Cuando una broma doméstica se desmadra
A veces basta una idea traviesa, un nombre con resonancias lejanas y un par de críticos demasiado entregados para que una broma alcance categoría de movimiento artístico. Eso fue exactamente lo que llevó a cabo Paul Jordan-Smith, académico estadounidense con cierta inclinación por el gamberrismo intelectual. Movido por una mezcla de despecho y de curiosidad sociológica, decidió dar vida a un pintor inexistente: Pavel Jerdanowitch, supuesto creador de una nueva tendencia estética presentada con solemnidad como Disumbrationism, o “desombracionismo”. La gracia residía en que la ausencia de sombras no obedecía a ningún manifiesto visionario, sino a la torpeza de Jordan-Smith para pintarlas. Si el disfraz funcionaba, no sería por la calidad del trazo, sino por el hambre de novedad de la crítica.
El porqué de la farsa: orgullo herido y ganas de demostrar
Detrás del montaje había algo tan prosaico como humano. La esposa de Jordan-Smith, Sarah Bixby Smith, aficionada a la pintura realista, había recibido críticas poco favorables en un jurado que consideró sus obras poco destacables. Él, molesto por lo que interpretó como miopía estética y cierto aire de superioridad, decidió dar un escarmiento al sistema. Su hipótesis era sencilla: presentar una obra deliberadamente torpe, envolverla en exotismo, firmarla con un nombre extranjero y acompañarla de una biografía de genio peculiar. Si colaba, la broma se escribiría sola.
Así nació la primera criatura pictórica: un cuadro ejecutado con prisas que, en principio, se tituló Yes, We Have No Bananas —un guiño involuntario a la confusión— y que después fue rebautizado como Exaltation. Bajo la nueva identidad rusa se presentó en la exposición de los Independientes en el Waldorf Astoria de Nueva York. Para su desconcierto divertido, la pieza fue aceptada y suscitó comentarios elogiosos. Era sólo el comienzo del montaje.
Ingeniería del engaño: brochazos, biografía inventada y terminología imponente
La receta de Jordan-Smith mezclaba ingredientes muy simples: pintura rudimentaria aplicada con entusiasmo, una biografía inventada de aire exótico y un supuesto cuerpo teórico que justificaba la eliminación de las sombras. Con un par de títulos rimbombantes y la aureola del artista misterioso del Este, el desombracionismo empezó a circular como si fuera una tendencia recién nacida. La crítica, quizá demasiado ansiosa por detectar la próxima revolución estética, leyó en aquellos lienzos intenciones profundas que el autor jamás había planeado. El experimento actuó como espejo: devolvía a la cultura más sobre quienes la interpretaban que sobre la obra misma.
Críticos entusiasmados y elogios que rozaban lo increíble
El falso Jerdanowitch recibió comentarios tan generosos que habrían puesto colorada a más de una escuela establecida. Prensa y suplementos culturales de ambos lados del Atlántico lo relacionaron con nombres ilustres, hablaron de “energía primitiva” y lo situaron al borde del arte popular o de corrientes radicales. Galerías de ciudades como Chicago o Búfalo le abrieron salas, y alguna publicación lo colocó en portadas que legitimaban sin cuestionar. La ironía era brutal: la torpeza se interpretaba como rasgo de personalidad y la ausencia de técnica se celebraba como pureza expresiva.
La caída del telón: confesión pública y desconcierto general
En 1927, Jordan-Smith decidió acabar la farsa y confesó la verdad. Las reacciones fueron variadas y, en no pocos casos, algo embarazosas para quienes habían cantado alabanzas. Hubo quienes mantuvieron que la autoría era irrelevante si la obra “funcionaba” estéticamente; hubo quienes, algo sonrojados, reconocieron que se habían dejado seducir por el exotismo y la pose. Jordan-Smith defendió su experimento: quería demostrar que, a menudo, el mundo del arte premia más la historia que acompaña a una obra que la obra en sí misma. El episodio pasó a ser un clásico en estudios sobre credulidad estética y construcción cultural.
El desombracionismo hoy: un espejo todavía útil
La aventura de Jerdanowitch permanece como caso de estudio. Recuerda que la valoración artística no flota en un vacío: depende del discurso que la explica, del contexto en que aparece y de la autoridad que la respalda. También evidencia que la figura del “genio extranjero” actúa como imán para el imaginario crítico, que a menudo asocia rareza con valor. Y deja claro algo incómodo: el precio simbólico del arte se negocia en un espacio donde intervienen factores distintos a la sola calidad plástica.
Anécdotas jugosas y sin florituras
- El término Disumbrationism nació como juego lingüístico: la supuesta ruptura teórica ocultaba una carencia técnica concreta.
- Exaltation, la pieza fundacional, fue reinterpretada sucesivamente por las críticas; cada nueva lectura le fue añadiendo significados en función del ánimo del comentarista.
- Décadas después, la broma inspiró concursos y celebraciones dedicadas a la “peor pintura”, de modo que la torpeza de Jerdanowitch acabó institucionalizándose como guiño cultural.
Cómo leer reseñas sin perder la compostura
Para analizar una reseña conviene practicar un ejercicio de limpieza mental: retirar la biografía del autor y comprobar qué queda. Si lo alabado es sobre todo una filiación estética vaga —“evoca a Gauguin”—, la duda está servida. Si, en cambio, la crítica se apoya en juicios concretos sobre composición, color o factura, se está en terreno más firme. Esta distinción explica por qué el fraude prosperó: muchas valoraciones respondían más a la retórica interpretativa que a la observación técnica.
El mito del genio incomprendido: combustible inagotable
Desde el romanticismo, la figura del creador incomprendido ha servido para justificar casi cualquier cosa. Un nombre extranjero, una biografía trágica o excéntrica y un gesto teatral pueden convertir una pincelada dudosa en signo de profundidad. Jerdanowitch explotó esa pulsión con precisión: su acento inventado, su firma y su biografía vaporosa fueron suficientes para activar un imaginario que sigue operando hoy en ferias, redes y subastas.
Verificar como hábito: el remedio aburrido pero efectivo
La historia enseña que la verificación es una herramienta imprescindible. Confirmar la procedencia de una obra, contrastar fechas o revisar trayectorias habría desmontado la broma en pocos minutos. No se trata de aniquilar la emoción del descubrimiento, sino de garantizar que la emoción no sustituya al análisis. De haberse aplicado ese método, la aventura de Jerdanowitch habría durado mucho menos.
Pistas para quien quiera indagar
La reconstrucción del caso se apoya en artículos, archivos familiares y estudios sobre fraudes artísticos del siglo XX. Los cuadros que Jordan-Smith firmó como Jerdanowitch han sobrevivido en colecciones privadas y archivos familiares, y hoy sirven como material pedagógico en debates sobre la recepción del arte. Para el curioso, el asunto es una puerta deliciosa hacia la historia cultural del engaño.
Una moraleja en zapatillas
Cuando la farsa quedó al descubierto, no todo fueron reproches. Algunos comentaristas sostuvieron que si los cuadros habían conseguido emocionar, quizá había en ellos una cualidad estética que trascendía la intención humorística. Esa paradoja invita a pensar en la distancia entre lo que el artista pretende y lo que el espectador percibe. Jerdanowitch, sin proponérselo, dejó una lección sobre la precariedad de las certezas estéticas.
¿Qué se aprende para la práctica cotidiana?
Para redactores, comisarios o aficionados, el caso ofrece una lección práctica: el contexto importa tanto como el contenido. Un buen titular, metadatos claros y una narrativa coherente pueden convertir una anécdota en un texto duradero; pero la precisión no puede ceder terreno ante la gracia. Equilibrar humor y rigor es la mejor manera de que la historia suene verdadera sin dejar de ser divertida.
Vídeo:
Fuentes consultadas
- La piedra de Sísifo. (2014). El disumbrationismo, la vanguardia artística que ridiculizó a los críticos. La piedra de Sísifo. https://lapiedradesisifo.com/2014/02/03/el-disumbrationismo-la-vanguardia-art%C3%ADstica-que-ridiculiz%C3%B3-a-los-cr%C3%ADticos/
- Lienzos (blog). (2012). El desombracionismo o el arte de tomar el pelo a los especuladores. Lienzos. https://lienzos.blogspot.com/2012/01/el-desombracionismo-o-el-arte-de-tomar.html
- Artsy. (2018). Disumbrationism: The Hoax Art Movement That Fooled the Art World. Artsy. https://www.artsy.net/article/artsy-editorial-hoax-art-movement-fooled-art-establishment
- Futility Closet. (2010). The Emperor’s New Pose. Futility Closet. https://www.futilitycloset.com/2010/08/29/the-emperors-new-pose/
- Hoaxes.org. (s.f.). Disumbrationist School of Art (1924). Hoaxes.org. https://hoaxes.org/archive/permalink/the_disumbrationist_school_of_art
- Wikipedia. (s.f.). Paul Jordan-Smith. Wikipedia. https://en.wikipedia.org/wiki/Paul_Jordan-Smith
Escritor, profesor, traductor, divulgador, conferenciante, corrector, periodista, editor.






