan medida, de motivos personales (cubrir gastos médicos) y espectáculo performativo.
La velada no se limitó a un intercambio culinario. Fue presentada como un evento artístico con música, paneles explicativos y un chef de ocasión que no era otro que el propio protagonista. Entre el público, cinco aguerridos comensales pagaron alrededor del equivalente a 500 euros actuales por una ración del insólito plato.
El resto prefirió mantenerse en terrenos gastronómicos menos comprometidos, pero aun así disfrutó del morbo ambiental, que tenía algo de exposición, algo de ceremonia y su aquél de circo contemporáneo.
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De la cocina experimental al rigor sanitario
Los testimonios de la época insisten en que las «partes» fueron tratadas —según el propio autor— con un rigor casi quirúrgico: congeladas, embolsadas por duplicado y después preparadas siguiendo una receta sencilla que incluía champiñones y perejil italiano. Como si la adición de una guarnición humilde fuese capaz de devolver cierta normalidad al conjunto, de trasladar lo grotesco al ámbito casi doméstico de una cena entre amigos.

No faltaron las menciones a las precauciones legales: se aseguró que se respetaban las normativas sobre manejo de restos orgánicos, residuos médicos y salubridad alimentaria. Y aunque muchos dudaron de si semejante evento podía cumplirlas realmente, lo cierto es que la operación sirvió para abrir un debate más amplio, más incómodo y más urgente sobre los límites éticos de ciertas expresiones artísticas.
El detalle legal: cuando el tabú no está en el código
El aspecto jurídico resultó, quizá, tan chocante como el propio banquete. En Japón, al menos en aquel momento, no existía una ley específica que prohibiera la ingesta de carne humana. Este vacío obligó a las autoridades a buscar otros encajes legales. La policía de Tokio terminó investigando el caso y preparando posibles cargos no por canibalismo —categoría inexistente en el código penal— sino por exposición indecente y actos considerados ofensivos para la moral pública. El expediente llegó incluso a manos de la fiscalía.

Lejos de justificar nada, esta laguna puso de relieve un dilema contemporáneo: ¿cómo legislar situaciones que no se han imaginado ni en los peores exámenes de oposición? El suceso llevó a juristas y a periodistas a debatir sobre identidad, autonomía corporal y protección de la dignidad humana, trasladando la controversia desde la cocina hasta el foro público.
Entre la identidad y el espectáculo
Las declaraciones del artista, recogidas por diversas agencias, revelaban una mezcla de motivaciones que iban más allá del simple escándalo. La performance pretendía visibilizar la asexualidad, cuestionar los rígidos binarismos de género y explorar cómo el cuerpo puede convertirse en soporte, mensaje y, en este caso, mercancía.
En esa tensión entre reivindicación y espectáculo radicaba la esencia del suceso. Para unos, era activismo crudo y directo; para otros, una jugada para captar atención mediática con el método más radical imaginable. La lectura final dependía del observador, pero incluso las interpretaciones más benevolentes admitían que el evento funcionaba como un formidable imán para el morbo contemporáneo.
Ecos culturales y otras genealogías del exceso
El nombre de Mao Sugiyama —seudónimo elegido por el artista— se adhirió de inmediato a la tradición del arte corporal extremo. Una genealogía donde el cuerpo se corta, se pinta, se perfora o se ofrece al público como territorio de reflexión y provocación. Pero en este caso el salto era cuantitativo: la participación del público implicaba un consumo literal del artista, una frontera que pocos estaban dispuestos a mirar de frente.
La repercusión pública osciló entre la estupefacción irónica (“cosas que solo pasan en Japón”) y la condena firme, con llamadas a revisar leyes y límites culturales.
El suceso llevó a antropólogos y curiosos a preguntarse por qué la antropofagia sigue ejerciendo ese magnetismo ambiguo. Tal vez porque, en lo profundo del imaginario colectivo, comer implica apropiarse; y apropiarse de un semejante es el tabú absoluto.
La historia permanece hoy como una pieza incómoda, extraña y reveladora, que muestra hasta qué punto arte, cuerpo y sociedad pueden cruzarse en un punto donde la lógica corriente deja de ser útil y entran en juego los límites más profundos de la cultura.
Vídeo:
Fuentes consultadas
- ABC. (2012, 25 mayo). Un artista japonés cocina sus propios genitales para cinco comensales. ABC. https://www.abc.es/estilo/abci-genitales-artista-japon-201205250000_noticia.html
- Viñas, V. (2012, 26 mayo). El artista que cocinó sus genitales. Diario de León. https://www.diariodeleon.es/cultura/120526/557855/artista-cocino-genitales.html
- EFE. (2012, 25 mayo). Artista japonés subasta y cocina sus genitales en una cena para 5 personas. Emol. https://www.emol.com/noticias/internacional/2012/05/25/542300/un-japones-subasta-y-cocina-sus-genitales-en-una-cena–para-5-personas.html
- Muñiz, F. (2025, 29 octubre). El festín de los horrores: Chichi-Jima, canibalismo imperial y el joven aviador que sería presidente. El Café de la Historia. https://www.elcafedelahistoria.com/incidente-de-chichi-jima/
- SBS News. (2012, 18 septiembre). Genital-cooking man handed to prosecutors. SBS. https://www.sbs.com.au/news/article/genital-cooking-man-handed-to-prosecutors/s1n9ovkgr
- Leasca, S. (2016, 31 julio). Japanese artist cooks and serves his own genitals. The World / GlobalPost. https://theworld.org/stories/2016/07/31/japanese-artist-cooks-and-serves-his-own-genitals
Escritor, profesor, traductor, divulgador, conferenciante, corrector, periodista, editor.
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